Ilustración del Corpus de Sangre, el detonante de la guerra 'dels Segadors'Wikimedia

Historias de Cataluña

Los granadinos que lucharon en la guerra 'dels Segadors', el origen del himno de Cataluña

Aquel ataque de 'rauxa' hizo que Cataluña perdiera parte de su territorio, en compensación por un error de Pau Claris

La llamada «guerra dels Segadors» arrancó el 7 de junio de 1640, con la entrada de 400 segadores por una de las puertas de Barcelona. Se trataba de trabajadores eventuales, procedentes del Delta del Llobregat. A las nueve de la mañana, uno de ellos tuvo un altercado con un servidor de un alguacil real, y resultó herido. Aquello provocó que el resto de los segadores se amotinaran, intentando quemar el palacio del virrey, así como varias casas de nobles y juristas de la Audiencia.

Además, mataron a once personas. Entre ellas, a Dalmau de Queralt y Codina, conde de Santa Coloma de Queralt y virrey de Cataluña. Esos hombres protestaban contra el régimen señorial, el asentamiento de tropas y el incremento de impuestos. Delante del palacio del virrey gritaron vivas al rey y muerte al mal gobierno.

Cuatro días más tarde, las autoridades consiguieron que abandonaran Barcelona bajo el pretexto de que Gerona estaba a punto de ser atacada por los tercios —tropas que estaban luchando contra Francia desde el 1635— y la tenían que defender. Los tercios se movían por el Principado en son de paz. No luchaban contra los catalanes. Sólo buscaban cobijo.

Encontraron cerradas las puertas de Sant Feliu de Pallerols y Santa Coloma de Farners. Aquel rechazo hizo que uno de los alguaciles muriera. Los tercios represaliaron aquella muerte el 3 de mayo de 1640 en Riudarenes y el 14 de mayo en Santa Coloma de Farners. Lo que era un acto pacífico se convirtió en un alzamiento armado de los campesinos de Gerona, Ampurdán, Valles, Osona y Ripollés.

Al frente de la guerra dels Segadors estuvo Pau Claris, que era el presidente de la Diputación del General. El 7 de septiembre de 1640 se firmó el pacto de Ceret. Por parte catalana fueron Francesc de Tamarit y Francesc de Vilaplana, y por parte de Francia fue Armand Jean du Plessis, el cardenal Richelieu.

Retrato de Pau Claris, en 1880Wikimedia

El pacto establecía que Cataluña recibiría apoyo militar de Francia, se separaba de la Monarquía Hispánica y quedaba constituida como república libre bajo la protección de Francia. Aquel pacto fue nefasto para Cataluña, porque Francia nunca se comportó como un aliado, sino como una fuerza de ocupación.

Catalanes en Granada

El 8 de octubre de 1640 el rey Felipe IV dio a conocer un bando, firmado en Bibarrambla (Granada). En él ordenaba elaborar un censo de todos los catalanes estantes y habitantes que habitaban en Granada. Estos debían registrarse, siempre y cuando tuvieran la condición física para asistir a la guerra, y se establecía una edad entre los 16 a 50 años. Todos ellos debían hacer una prueba de fidelidad al rey. De no hacerlo, serían detenidos. El motivo de aquel censo era defender Cataluña, su tierra de origen. El bando solo eximía del alistamiento a los lisiados.

Una vez cumplimentado el bando, a finales de octubre, Felipe IV exigió que Granada enviara a Madrid un ejército de 1.000 granadinos-catalanes, que habían sido censados y que estaban listos para entrar en guerra. Esos hombres eran granadinos con antecedentes catalanes. No les unía ningún lazo, a parte del familiar, con Cataluña. Fueron a luchar no por fidelidad al rey, sino por las consecuencias si se negaban.

Las compañías que formaron aquellos 1.000 hombres partieron de Granada el 20 de noviembre de 1640. Al mando de Diego de Benavides y de la Cueva, conde de Santisteban del Puerto. Con ellos fueron el cuerpo de guardia del Cabildo que estaba encargado de vigilar y defender las costas de los piratas berberiscos.

A primeros de enero de 1641 llegaron los soldados granadinos-catalanes a Cataluña, mezclados con los demás infantes del resto de España. En total 23.000 soldados y 3.500 caballos, todos al mando de Pedro Fajardo de Zúñiga y Requesens —nieto de Luis de Requesens—, marqués de los Vélez y virrey de Cataluña.

Entraron por Martorell sin muchas complicaciones. El 26 de enero de 1641, al intentar tomar el castillo de Montjuic las cosas se complicaron al ser derrotados. De los 23.000 infantes y 3.500 caballos, al acabar la batalla sólo quedaron con vida 16.000 soldados y 2.500 caballos. Para protegerse del ejército francés y catalán retrocedieron hasta Tarragona.

Cuadro que representa la Batalla de Montjuic, en 1641Wikimedia

Ahí quedaron cercados por el mariscal francés Philippe de La Mothe-Houdancourt, hasta el 26 de agosto de 1641, cuando el ejército de Felipe IV rompió el bloqueo. Un número significativo de granadinos-catalanes fallecieron durante aquel bloqueo. Entre ellos el capitán de caballería Bernabé Hurtado de Velasco. También murieron granadinos-catalanes en la defensa de Tortosa.

Un nuevo bando

Al complicarse la situación, Felipe IV volvió a publicar un bando solicitando más soldados granadinos-catalanes. El 10 de mayo de 1642 partieron de Granada hacia Cataluña, pasando por Madrid, una compañía de 250 arcabuceros y piqueros. A cada uno de ellos se le pagó una soldada de 100 reales en Granada y otra de 100 reales cuando llegaron a Madrid. Esta compañía estaba al mando del capitán Francisco de Granada y Alarcón, familiar del Santo Oficio y Caballero de Santiago. En aquel nuevo enfrentamiento falleció Fernando Toledo y Mendoza Portocarrero.

El final del levantamiento y de la guerra con Francia finalizó en 1659, con el llamado tratado de los Pirineos, que en nada fue beneficioso para España, y Cataluña quedó mutilada. La guerra de los Segadors no fue una victoria contra la política descentralizadora de Felipe IV. Tampoco un soplo de libertad al proclamar la república catalana y convertirse en franceses. Aquellos pasos los convirtieron en una colonia sin ningún interés.

Aquel ataque de rauxa hizo que Cataluña perdiera parte de su territorio en compensación por un error de Pau Claris. Se dieron cuenta, demasiado tarde, de que vivían mucho mejor con Felipe IV que con Luis XIII. La política catalana entró en decadencia hasta que sucumbió el 11 de septiembre de 1714. Como decía Vicens Vives, si se hubiera adelantado al 1659 la historia hubiera sido muy diferente para todos.