
Varias personas durante una manifestación en defensa del futuro de la provincia de León
La quimera del Lexit, o cómo intentar convertir a León en una autonomía sin apoyo del PP y casi nadie del PSOE
El alcalde de León, el socialista José Antonio Díez, cree haber encontrado la fórmula para solucionar el supuesto problema territorial de la provincia en el artículo 144 de la CE, pero casi nadie apuesta por su aventura
Una mezcla de reivindicación histórica y de sensación de agravio en el presente impulsan las motivaciones secesionistas de una parte de los leoneses. El tradicional movimiento leonesista, articulado en formaciones políticas como la Unión del Pueblo Leonés (UPL), jamás han conseguido nada que se acerque a sus objetivos de constituir una comunidad autónoma propia separada de Castilla y León. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, una parte del PSOE ha asumido como propios sus postulados y maniobra para tratar de conseguir el autogobierno.
«No es independentismo, no es el procés catalán. Esto dista mucho de ser un nuevo independentismo, es un derecho constitucional», precisaba hace unos meses en una entrevista en Antena 3 el alcalde de León, el socialista José Antonio Díez, el último adalid del Lexit, una causa que en estos momentos no pasa por ser más que una quimera. En febrero, el regidor leonés anunció que había encargado un informe jurídico (7.800 euros a cargo del partido, no del Consistorio) para encontrar la fórmula para que la provincia conformase una autonomía ella sola, descartando, así, la unión con Zamora y Salamanca, donde no hay demasiado apoyo a esa reivindicación, pese a haber formado parte de la antigua región leonesa.
Ese informe ve en el artículo 144 de la Constitución, al que se acogió Madrid, como la salida más viable. Éste señala que «las Cortes Generales, mediante ley orgánica, podrán, por motivos de interés nacional» autorizar «la constitución de una comunidad autónoma cuando su ámbito territorial no supere el de una provincia y no reúna las condiciones del apartado 1 del artículo 143», que indica que «las provincias limítrofes con características históricas, culturales y económicas comunes, los territorios insulares y las provincias con entidad regional histórica podrán acceder a su autogobierno y constituirse en Comunidades Autónomas».
El alcalde de León, el socialista José Antonio Díez, que quiere que León sea la 18ª comunidad autónoma
Más allá de la voluntad, el problema es que Díez no cuenta con demasiados apoyos para emprender ese camino en el que también tendría que tratar de buscar «acomodo» para la comarca y antigua provincia de El Bierzo. «Tenemos que ser comprensivos y entender cuáles son sus demandas e incorporar todo lo que sea posible a ese proyecto y a ese proceso para lograr la conformación de una nueva comunidad autónoma», apuntaba el primer edil leonés poco después de darse a conocer el informe. En casa, el nuevo secretario general del PSOE de Castilla y León, Carlos Martínez, reaccionaba al estudio apuntando a que entendía la «identidad cultural e histórica» leonesa, pero aseguraba que no la compartía.
Poca presión, pues, para el Grupo Municipal Socialista en el Congreso de los Diputados, que tendría, además, que sumar apoyos para acometer esa reforma territorial aludiendo al «interés nacional». En marzo, el portavoz del PP en la Cámara Baja, Miguel Tellado, cuestionado por el leonesismo, afirmaba que su partido mostraba «una comprensión absoluta», pero ponía el foco en el Gobierno de Pedro Sánchez, que, a su juicio, «se ha desentendido de las necesidades de León».
Son nueve provincias, fin de la historiaPresidente de la Junta de Castilla y León
«León es una provincia abandonada por el Gobierno de España, que pierde población y puestos de trabajo. Una provincia donde no se ha invertido a lo largo de los últimos años de forma necesaria para garantizar el tejido productivo, unas buenas comunicaciones e infraestructuras», abundaba. Hace menos de una semana, y de forma más explícita, el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, le daba un portazo a las aspiraciones leonesistas, en este caso a las de la UPL.
«Nadie me va a dar lecciones de lo que es defender cada uno de los territorios» o «España no necesita abrir debates territoriales» fueron algunas de sus respuestas sobre una cuestión que para el gobernante autonómico no tiene mucho recorrido. «Desde el respeto a la identidad que cada uno quiera tener, ese debate queda cerrado en el Estatuto de Autonomía», añadía Mañueco, que descartaba que contaran con un PP que tiene las «ideas meridianamente claras» sobre la posibilidad de una reforma estatutaria, en un debate que «no conduce a ningún sitio». «Son nueve provincias, fin de la historia», zanjaba.