Fragmento de la película "Joseíto de Málaga"

Fragmento de la película «Joseíto de Málaga»

Un ole por la Filmoteca de Andalucía

Sensibilidades dispares, el cine y los toros, que se prestan emociones para disfrute del personal y fomento de esa funesta manía que es el pensar

Ayer, con motivo del primer Día Internacional de la Tauromaquia, promovido por la Fundación Toro de Lidia, la Filmoteca de Andalucía tuvo la valentía de proyectar tres películas taurinas. «Alternativa de Joseíto en Málaga», de 1920, «Mejores faenas de Manolete», documental montado en 1984, y «Centenario de la Malagueta», de 1976, conformaron el programa de la proyección. Tres piezas distintas que permitían descubrir no pocas cosas. En primer lugar, la evolución de la técnica taurina, tan palpable como la cinematográfica. En segundo lugar, los públicos, abrumadoramente masculinos en 1920, con escasísimas mujeres recluidas en un tendido de la andanada, y alguna, sin sombrero, desperdigada por el tendido, para aumentar extraordinariamente su número en los años cuarenta y llegar a una presencia fundamental en la pieza de la Malagueta de finales del siglo XX.

La tercera de las ideas fundamentales extraídas de la sesión tuvo que ver con la vigencia de Manolete. A pesar de que la cinematografía aún no había reducido su velocidad de exposición, el magnetismo, el empaque, la emoción, la quietud, la elegancia, la torería de Manuel Rodríguez inundaron la sala de un aroma más moderno y valioso que el que vemos hoy cualquier tarde. Para que luego digan que no es el artista más influyente y con el legado más vigente de cuantos hayan interpretado este arte de la tauromaquia. Mínimo material, máximo contenido. Con la estocada como ejemplo de construcción de una propuesta distinta a lo anterior y maestra de lo posterior. Sin poses, sin tiempos marcados, sin ventaja. Liar la muleta, levantar el estoque y, en corto y por derecho, como una vela, esconderlo hasta los gavilanes. Ni un solo aspaviento, ni una sola concesión. Menos es más. Soberbia intimidad expuesta que sigue maravillando a los públicos ochenta años después.

José Gómez Roca "Joseíto de Málaga"

José Gómez Roca «Joseíto de Málaga»

Pero lo más gratificante, además del hecho de que la Filmoteca haya restaurado quince minutos de una película muda de los años veinte dedicada a un torero de segunda fila como José Gómez Roca, lo supone el ejercicio de la libertad. Un ejercicio ejercido por una institución que tiene la obligación de atender todas las sensibilidades que en su arte, el cinematográfico, se den cita. Y en este caso, el taurino es indispensable. No olvidemos que los Lumière proyectan la primera película el 22 de marzo de 1895 y seis meses después ya tienen material de Mazzantini grabado en Madrid y otro en la plaza de toros de Sevilla. No ha pasado ni un año. Esto prueba la cercanía, el interés y la conexión entre ambas artes, por mucho que les pese a algunos que defienden sólo la cultura que ellos consideran. Sensibilidades dispares, el cine y los toros, que se prestan emociones para disfrute del personal y fomento de esa funesta manía que es el pensar.

Me alegro mucho por la Filmoteca, a la que felicito y animo a continuar transitando por este camino de reivindicación y de libertad. Material hay. Ganas más. Vamos pues con este toro.

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