
Miembros del grupo terrorista Terra Lliure, en una imagen de archivo
Entrevista
El investigador que da voz a los muertos del terrorismo nacionalista: «En Cataluña se ha borrado la historia»
En ‘Matar por los Països Catalans’, Gaizka Fernández recuerda a las siete víctimas mortales de grupos como EPOCA o Terra Lliure
Las páginas negras de la historia reciente del terrorismo en España están ocupadas en su mayoría por ETA, pero al calor de los asesinos vascos surgieron otros grupúsculos que buscaban emular sus métodos. En Cataluña, este fenómeno adoptó la forma de bandas como Terra Lliure, el Exèrcit Popular Català (EPOCA) o el Front d’Alliberament de Catalunya (FAC).
Estos grupúsculos terroristas aparecieron al final de la dictadura franquista, pero su actividad continuó durante las primeras décadas de la Transición. En Cataluña, sus atentados provocaron la muerte de siete personas, cuyos nombres han sido en buena medida olvidados con el paso de los años.
Se trata de nombres como el del guardia civil Dionisio Medina, asesinado por una bomba colocada en el edificio de la Agencia de Recaudación de la Diputación Provincial de Barcelona. Sus ejecutores, el FAC, sintieron que aquella muerte suponía «atravesar una línea», lo que les dejó una «excitación palpitante» porque «el juego iba en serio». Dionisio tenía 35 años, estaba casado y con una hija de cuatro años.
Su historia abre el artículo Matar por los Països Catalans. El terrorismo ultranacionalista a la luz de sus víctimas, publicado en la Revista Internacional de Estudios sobre Terrorismo y escrito por Gaizka Fernández, historiador y responsable de Investigación del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, con sede en Vitoria. Fernández atiende a El Debate para abordar su última investigación y las consecuencias que tiene para nuestro presente.
–Su especialidad es el estudio de ETA y sus víctimas, ¿por qué decidió apartarlo por un tiempo y dedicarse a estudiar a estos grupos ultranacionalistas catalanes?
–Ya les dediqué un capítulo en mi libro El terrorismo en España. De ETA al Dáesh, y se me quedó el gusanillo. Ahora teníamos los sumarios y otra información inédita que nos permitía hacer algo más profundo. Pero lo principal fue comprobar cómo en Cataluña se ha olvidado esta historia, se ha borrado. Al ver que exmiembros de EPOCA o Terra Lliure tenían protagonismo durante el procés y que las víctimas habían sido borradas, pensé que había que dar un primer paso.

El historiador Gaizka Fernández, en una imagen de archivo
–Aún hoy en las manifestaciones independentistas se grita «Visca la terra lliure» («viva la tierra libre»), el lema asociado con esta banda terrorista.
–Claramente, no ha habido políticas de memoria sobre las víctimas del terrorismo. Aunque tarde, en el País Vasco ya se están poniendo placas donde ETA asesinó y hay actos institucionales… pero en Cataluña no ha habido nada parecido. Tampoco hay trabajos académicos rigurosos, hay un vacío impresionante: los únicos libros que hay son a favor de los terroristas.
Esto es injusto para las víctimas, pero también es peligroso para la sociedad, porque no recordar a dónde llevaron los discursos de odio en el pasado y mantener un humus donde se exalta a los terroristas y se olvidan las consecuencias humanas puede llevar en el futuro a un rebrote de la violencia.
–En el artículo destaca que miembros de Terra Lliure se integraron en partidos como ERC, ¿tal vez por ahí haya una explicación?
–Dieron el paso pero sin hacer autocrítica, como sí ha ocurrido en el caso de ETA. De alguna manera, se mitificó a los terroristas, que realmente eran minúsculos y no representaban a nadie. Pero se aprovechó el procés como una ventana de oportunidad para magnificarlos e instrumentalizarlos: no solo desde ERC, sino sobre todo desde la CUP.
–Señala que eran grupos muy pequeños, pero también muy chapuceros, porque de las siete víctimas mortales que dejaron, varios no eran el objetivo principal: uno pasaba por ahí, otra estaba en la habitación de al lado…
–En Cataluña no hubo ninguna organización equivalente a ETA ni con sus recursos. Son imitadores de segunda división. Luego está el caso extremo de EPOCA, que se creían el grupo sofisticado, moderno: se inventaron un método que yo no había visto nunca, y mira que me dedico a estudiar el terrorismo.
–Pegaban bombas en el pecho de sus víctimas, personas ricas, que estallarían en unos días si estos no pagaban una cierta cantidad, ¿verdad?
–Exacto. No he visto nada parecido en ningún otro lugar del mundo. Pero lo que destaco es que les salió mal la primera vez [la muerte de José María Bultó, importante empresario químico] y lo intentaron una segunda, que también salió mal [murieron Joaquín Viola, exalcalde de Barcelona, y su mujer, Montserrat Tarragona]. Y lo iban a intentar una tercera, pero les pillaron antes. Es como: «Nuestro método es maravilloso, y el problema lo tiene la realidad».

Pintada en una pared con el logo de Terra Lliure
–Señala el papel de ETA como el de un «hermano mayor», ¿qué relación había entre la banda vasca y las catalanas?
–Una relación muy desigual, porque los catalanes querían imitara ETA, pero esta no les veía como aliados ni como iguales, sino que pretendía usarlos para que pareciese que ETA también tenía presencia en Cataluña: por eso les hacían cometer atentados en su nombre. Además, para ETA Cataluña es parte de España: atentaban en Barcelona igual que en Madrid.
–¿Se puede decir que Terra Lliure, EPOCA o el FAC fueron grupos antifranquistas?
–No, y ETA tampoco: el 95% de los asesinatos que cometió fueron después de la muerte de Franco. Y lo mismo con Terra Lliure o EPOCA: su objetivo no era acabar con la dictadura sino crear una «gran Cataluña». Tampoco eran demócratas, su referente era un gobierno dictatorial como el de la Cuba de Fidel Castro.

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En su época sí se tenía esta imagen de que eran bandas antifranquistas, y por eso tuvieron unas salidas muy generosas: la ley de amnistía, la Constitución, el Estatuto de Autonomía… pero seguían matando. No eran antifranquistas, sino ultranacionalistas. Punto.
–El artículo se centra en las biografías de las víctimas mortales, y denuncia el «desamparo institucional» que sufrieron sus familiares.
–Durante la dictadura y la Transición, la sociedad fue muy injusta con las víctimas del terrorismo, que normalmente eran viudas de guardias civiles y policías. Recibían una pensión miserable, que además tardaba más de un año en llegar, y podían perder su casa, si vivían en el cuartel. Al olvidar su memoria, volvemos a ser injustos con ellas: por eso quiero animar a que haya más trabajos o libros, alguna política de memoria, porque no puede ser que lo único que se sepa de EPOCA o Terra Lliure sea lo que dicen ellos mismos.
–¿Han tenido algún contacto con la Generalitat en este sentido?
–El Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo tiene relación institucional con la Generalitat, pero hasta ahora no se ha tratado este tema que yo sepa, y entiendo que tiene que ser iniciativa del gobierno catalán. Y luego está el Ayuntamiento de Barcelona, que sí está impulsando un centro memorial para las víctimas del terrorismo [según anunciaron en diciembre, será en el Castillo de Montjuic].