tribuna libreLuis Marín Sicilia

Lo sabía y lo tapó

Hoy queda patente la falsedad de aquella pretendida solidaridad progresista de un partido y un Gobierno entregados a hacer negocio sucio

Actualizada 05:00

«Lo sabía y lo tapó» le espetó sin circunloquios Feijóo a Sánchez el pasado miércoles en la sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. Y aunque el señalado se saliera por la tangente, distrayendo la atención sobre pasadas conductas de sus adversarios ya enjuiciadas, los términos de la acusación eran tan rotundos como ciertos. Sabía lo que hoy todos vamos sabiendo, porque esa debió ser la causa por la que había prescindido de su mano derecha en julio de 2021 como ministro de Transportes. Y lo tapó porque un escándalo de la envergadura que se va conociendo exigía ponerlo en conocimiento de la autoridad judicial, si es verdad esa proclama que hoy repiten como cacatúas de que colaborarán con la justicia, caiga quien caiga. Eso procedía haberlo hecho en su momento, no ahora cuando te han cogido con el carrito del helado.
Hay cosas que el ciudadano no perdona. Y una muy importante es que alguien se enriquezca a costa del sufrimiento de la población. El pudridero en que el PSOE convirtió el tráfico de mascarillas, mientras una población confinada cantaba, presa de inquietud y sobreponiéndose al miedo, aquello de «Resistiré», ha provocado la náusea, el hartazgo y el desprecio hacia quienes hacían negocio sucio al tiempo que millones de ciudadanos vivían angustiados sometidos a regulaciones de empleo agravado por la espada de Damocles de una incertidumbre sobre la suerte final de la pandemia.
De igual forma que se acreditó la falsedad sobre un inexistente comité de expertos, y de igual forma que se abusó de la paciencia ciudadana sometiéndonos a estados de alarma ilegales, hoy queda patente la falsedad de aquella pretendida solidaridad progresista de un partido y un Gobierno entregados a hacer negocio sucio a costa del dinero público y del sufrimiento de la comunidad. Porque, por acción unos y por omisión otros, son políticamente responsables todos de los desafueros cometidos por culpa de un estilo de gobernar cínico y subrepticio.
Habrá que esperar a la acción de la justicia para ir depurando responsabilidades, pero los datos que se van conociendo, pese al chivatazo que parece alertó hace tiempo a la trama, son tan graves que, con lo poco conocido, la presidencia del Congreso de los Diputados debe ser la que siga la suerte ya iniciada por el exministro Abalos. Y atentos a lo que ocurra con algunos ministerios y algunas Comunidades Autónomas.
Un Gobierno que no tuvo reparo en rebajar el delito más grave de un gobernante que es la malversación, para ganarse el favor de unos golpistas, y que derogó la sedición dejando desarmado al Estado ante los ataques rupturistas que agreden a la soberanía nacional, no es un Gobierno fiable ante los hechos que hoy se investigan judicialmente. Basta con oír al ministro de Transportes alegando que no es preciso que los jueces trabajen porque luego los políticos los van a indultar: amnistía para los nuestros y aquí solo delinquen los contrarios. Porque esta es la conclusión a la que cualquier ciudadano con un mínimo de objetividad puede llegar. Si por siete votos se están poniendo en riesgo principios constitucionales esenciales, ya podemos imaginar que no hay límites para salvarse a sí mismos de la quema.
Por fortuna, todavía no han llegado a tiempo de invadir todas las estructuras institucionales del Estado, como sin duda era su propósito. Y dos diques esenciales como el poder judicial y los cuerpos de seguridad del Estado son hoy, pese al cerco a los unos y a la marginación de los otros, elementos esenciales para esclarecer una trama corrupta y la responsabilidad de quienes, sabiéndolo, no colaboraron con la Justicia.
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