La expectación era máxima cuando la Virgen enfiló el túnel de Vadillos, arropada por varios cientos de cofrades y fieles, para sortear, así, las vías del tren y adentrarse, primero, en el barrio de Pajarillos. A la salida del túnel, asomada a su balcón, aguardaba el tan ansiado momento una vecina de la calle Villabáñez, ramo de flores en mano. No lo soltó hasta asegurarse de que un cofrade se acercaba a recogerlo bajo su ventana para ponerlo después a los pies de la Virgen a la que, mientras se alejaba en sus parihuelas procesionales, siguió dirigiendo esta vecina gestos de cariño, depositando en ella sus oraciones y su esperanza.