editorialla voz de Córdoba

La belleza

Actualizada 05:00

El pasado jueves tuvo lugar por segundo año el evento ‘Ver Iglesia’, en su edición de 2024, una oportuna y necesaria presentación de la vida diocesana y un ejercicio de transparencia de la Iglesia en Córdoba. Necesaria porque toda acción comunicativa que la Iglesia realice para dar a conocer su labor es un ejercicio de tremendo valor en una sociedad inundada de mensajes en sentido contrario. Es por ello que el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, inició su saludo en el acto poniendo énfasis en una expresión: «No somos parásitos», dejando claro, como suele hacer el prelado, el papel que desempeña la Iglesia en la sociedad, una institución que ayuda, acoge, soporta y abraza. Y ello gracias a la aportación directa de los fieles y a la asignación tributaria establecida desde 2007, la famosa casilla que se nos invita a marcar en cada declaración de la renta.Y lo que a la Iglesia llega, la institución lo devuelve con creces.

Una presentación oportuna también por cuanto de confuso, tenebroso y desalentador nos ha tocado vivir en estos tiempos. Hace solo una semana se convertía en comentario generalizado la decadencia de un festival, el de Eurovisión, carente a estas alturas del más mínimo sentido artístico, repleto de seres grotescos, de actuaciones sexualizadas (todo en él está sexualizado) y ejemplo claro de una sociedad y varias generaciones de europeos perdidos en el hedonismo consumista y con unas vidas que cuando menos se nos antojan vacías. Ha habido mucho empeño en vaciar la vida de la gente llenándola de falsos ídolos - lo sigue habiendo- y otro claro ejemplo de ello es la eutanasia permitida a una joven holandesa porque no se ve capaz de superar una depresión. La muerte se ofrece como salida fácil y única ante el sufrimiento y los inevitables obstáculos de la vida, o como derecho indiscutible sin tener en cuenta el valor innegociable de los más indefensos e inocentes.

Por contra, el mensaje de esperanza y trascendencia que Cristo ofrece a través de su Iglesia llena de sentido, de alegre aceptación y de belleza las vidas de aquellos que lo acogen. Aunque de manera tangencial y breve, se pudo apreciar en la presentación de ‘Ver Iglesia' la belleza de los jóvenes que participan en la Misión Diocesana de Hinojosa del Duque; la belleza de los voluntarios del Café en Familia de la parroquia de San Miguel Arcángel para aquellos que se quedan solos; la belleza del silencio, austeridad y sencillez del Yermo Camaldulense; la belleza en el hogar cedido por la Hermandad del Vía Crucis a las personas que han sido trasplantadas de médula en el Hospital Reina Sofía de Córdoba; la belleza del auto sacramental contemporáneo ‘Effetá’; la belleza en la alegría clara y el futuro que se vislumbra en los niños del Campamento Puerta Verde de la parroquia de Santa Luisa de Marillac, en el Polígono Guadalquivir de Córdoba, adornada con la belleza, también, de un cantante de los que no veremos en esa Eurovisión podrida: Álvaro Vizcaíno.

Además de todo ello se presentaron las cuentas de la diócesis, que pueden ser consultadas libremente por quien lo desee a través de su página web, donde hay un enlace específico para hacerlo.

Esa es otra belleza, la de la transparencia. La que exigen por ley aquellos que no se la aplican cuando de prebendas y negocios familiares se trata, acusando de antidemócratas a los que por justicia la piden, mientras contemplan, como Narciso, la belleza inútil de su persona en un espejo que finalmente se acabará quebrándose.

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