Imagen del pabellón montado por Ikea para ver las mascletàs durante las FallasMANUEL BRUQUE/EFE

Comunidad Valenciana  Ribó sigue sin explicar por qué incumplió su propia norma y dejó a Ikea montar un balcón durante las Fallas

La firma sueca se ha conectado al alumbrado público los 19 días y solo ha pagado por el espacio 35.000 euros cuando un balcón en esa zona cuesta al menos 3.000 por dos horas

En prácticamente todos los discursos de los autoerigidos como 'gobiernos del cambio' suele aparecer la palabra «pública» en los ámbitos sobre los que se asienta su relato. En la Educación o en la Sanidad, es habitual el mencionado apellido léxico.
En el caso del Ayuntamiento de Valencia sucede lo mismo, naturalmente. Pero con el agravante de que lo público solo sale a relucir cuando su uso favorece las posiciones ideológicas del alcalde, Joan Ribó.
Desde el momento en que ambos aspectos pueden colisionar, tan manido término se esconde y no se construyen frases como «responsabilidades o explicaciones públicas». El, por ahora, último caso con estas características es el que se refiere a por qué el regidor de Compromís permitió que durante todas las Fallas la multinacional Ikea instalara en plena plaza del Ayuntamiento un pabellón de treinta metros cuadrados.
Hay varios hechos que comprometen la acción del Consistorio valenciano. Uno de ellos es que el propio Bando Fallero firmado por Ribó para el funcionamiento de la fiesta local prohíbe expresamente montajes como el de Ikea.

La única zona a la sombra

Literalmente, incluye a la plaza en cuestión como una de las vías que han de estar «libres de obstáculos». En ellas, «no se permite la instalación de ningún elemento, ni aparcamiento, ni vehículos, ni mesas ni sillas».
El motivo obedece a garantizar la seguridad porque allí «se ubica el público» y se ha de permitir la circulación hacia «las vías de evacuación».
Aún así, tan solo diez días después de validar este protocolo, la Junta Central Fallera (JCF) –dependiente de Compromís– autorizaba a la empresa sueca a montar un salón de dos alturas y las ya mencionadas dimensiones.
Además, el llamado Saloncito Ikea se ubicó en la zona más cotizada de la plaza del Ayuntamiento para disfrutar de la mascletà, ya que es la única en que no da el sol a la hora del disparo, a las 14, cuando cae a plomo en el resto de la vía.
Por tanto, en toda la superficie del pabellón más en otros metros alrededor suyo por seguridad, Ribó privó a sus vecinos y turistas de poder ver el espectáculo pirotécnico por antonomasia de las Fallas.
Aún con todo ello, quizás lo más sangrante sean las condiciones económicas en las que Ikea instaló su espacio corporativo. Del 1 al 15 de marzo lo habitual es que por un balcón junto al edificio municipal se desembolsen 3.000 euros por dos horas. Este precio se incrementa notablemente en los días grandes de Valencia, del 16 al 19 ambos incluidos.
Lo que pagó Ikea nada tiene que ver con esas cifras, ya que la cesión se hizo por únicamente 35.000 euros más IVA…y desde el 1 al 19 de marzo. Un chollo en toda regla difícil de explicar y todavía no aclarado.
Por si fuera poco, en el acuerdo también queda pactado que la multinacional de muebles se conecte a la red de alumbrado local. En otras palabras, Ikea no pagó ni un céntimo de luz, que corrió a costa de todos los vecinos.
A este respecto, cabe destacar que la actividad del Saloncito no era ni mucho menos limitada, ya que esta abarcaba desde las diez de la mañana hasta las ocho de la tarde. Para colmo, los días de las plantàs (15 y 16 de marzo) y de la Cremà (19) el horario se alargó hasta medianoche.
Asimismo, al espacio, con capacidad para veinte personas y en el que se organizaron charlas y mesas redondas, el Ayuntamiento obligó a acudir en varias ocasiones a las falleras mayores, por lo que las representantes de la fiesta valenciana actuaron a modo de reclamo publicitario para una empresa privada.

Las falleras mayores de Valencia, junto al concejal de Cultura Festiva en el pabellón de IkeaJCF

Pero la más que curiosa colaboración entre el Consistorio valenciano e Ikea no se limita a la plaza central de la ciudad. A lo largo y ancho de la capital se prestaron 106 espacios publicitarios para que la multinacional escandinava promocionase sus productos, ofertas y demás. Estos estuvieron a la vista desde el 13 de febrero al 6 de marzo en unos formatos y hasta el 19 de marzo en otros. Además, la firma de muebles constó como uno de los patrocinadores oficiales de las Fallas.
En opinión del concejal del Partido Popular Santiago Ballester, el coste de la instalación de Ikea es «incalculable». En este sentido, señala que «no se puede tolerar que un patrocinio» de la JCF «conlleve como contraprestación instalar un balcón privilegiado en la plaza del Ayuntamiento» porque ese lugar «no es para que se promocionen marcas».
Otro de los aspectos que siembran dudas es el procedimiento hasta que se formalizó la cesión. Lo único parecido al pabellón era la unidad móvil de À Punt, pero esta es la televisión autonómica y presta un servicio público.
Aún así, Ballester apunta que dicho vehículo contaba «con informes de Policía, Movilidad, Bomberos y Dominio Público», siendo este último organismo quien lo tramitó. No ocurrió lo mismo con Ikea.
En esta ocasión, se licitó a través de la Concejalía de Cultura Festiva, lo firmó una «coordinadora general de área» y «no se solicitó ni un solo informe a ningún servicio municipal».
Con todo este contexto, Ballester subraya que se trata de «una nueva actuación poco transparente» por parte de Ribó que supone una falta de «respeto a los ciudadanos que acuden a las mascletàs».
Por ello, asegura que si María José Catalá recupera la alcaldía de Valencia para el PP «las empresas privadas no se instalarán a pie de plaza del Ayuntamiento porque ese espacio es para los vecinos y no para hacer negocio».
Por su parte, el portavoz municipal de Vox, Pepe Gosálbez, define el local de Ikea: «Chollo en primera fila de la mascletà, salón con balcón privado para veinte personas todas las Fallas, luz pagada, presencia de las falleras mayores…».
El edil reconoce que les «preocupa» el porqué a esa empresa, por qué ese precio y si hay «algo más» que los valencianos deberían saber, más aún «cuando la trama del 'Tito Berni' parece que se asoma por el Ayuntamiento de Valencia».