El sol se pone tras la catedral de Santiago, en el equinoccio de otoño,EFE

Galicia se prepara para un otoño más cálido y seco de lo normal, según la Aemet

La Agencia Estatal de Meteorología ha presentado su balance climático y las previsiones estacionales

La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha presentado su balance climático y las previsiones estacionales para Galicia, con un mensaje claro: el otoño de 2025 será, con alta probabilidad, más seco y cálido de lo habitual.

Según explicó Francisco Infante, delegado de Aemet en la comunidad, la tendencia se mantendrá durante los meses de octubre, noviembre y diciembre, prolongando la situación de calor y déficit de lluvias que marcó el verano.

El organismo estima un 45 % de probabilidad de que el trimestre registre menos precipitaciones de lo normal, frente a un 20 % de opciones de que ocurra lo contrario. En cuanto a temperaturas, Galicia presenta un 40 % de posibilidades de experimentar un otoño más cálido, lo que confirma la continuidad de una anomalía térmica que ya se arrastra desde hace más de una década. De hecho, desde 2012 no se ha registrado un otoño con valores por debajo de la media histórica.

Inicios octubre: dominio del anticiclón

Las previsiones a corto plazo apuntan a que el anticiclón seguirá siendo protagonista en Galicia. Los primeros días de octubre están marcados por tiempo estable, cielos despejados y temperaturas que han llegado a alcanzar los 30 grados en el interior.

Sin embargo, la llegada de una borrasca al Reino Unido podría traer lluvias débiles y un descenso térmico pasajero antes de que las altas presiones vuelvan a imponerse.

En definitiva, Galicia afronta un otoño inusualmente seco y cálido, un patrón que confirma el impacto del cambio climático en la región y que anticipa nuevos desafíos en la gestión del agua, la prevención de incendios y la adaptación a un clima cada vez más extremo.

Un verano extremo como antesala

El balance del verano refleja un comportamiento climático excepcional. Infante recordó que 2025 ha sido el verano más cálido en Galicia desde 1961, con una anomalía de 2,2 grados por encima del promedio. Junio resultó «extremadamente cálido», mientras que julio y agosto se catalogaron como «muy cálidos».

Además, la estación estuvo marcada por la escasez de precipitaciones: apenas cayó el 45 % de la lluvia habitual, lo que provocó que muchas zonas del sureste gallego, Orense y el sur de Lugo registraran incendios forestales de gran magnitud.

En este contexto, el mes de agosto fue especialmente significativo. La ola de calor entre el 3 y el 17 se convirtió en la más larga de la serie histórica, con temperaturas que rozaron los 43 grados en Ribadavia.