La verónicaAdolfo Ariza

Panem et circenses

Si el nivel medio de atención está, más o menos, por los mismos niveles de lo que hasta hace nada era un anuncio, concentrarse en una serie va a ser cuestión de unos pocos «titanes de la atención»

En opinión de Chesterton, «los teóricos democráticos del siglo XVIII habrían considerado proféticamente, “aunque a regañadientes», que nuestra sociedad «vasta y nebulosa» requeriría «la mano de un César y el panem et circenses». Si acertaron tanto los citados teóricos como el mismo Chesterton es cuestión del juicio particular de cada uno y, sin embargo, me gustaría a través de estas líneas proponer dos datos que pueden ayudar a ilustrar el cumplimiento o no cumplimiento de la profecía.

El primero de ellos viene dado por el reciente anuncio por parte del Gobierno de España, para este 2026, de una subida del 11’4 por ciento de las pensiones no contributivas, frente a un modesto 2’7 por ciento de incremento para las pensiones contributivas. En principio no es razonable dudar de la pertinencia de semejante ejercicio de justicia social; pero, al mismo tiempo, no es menos razonable preguntarse por el lugar en el que queda una hipotética «cultura del esfuerzo» y la preponderancia de una «cultura de la dependencia». Puede que así se siga sembrando una ínfima pero fecunda semilla que deja de premiar el ahorro, la cotización y la previsión para fomentar un clientelar sistema asistencial de subsistencia. Chesterton lo dejó bien claro: «El factor moral, que es también, en todos los sentidos, lamentablemente, un factor profundamente material. Es lo que los científicos, o aquellos que se consideran como tales, suelen llamar el factor económico».

El segundo de los datos vendría dado por el anuncio del fin de la serie televisiva Stranger Things. En opinión del experto en series y profesor de la Universidad de Navarra, Alberto Nahum, «la fuerza cultural de la ficción televisiva lleva años en caída, sobre todo para series de largo recorrido». Parece que competir con las infinitas posibilidades y estímulos de, véase por ejemplo, TikTok o Youtube no sienta nada bien a las citadas series. Si el nivel medio de atención está, más o menos, por los mismos niveles de lo que hasta hace nada era un anuncio, concentrarse en una serie va a ser cuestión de unos pocos «titanes de la atención». Nahum lo ve muy claro: «Con tanta plataforma y tanto producto intentando llamar la atención parece que el público se ha acostumbrado a estar en una rueda constante de novedad y de ‘serie del año’ prácticamente cada mes. Hay una inflación de interés, un reclamo exagerado que te vende ‘acontecimientos’ que realmente no lo son. Eso genera en los espectadores que quieran estar más a la última, una sensación de urgencia permanente que acaba cansando». Así las cosas, puede que el verdadero diagnóstico sea resumible en la fórmula «amnesia por saturación».

Decía el teólogo dominico francés Le Guillou, allá por los Setenta, que «estamos invitados a discernir en la noche que nos envuelve, y en el desmoronamiento que mina en nosotros todas las certezas». Ahora bien, y por el más elemental ejercicio de contraste con los dos datos precedentes, ¿dónde han quedado el cuestionamiento de la autoridad de un joven de los Setenta o los Ochenta y la crítica a la cultura contemporánea larvada en el desenganche intelectual en nombre de la revolución? Para el que suscribe no sería nada idílico un «revival» de alguna de las versiones del marxismo o el deconstructivismo de Derrida, por poner dos ejemplos de la época. Pero tampoco es buena señal el adocenamiento, la apatía o la mismísima banalidad. El engrudo de inmediatez y sentimentalismo no conduce sino a «la estandarización de un estándar bajo» (Chesterton dixit).

El joven con poca atención e invitado al subvencionismo no contributivo todavía puede «considerar la existencia como incursión»; como «una gran aventura» que «debe ser juzgada no por las calamidades que enfrenta, sino por la bandera que sigue y la alta cuidad que asalta». De nuevo Chesterton: «La cosa más peligrosa del mundo es estar vivo; siempre estamos en peligro de perder la vida. Pero quien rehúsa esta verdad es un traidor al gran esquema y experimento de la existencia».