De comienzo en comienzoElena Murillo

Teresita y la confianza en el amor de Dios

Actualizada 05:05

El pasado domingo 15, día en que la Iglesia católica celebra la fiesta de Santa Teresa de Ávila, o de Jesús (nombre que tomó en su consagración), el Santo Padre Francisco nos regalaba una nueva exhortación apostólica dedicada a otra santa carmelita, Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz (más conocida como Teresita de Lisieux o Teresita del Niño Jesús).

En el ciento cincuenta aniversario del nacimiento de Teresita, este documento pastoral se centra en el amor misericordioso de Dios. A lo largo de cincuenta y tres puntos, el Papa Francisco va desarrollando el texto como si estuviera esparciendo los pétalos resultantes de deshojar las rosas que la santa anunció al conjeturar su propia muerte: «después de mi muerte haré caer una lluvia de rosas»; y que el Santo Padre también cita en el punto 45: «Al final sólo cuenta el amor. La confianza hace brotar las rosas y las derrama como un desbordamiento de la sobreabundancia del amor divino».

Fácil de leer, todo el pasaje refleja una profundidad excelente al recoger la síntesis del amor experimentado por la protagonista, el amor a Jesús que su corta estancia en el Carmelo permitió contagiar a sus hermanas de la Orden.

La doctrina de Teresa de Lisieux se pone de relevancia como un venero al que hay que ir a beber. De sus enseñanzas se desprende que gracias a la contemplación se puede estar en disposición de empezar a amar a Dios, de entablar una relación sincera con Él. Escribe el Papa en el punto 29 que «el pecado del mundo es inmenso, pero no es infinito. En cambio, el amor misericordioso del Redentor, este sí es infinito». Y más adelante añadirá «Teresita tiene la viva certeza de que Jesús la amó y conoció personalmente en su Pasión» (Cést la confiance, 33).

La primera parte del documento recoge una justificación y una breve reseña sobre la santa carmelita. A continuación se desarrollan cuatro capítulos: Jesús para los demás, El caminito de la confianza y del amor, Seré el amor y En el corazón del Evangelio. Casi al final, a modo de síntesis, en siete claves se recoge la actualidad de Santa Teresa del Niño Jesús: «En un tiempo que nos invita a encerrarnos en los propios intereses, Teresita nos muestra la belleza de hacer de la vida un regalo. / En un momento en que prevalecen las necesidades más superficiales, ella es testimonio de la radicalidad evangélica. / En un tiempo de individualismo, ella nos hace descubrir el valor del amor que se vuelve intercesión. / En un momento en el que el ser humano se obsesiona por la grandeza y por nuevas formas de poder, ella señala el camino de la pequeñez. / En un tiempo en el que se descarta a muchos seres humanos, ella nos enseña la belleza de cuidar, de hacerse cargo del otro. / En un momento de complicaciones, ella puede ayudarnos a redescubrir la sencillez, la primacía absoluta del amor, la confianza y el abandono, superando una lógica legalista o eticista que llena la vida cristiana de observancias o preceptos y congela la alegría del Evangelio. / En un tiempo de repliegues y de cerrazones, Teresita nos invita a la salida misionera, cautivados por la atracción de Jesucristo y del Evangelio» (Cést la confiance, 52).

La lectura de esta exhortación nos invita a sumergirnos de nuevo en la Historia de un alma, la obra de Teresita, o a poder conocerla mejor si aún no la hemos leído.

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