Fachada del autoservicio SAAS en la calle Claudio Marcelo

Fachada del autoservicio SAAS en la calle Claudio Marcelo

El primer supermercado netamente cordobés

Rafael de La-Hoz fue el encargado de diseñar el local

1959 fue un año crucial para la economía española. En julio de ese año se aprobaba el Plan Nacional de Estabilización Económica, que suponía dejar atrás el régimen de autarquía y abrir el país a una mayor flexibilidad. Éste fue el pistoletazo de salida de lo que se vendría en llamar el desarrollismo, ya que con una economía liberalizada la actividad creció como la espuma y tuvo su consecuencia directa en el nacimiento de la clase media.

En estos años, el día a día de los españoles se iba modernizando a pasos agigantados, el turismo masivo llamaba a sus puertas y los adelantos tecnológicos se incorporaban a la vida cotidiana. Sólo faltaba actualizar los usos y costumbres de la población, pero eso iba a tener remedio en muy poco tiempo.

En estos años, el abastecimiento de los domicilios se hacía prácticamente casi a diario, por aquello de carecer aún de frigoríficos que conservasen adecuadamente los alimentos en los hogares. Por esto, los mercados eran los puntos de reunión multitudinarios de cada mañana, donde las compras se hacían casi en las cantidades que se iban a consumir en el día.

Los autoservicios

El cine fue un elemento precursor del futuro que estaba por llegar a los españoles. En la gran pantalla aparecían de vez en cuando unos establecimientos en los que los clientes cogían los productos directamente de unas grandes estanterías, algo impensable para quienes no conocían más método de compra que guardar la vez ante el mostrador y pedir uno a uno los alimentos. No había otra.

Fue el propio régimen el que impulsó la llegada de los autoservicios locales. La Comisaría de Abastecimientos y Transportes trasladó la iniciativa a los sindicatos verticales, concretamente al grupo de Mayoristas y Detallistas de Alimentación. Así pues, fue capital netamente cordobés el que puso en marcha la Sociedad Anónima de Alimentación y Supermercados (SAAS), con el objetivo de modernizar los hábitos cotidianos de los cordobeses. Su presidente era José Barrena y estaba formada por Francisco Gómez, como vicepresidente; Juan Manuel Jiménez, como secretario; José Fabra, gerente, así como por Víctor García y José Diéguez.

Esta sociedad local se puso en marcha ante el empuje del capital foráneo. Ese mismo año se planeaba en la calle Eduardo Lucena la apertura de un supermercado de Galerías Preciados que ya marcaba el camino por el iba a discurrir el sector en los próximos años. No había tiempo que perder.

El local escogido para el autoservicio SAS tenía una ubicación estratégica. Estaba situado en la calle Claudio Marcelo 2, a un paso tanto de la pujante plaza de las Tendillas como de la Corredera, que aún era el punto de cita diario para la compra. El edificio aún se conserva, está situado tras el Templo Romano y en lo que fue el supermercado SAAS alberga en la actualidad a la renovada Taberna El Gallo.

La inauguración

La decoración del supermercado se le encomendó a Rafael de La-Hoz, quien desplegó su buen hacer tanto en la distribución de los espacios interiores como en la decoración exterior. La inauguración estaba prevista para el 24 de octubre de ese año, fecha cordobesa por excelencia, pero ciertos imponderables la retrasaron al 8 de diciembre, que tampoco está mal. Finalmente, Galerías Preciados abrió su supermercado en septiembre, por lo que ganó la carrera por tres meses.

Lo que más llamó la atención a los cordobeses que estrenaron este local de Claudio Marcelo con amplias cristaleras a la calle era el régimen de autoservicio, donde no tenían que esperar a que les dijeran si había tal o cual producto. Ellos lo podían ver directamente en unas estanterías, donde estaban expuestos y donde, además, se les ofrecía la libertad de elegir entre uno u otro por calidad, tamaño o precio, una experiencia inédita hasta el momento.

Además, al igual que en las películas, el deambular por el supermercado empujando un carrito o una cesta metálica, algo que con el paso del tiempo se ha convertido en una rutina más de la sociedad de consumo.

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