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Errores imperdonables

Actualizada 05:00

La derecha española suele caer infantilmente en errores que a veces le producen daños irreparables. Y parece que no van a aprender. Ha bastado que un Puigdemont cercado por la Justicia y por el Parlamento Europeo haya dicho que si hubiera apoyado la investidura de Feijoo no le hubiera pasado lo que le está ocurriendo para que el coro mediático del sanchismo se pusiera en marcha para provocar al PP demandándole explicaciones. Y lo peor es que haya caído en la trampa y se haya abierto un debate sobre algo que ya estaba más que claro: el PP contactó con los de Junts sobre su posible apoyo a la investidura de Feijoo y, oídas sus pretensiones sobre la amnistía, se acabaron los contactos ya que la inconstitucionalidad de la medida impedía al PP cualquier pacto en la materia.

Absurdamente los populares han entrado en el juego con explicaciones que pueden entenderse erróneamente. Hay algo elemental en la lucha política: huye de todo aquello que haya que explicar innecesariamente. Con haber reiterado lo que siempre se dijo era más que suficiente. Porque, además, las palabras de Puigdemont lo que ponían de manifiesto es que Feijoo no fue presidente porque no aceptó las pretensiones del fugado. Es decir, que el líder popular no fue presidente porque no quiso, tal como él mismo dijo en sede parlamentaria entre la risa chulesca de Sánchez. Y no quiso porque todavía hay algunos políticos con principios.

Entrar en explicaciones sobre algo ya sabido y que además se corresponde con la conducta mantenida en todos los frentes, político y judicial, por el PP ante la amnistía de la impunidad, es un error que hace el juego a un socialismo experto en embarrar el terreno de juego. Y por si fuera poco, los de Vox vuelven a servir en bandeja el argumentario sanchista, con esa ridícula obsesión por un juicio de intenciones, incluso disparatando conque, en el fondo, lo que el PP pretende es blanquear a Sánchez.

Si estuviéramos en un país normal la cuestión se sustanciaría en dos minutos. Feijoo no ha dicho nada que se oponga a su permanente conducta desde su investidura fallida: que contactó con los de Puigdemont y, ante sus pretensiones, cortó las negociaciones porque la amnistía es inconstitucional. Y prueba de ello son todas las iniciativas adoptadas en la materia por parte de su grupo, totalmente coherentes con ello. Todo lo demás son juicios de intenciones sobre si hubiera o no concedido unos indultos que, al fin y al cabo se producirían después de haber juzgado a los fugados, haber sido condenados y haberse arrepentido, tal como exige dicha medida de gracia. Por cierto, que tales requisitos, sobre todo el arrepentimiento, los concedió Sánchez a sus actuales socios sin haberse cumplido y en contra del criterio del tribunal sentenciador y de la fiscalía. ¡Como para dar lecciones de coherencia y honestidad!

Como lo de los «pelets» no le ha funcionado a Sánchez, ahora se manipula con pretensiones presuntas sobre que hubiera hecho Feijoo de aceptar el pacto con Puigdemont. Eso es lo mismo que elucubrar con lo que haría alguien si le tocara la lotería a la que no había jugado. Como Feijoo no aceptó lo que si aceptaron las tragaderas de Sánchez, lo demás sobra. Cada uno es responsable de sus actos. Y lo único cierto es que mientras unos gobiernan con el compromiso de conceder la impunidad a unos golpistas, otros se negaron a comprarle los votos cambio de esa impunidad. Todo lo demás son suposiciones de lo que pudo ser y no será. Y seguir mareando la perdiz, tal como pretende el orfeón papagayo del sanchismo, con el apoyo inconsciente del sector más radical de la derecha, sería persistir en un error imperdonable.

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