Guillermo Altarriba Vilanova

Estamos de suerte

En Cataluña hacía falta un periódico valiente y riguroso, enraizado en la tradición intelectual cristiana y que hable sin miedo contra la mentira y la manipulación

Actualizada 13:04

«Una noticia es algo que alguien, en algún lugar, no quiere ver impreso: todo lo demás es publicidad». La cita –lapidaria, rotunda– suele atribuirse al «Napoleón del periodismo», el irlandés Alfred Harmsworth: un tipo que nunca pisó Cataluña pero cuya reflexión viene como anillo al dedo para acompañar la apertura de la nueva delegación de El Debate en la comunidad.
Pues bien, si el periodismo es contar aquello que alguien no quiere ver impreso, estamos de suerte: con el desembarco en Barcelona, Gerona, Lérida y Tarragona podremos hacer periodismo a espuertas.
Lo cierto es que de un tiempo a esta parte hay una serie de temas que muchos en Cataluña no quiere ver publicados. Temas que amenazan aquella espiral de silencio que describía Noelle-Neumann y que, por cierto, coinciden con muchas de las preocupaciones que guían el proyecto de El Debate. A saber: la unidad de España, la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, la libertad de educación y de conciencia o la dignidad de la vida humana en todas sus etapas, desde la concepción hasta su muerte natural.
El primer editorial de la nueva etapa de El Debate, publicado en octubre de 2021, hacía un diagnóstico similar: «Un amplio sector de la sociedad –leíamos– se siente desatendido por la oferta de la prensa española». Si echamos un vistazo a la oferta de la prensa catalana, la situación es aún más grave. Por eso cabe recuperar uno de los lemas que se repitieron a menudo cuando el periódico volvía a presentarse en sociedad: «El Debate hacía falta»
Cuando la Asociación Católica de Propagandistas tomó la decisión de relanzar esta cabecera histórica, adaptada al siglo XXI, daba respuesta a un vacío en nuestro panorama mediático. Es cierto: tanto en España como en Cataluña hacía un periódico valiente, riguroso y con principios, enraizado en la tradición intelectual cristiana y que hable sin miedo para defender la verdad, por más que la mentira tenga las piernas largas y muchos altavoces mediáticos.
En el último año, El Debate ha emprendido con éxito un ambicioso plan de expansión territorial, abriendo tres nuevas delegaciones: en la Comunidad Valenciana en octubre, en Galicia en enero y en Andalucía en marzo. Hoy, a las puertas de la campaña electoral, arrancamos la delegación en Cataluña con el objetivo de contar la verdad, aunque haya quien no la quiera ver publicada.
No me cabe duda de que será un desafío, pero con el trabajo del fantástico equipo de periodistas que tendremos aquí, y trabajando codo con codo con los compañeros en Madrid y en el resto de España, tampoco me cabe duda de que estaremos a la altura. Nos leemos.

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