La ciudad de Salamanca, declarada Patrimonio Mundial en 1988, es un ejemplo sobresaliente del desarrollo urbano, artístico y académico de la Europa occidental. Su extraordinaria Plaza Mayor, obra cumbre del barroco churrigueresco, y el conjunto monumental de su Universidad, símbolo de saber y prestigio internacional desde la Edad Media, reflejan el esplendor cultural y arquitectónico que alcanzó la ciudad. Esta riqueza monumental se asienta sobre un casco histórico que conserva gran parte de su trazado medieval, construido en la emblemática piedra dorada de Villamayor, que otorga a la ciudad una apariencia cálida y única.
Desde sus orígenes prerromanos con los vacceos, pasando por la romanización con la Salmantica de la Vía de la Plata, hasta el renacimiento cultural impulsado por la Universidad en los siglos XV y XVI, Salamanca ha sido un crisol de estilos artísticos y un motor de pensamiento humanista. Sus calles y monumentos albergan una síntesis de románico, gótico, mudéjar, renacimiento, plateresco, barroco y neoclásico, con joyas como la fachada de la Universidad, la Clerecía, las Catedrales o el Palacio de Monterrey. La Universidad, motor espiritual y cultural de la ciudad, fue una de las primeras de Europa en acoger estudiantes de toda procedencia. Referencia intelectual del mundo cristiano durante siglos.