Juan Vicente Boo en el Vaticano en 2016

Juan Vicente Boo, en El Vaticano en 2016Grzegorz Galazka

Juan V. Boo, experto en El Vaticano: «Uno de los retos de León XIV es aliviar, si le escuchan, la crispación»

Si uno de sus libros calificaba al Papa Francisco como el Papa de la alegría, Boo considera que León sería, en este momento, el Papa de la esperanza

Después de trabajar en muchos países como corresponsal, Juan Vicente Boo llegó a Roma en 1998. Fue, por lo tanto, testigo de los últimos siete años de Juan Pablo II, el pontificado de Benedicto XVI y los nueve primeros años del Papa Francisco hasta 2022. Como periodista, ha acompañado a estos tres papas a bordo de su avión en 64 viajes internacionales y ha aprendido de cada uno de ellos. Boo nació en Galicia, en Puebla del Caramiñal y la escritura, además de en su faceta periodística, también le ha acompañado como autor de varios libros. Su quinta publicación sobre el Vaticano, recién publicada, es `33 miradas del Papa Francisco´. El Debate ha conversado con él para hacer un repaso de su paso por el Vaticano y conocer su visión acerca del nuevo Papa, León XIV.

– «Fui elegido sin tener ningún mérito». Fueron las palabras pronunciadas por León XIV en el inicio de su papado ¿Qué dice esta frase de cómo es?

– Creo que revela mucho acerca de su humildad y sencillez. Por otra parte, nos ayuda a valorar más la generosidad de quien acepta una elección a sabiendas de no tener las condiciones para el cargo pero confiando en la ayuda de Dios. En estas primeras semanas hemos visto que ha comenzado a desempeñar el pontificado a velocidad de crucero desde el primer día, pues su conocimiento directo de docenas de países del mundo y del funcionamiento interno de la Curia vaticana son extraordinarios.

El periodista con el Papa Francisco

– ¿Supone un cambio del orden mundial?

– Yo no diría tanto, pero sí la llegada de un elemento positivo en medio del desorden creciente que sufrimos desde hace tres años, con vergonzosas matanzas continuas de civiles en Ucrania y en Gaza. La gran ventaja del Papa León es que conoce perfectamente Estados Unidos, y que los dirigentes y ciudadanos de ese país en crisis podrán escucharle directamente en su idioma en los telediarios. Por otra parte, sus dotes de escuchador y mediador sereno son conocidas. Incluso ha ofrecido el Vaticano como sede de negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania. Lo malo es que, en medio de estos dramas, ni Putin ni Netanyahu escuchan a casi nadie.

La gran ventaja del Papa León es que conoce perfectamente Estados Unidos, y que los dirigentes y ciudadanos de ese país podrán escucharle directamente en su idioma

– Se habló de una posible división de opiniones pero el Cónclave se resolvió en dos días. ¿Cómo lo ve usted?

– Bueno, más que división de opiniones lo que se da son distintas preferencias entre los cardenales electores, por lo que la primera votación suele ser bastante dispersa. La sorpresa de este cónclave es que Robert Prevost resultó favorito ya en la primera votación. Eso permitió alcanzar la mayoría de dos tercios en el cuarto escrutinio, en lugar del quinto como en los dos cónclaves anteriores. Desde hace un año, su nombre solía ser mencionado como uno de los posibles en conversaciones de cardenales electores que, por su enorme diversidad cultural —50 países— y sentido de responsabilidad, no se dejan impresionar por el frenesí de la prensa italiana o el estruendo de las redes en los días previos al cónclave.

– Un papa agustino, ¿cómo puede beneficiar esto a la Iglesia?

– En primer lugar, creo que nos ayudará a todos a aprender más cosas de la vida y los escritos de san Agustín, el autor antiguo más citado por Benedicto XVI. El hecho de que Agustín hubiese llevado durante muchos años una vida desordenada y mundana, pero buscando al mismo tiempo la verdad filosófica y compartiendo cada avance con sus numerosos amigos, anima a muchas personas en una situación parecida. Por otra parte, muchos rasgos de los agustinos —«fe y razón», enseñanza y a la vez ayuda a los pobres, sencillez de vida, disponibilidad para la misión y las tareas que les asigne el Papa, etc.— son un buen ejemplo para todos.

Muchos rasgos de los agustinos son un buen ejemplo para todos

– ¿Qué retos tiene León XIV por delante?

– Ha heredado todos los anteriores, subrayando el de la promoción de la paz, pero también ha asumido otros nuevos como ofrecer la enseñanza social de la Iglesia «para responder a otra revolución industrial y a los desarrollos de la inteligencia artificial, que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana, de la justicia y el trabajo». A mí me han gustado mucho sus referencias a la «revolución digital» y su invitación a «formar a las personas en pensamiento crítico», superando «el griterío, con frecuencia en forma de ‘fake news’ y argumentos irracionales propuestos por unas pocas voces poderosas». Otro gran reto, es aliviar, si le escuchan, la crispación y polarización de Estados Unidos, que se está deshumanizando a base de gestos de crueldad con los inmigrantes, amenazas de invasión de otros países o frialdad ante dos genocidios visibles. Algunos rasgos recuerdan el declive del Imperio Romano de Occidente.

Boo con el Papa Benedicto XVI

– Se ha acentuado el debate que divide a los papas entre conservadores o progresistas ¿tiene esto sentido o es un modo de polarizar?

– En las semanas previas al cónclave, eclesiásticos y medios de comunicación conservadores tradicionalmente hostiles a Francisco volvieron a levantar la voz hablando de división y polarización. Yo no lo veo así, pues no se escuchaban voces contrarias que creasen tensión por la parte opuesta. Más bien me parece que hay un sector que no termina de aceptar algunas indicaciones del concilio Vaticano II y que detesta la enseñanza social de la Iglesia. Desde hace una década, medios económicos y políticos norteamericanos contrarios a Francisco amplifican desproporcionadamente esas voces.

Parece que hay un sector que no termina de aceptar algunas indicaciones del concilio Vaticano II y que detesta la enseñanza social de la Iglesia

– ¿Qué tres cualidades cree usted que debe tener un Papa?

– ¡Uf! No soy quién para decirlo. Tampoco sabría jerarquizar la lista entre tantas que son necesarias. Al cabo de muchos años como corresponsal en Bruselas y Nueva York, al llegar a Roma descubrí que el oficio de Papa es el más difícil del mundo. Aun así hay mucha gente que `pontifica' sobre lo que debe hacer el Pontífice, algunos sin saber nada. En todo caso, a mí me gusta que el Papa sea pastor y padre pero, sobre todo que ame a Jesús «más que estos», ¡que eran nada menos que los Apóstoles!

– Ha acompañado como periodista a tres papas a bordo de su avión en 64 viajes internacionales. ¿Cómo eran esos viajes?

– Eran agotadores por los madrugones y la intensidad pero, al mismo tiempo, una delicia y un privilegio. Haber visto de cerca cómo san Juan Pablo II gastaba dolorosamente sus escasas fuerzas en los últimos años de su vida, cuando tenían que subirle a los aviones en un montacargas, me sigue conmoviendo hoy. Y no solo para visitar países grandes sino también pequeños como Eslovaquia, yendo a ciudades que casi nadie conoce. De Benedicto XVI me impresionaba su humildad y su frugalidad. De Francisco, naturalmente, el cariño y la paciencia que derrochaba con nosotros. Viajar con él era una fiesta. A veces peligrosa, como en la República Centroafricana o en Tacloban, Filipinas, en medio de un tifón.

– ¿Cuál es el momento que usted guarda con más cariño de sus años en el Vaticano?

– Es un recuerdo personal de Francisco. Mi madre falleció inesperadamente en 2018 cuando íbamos a despegar de Santiago de Chile hacia el aeródromo de Iquique, camino de Lima. Mis hermanos y yo decidimos no retrasar un día el entierro en espera de que yo llegase. Hacia el final del vuelo nocturno de regreso a Roma, cuando nos acercábamos ya a Italia, el Papa, quizá más cansado que yo, me llamó para hablar largamente de mi madre, Carmucha. Con naturalidad me hizo contarle tantos recuerdos gratos a lo largo de la vida e incluso me regaló un rosario de los que entregaba a las presidentas o primeras damas «para tu madre». No me hizo consideraciones religiosas pero, al despedirnos, me dijo: «Mira, yo hoy todavía no he celebrado la misa. Lo haré esta tarde, y la ofreceré también por tu madre».

Juan Vicente Boo con Juan Pablo II

– Usted escribió un libro sobre el Papa Francisco, calificándole como «El Papa de la alegría». Si tuviese que poner un título a León XIV, ¿cuál sería?

– En estos momentos el título sería «El Papa de la esperanza».