tribuna libreLuis Marín Sicilia

Caimanes en el camino

Personalidades significadas, de trayectoria inequívocamente socialdemócrata, palidecen ante la deriva del actual PSOE

Actualizada 05:00

Cuenta Antonio Caño en su libro sobre Rubalcaba, que en junio de 2016, durante unos cursos de verano de la Universidad Complutense en El Escorial, el ex secretario general del PSOE soltó la siguiente perla: «Pablo Iglesias no puede seguir jugando con la gente y decir que hay posibilidad de un Gobierno de izquierdas cuando no es verdad. Lo que él propone no es un Gobierno de izquierdas, porque, que yo sepa, PNV y CDC no son de izquierdas y Esquerra es independentista. Eso no suma, sería una ‘investidura Frankestein’. El tiene un partido variopinto con independentistas, anticapitalistas y ecosocialistas; a el puede ser que no le choque hacer una investidura con independentistas, pero el PSOE no puede hacerlo». Dos años después el partido socialista si pudo hacerlo porque Sánchez se encamó con todos aquellos que el PSOE de Felipe, Guerra, Rubalcaba y tantos compañeros decentes que encumbraron al mejor PSOE de su historia jamas lo hubieran hecho, por honradez y por sentido de Estado.
Aquel hombre ambicioso va cumpliendo con creces la profecía que el propio Rubalcaba diagnosticó al manifestar que, «de llegar a presidir el Gobierno sería la mayor desgracia para el partido y para España». La última línea roja que ha sobrepasado es la de amnistiar, contra toda lógica jurídica y razón política, a los terroristas que pusieron en riesgo la paz social, las instituciones democráticas y los principios constitucionales, subvirtiendo el orden democrático, con grave riesgo para personas y entidades. Unos días antes de tamaña aberración la portavoz socialista en el Parlamento Europeo Iratxe García había dicho solemnemente que «la amnistía a delitos de terrorismo no cabe en Europa por excluirlos el artículo 2». El ministro de Justicia (¡de Justicia!) Félix Bolaños ratificaba veinticuatro horas antes del desafuero que «el terrorismo estaría exceptuado de la amnistía», mientras el titular de Transportes Oscar Puente repetía la misma canción que interpretaban a coro todos los responsables socialistas: «el terrorismo no puede estar presente como delito amnistiable; es una línea roja». Minutos después de bajarse los pantalones ante los delincuentes redactores de su propia amnistia, el coro putrefacto de la desverguenza pretende burlarse de todos los españoles haciéndonos tragar conque ahora hay terroristas buenos y terroristas malos.
Conviene que no se cansen con más explicaciones banales. Los españoles lo que distinguen con toda nitidez es a las personas honradas de las sinverguenzas. Las primeras respetan a los demás, generan confianza y se respetan a sí mismas. Las segundas son pícaros desvergonzados, ayunos de principios y faltos de vergüenza. El oportunismo sanchista, la desmedida ambición de poder que se ha expandido como un virus en todo el entramado del actual partido socialista, ha llegado al límite del deshonor, ese al que se refería Burdett A. Rich aseverando que «la honradez se detiene ante la puerta y llama; el soborno entra». Y ya tenemos sobradas muestras de quienes, en el tablero de la política actual, corrompen todo tipo de controles que impidan la plenitud de su ilimitado poder, ese que van construyendo saltándose todos los candados de la Transición y de la división de poderes.
Ahórrense pues todos esos relatos que pretenden tomarnos por tontos. Ríanse de los que, por sectarismo o borreguismo, están dispuestos a tragarse sus mentiras, pero dejen de ofender la inteligencia humana. Se trata de gozar del poder, cueste lo que cueste. Hoy son los terroristas, como antes fueron los golpistas, los separatistas y los populistas. Y mañana, si preciso fuera, vaciarían las cárceles si de los presidiarios dependiera el usufructo del poder. Como dijo Chamfort, el egoísta pegaría fuego a nuestro casa para freír un par de huevos. Ese es el egoísmo de quien lidera el Gobierno Frankestein, un gobierno que Rubalcaba pensaba que jamás podría hacerlo el PSOE, un individuo que estaría dispuesto a vender a su madre en un trato, pero que luego, como dijo Pérez Reverte, entregaría a la nuestra a la hora de cumplirlo.
Personalidades significadas, de trayectoria inequívocamente socialdemócrata, palidecen ante la deriva del actual PSOE, sumergido en un populismo bolivariano de inequívoca vocación iliberal, al que la ley no le afecta porque la ley son ellos mismos olvidando la sujeción al ordenamiento jurídico que el artículo 9 de la Constitución impone a los poderes públicos. Pero ese camino emprendido por Sánchez, en palabras de Juan Luis Cebrián, está lleno de caimanes que él mismo alimenta. Esperemos que sean estos reptiles depredadores quienes acaben con el antes de que termine con la España constitucional que tanto esfuerzo y compromiso costó construir desde el consenso.
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