Rafael González
MúsicaRafael González

Los Secretos lo enseñan todo en Córdoba

La banda madrileña llenó la Sala Impala y ofrecieron un concierto marcado por sus grandes éxitos y mucha nostalgia

Córdoba Actualizada 17:39

Los Secretos en Córdoba

Los Secretos en CórdobaSamira Ouf Calero

Llegaban Los Secretos a Córdoba una noche de viernes sobre una Sala Impala mojada y muchos se relamían en busca del elixir de la eterna juventud que no existe pero que la música presta. Además de un excelente medio para viajar en el tiempo, las canciones suenan como fotografías detenidas de una época que ya no es pero que se revive a lo largo de tres o cuatro minutos, o los casi 90 que duró el bolo de Álvaro Urquijo y los suyos anoche en una sala repleta – algo más de mil personas- en un polígono oscuro y ajado donde aparcar es una aventura o directamente una infracción sobre la acera.

Y no llamen a un taxi porque, con lluvia y varios eventos a la vez, es misión imposible. Lo del servicio de taxi cordobés ya no merece ni el desprecio que el gremio parece tener por los usuarios sobre todo en días así.

A pesar del cambio de sala anunciado hace un mes y con el que salieron ganando en cuanto a aforo, Los Secretos desplegaron un ejercicio de veteranía y oficio propio de una banda que comenzó cuando Adolfo Suárez era presidente del Gobierno, con sus idas y venidas, fallecimientos de miembros y colaboradores y crisis varias del negocio discográfico. La mayoría de las crónicas y ensayos al respecto coinciden en que la Movida nació en 1980 durante el concierto homenaje a Canito, batería y vocalista del grupo Tos- embrión de Los Secretos- pero el público que anoche se dio cita en La Impala está (estamos) ya más cerca del Imserso que del Rockola. No pasa nada: impasible el ademán, los ahora boomers o miembros de la Generación X (antes conocidos como carrozas) tienen mecha y ánimo para rato, seguir pagando impuestos y, con un poco de suerte, ver a Pedro Sánchez en el talego.

Los Secretos, en Córdoba

Los Secretos, en CórdobaSamira Ouf Calero

Arrancó el asunto con Agárrate a mí, María, aquella canción inédita de su primer Grandes Éxitos que acabó convirtiéndose en un éxito en sí mismo que casi devora a los de la compilación. Con el tarro de las esencias ya destapado Los Secretos ejecutaron con mecánica disciplina y sin mucha emoción Dos caras distintas, La calle del olvido, Mi paraíso (del último álbum de estudio hasta la fecha) y Desapareces, para llegar a una celebrada Échame a mí la culpa, versión del éxito de Albert Hammond que a su vez era versión de la original del mejicano Farrusquilla y allá en el otro mundo en vez de infierno encuentres gloria y el público congregado en la sala la cantó con gusto y alborozo. Ramón Arroyo había cambiado para entonces ya dos veces de guitarra sin más gesto en su rostro que el producido, quizá, por un molesto ardor de estómago. Sonaría después Cambio de planes y No me imagino, sobre la que Álvaro Urquijo contó cómo por esa canción, incluida en el álbum Algo más de 1983, les echaron de Polydor por el giro que dieron hacia el country, estilo con el que finalmente triunfaron y hoy les trae aquí, cuarenta y dos años después.

Ramón Arroyo ahora tenía una guitarra de dos mástiles y seguía sin sonreir mientras sonaban Qué solo estás, y En contradirección , pieza inédita de un próximo álbum que el respetable recibió con silencio. Entre las doce canciones «inevitables» que el setlist de Los Secretos debe contener, según Urquijo, sonaron también Buena chica, Quiero beber hasta perder el control, Trenes perdidos, Ojos de gata, Pero a tu lado, Otra tarde, Te he echado de menos, Por el bulevar de los sueños rotos y Ojos de perdida, ésta como última del concierto antes del único bis y guiño melancólico (para los más puretas) a lo que sería este tramo extra que abrieron con Aunque tú no lo sepas, de Enrique Urquijo y Los Problemas, que estuvo arropada por las luces de los móviles porque ya no hay mecheros ni se fuma ni nada de nada. Sobre un vidrio mojado, Niño mimado, y Déjame cerraron un concierto sin efectos especiales ni proyecciones sobre pantallas de LED, solo con la verdad y maestría de seis músicos veteranos y una ristra de coplas que forman parte de la cultura popular española por derecho propio.

Los Secretos, en Córdoba

Los Secretos, en CórdobaSamira Ouf Calero

A las 11 y media ya estaba todo el pescado vendido y los que no se quedaron en la Impala cantando Sabor de amor y Bailando, desfilaron a su olivo pensando que hay que ver lo rápido que pasan los años, dónde se puede cenar en Córdoba a partir de esa hora y si les tocará cobrar pensión o no.

De pedir un taxi, nada. Para qué.

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