Juan José Primo Jurado

Juan José Primo JuradoJesús D. Caparrós

Juan José Primo Jurado, pregonero de la Semana Santa de Córdoba

«Las hermandades que triunfan son las que lo hacen bien, no las que quieren llegar las primeras»

La carrera oficial abre hoy sus puertas para vivir una fiesta que fue pregonada por un observador privilegiado

Pregonar la Semana Santa es anunciar aquello que se conoce y se vive con intensidad. Tradicionalmente se considera el pórtico de la celebración religiosa que durante unos días paraliza por completo la vida de las ciudades meridionales, para asombro de quienes viven de Despeñaperros para arriba.
El pasado Sábado de Pasión le correspondió este honor a Juan José Primo Jurado, cofrade activo de la Sentencia, profesor, historiador, actual director del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) y sobrino de canónigo, que también imprime carácter. En su pregón ofreció un anuncio de la Semana Santa que fue todo un recorrido en espiral por la ciudad: desde los barrios de nueva creación, con las hermandades más recientes, hasta llegar al meollo de Córdoba, a la Ajerquía y la Villa, donde se concentran las cofradías que cuentan con siglos de historia a sus espaldas y con un valioso patrimonio acumulado a través de este tiempo.
Primo Jurado fue fiel a sí mismo en su pregón y ofreció lo que se esperaba: el conocimiento de la ciudad, de sus cofradías, de sus templos y sobre todo una visión desde la espiritualidad que a veces se echa en falta en el mundo cofrade actual.
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-Va a ver la Semana Santa de este año con unos ojos diferentes?
-Si, obviamente. La voy a ver primero con los ojos de haber prestado un servicio a la ciudad haciendo el pregón de la Semana Santa que me ha salido del corazón y también de la cabeza, y la voy a ver con más ilusión si cabe, me voy a fijar en más detalles. Me va a tocar más la fibra sensible. Lo reconozco.
-¿Qué ha aprendido de la experiencia de hacer y decir el pregón?
Pues que tenemos una Semana Santa preciosa. La Semana Santa de las calles, potente en historia, potente en devociones, potente en imágenes, en hermandades. Creo que si las imágenes, como dice el Concilio Vaticano, son las medianeras entre la humanidad y la divinidad significa que vamos por buen camino. De esas tres semanas santas de que se habla: la de las calles, la del corazón y la de los templos, creo que la de las calles y el corazón están bien pero hay que ver si la Semana Santa de los templos marcha a buen ritmo. Me gustaría que fuese también así.
-¿Qué habría que hacer para que esa Semana Santa de los templos cogiera fuerza?
-Empezar por nosotros mismos, por los cofrades. El cofrade debe tener un sentido fraternal de la vida y de la historia pero también tiene que ser un cristiano que dé testimonio con el ejemplo y con la palabra. Y el primer ejemplo es asistir a los oficios en Semana Santa.

Córdoba es una ciudad seria, discreta, que valora el trabajo que se hace poco a poco"

-¿Qué le aporta Córdoba a su Semana Santa?
-Córdoba es una ciudad tan cargada de historia, tan importante, con tanto peso de patrimonio, que creo que a la fuerza le aporta un sello, por supuesto invisible, un poso de sabiduría. Al final las hermandades que triunfan son las que lo hacen bien, no las que cogen una carrera y quieren llegar las primeras a unas ciertas metas. Y eso lo da Córdoba, que es una ciudad seria, discreta, que valora el trabajo que se hace poco a poco. Y Córdoba da mucho señorío. Estoy convencido de que es una ciudad muy señora. Entonces, las hermandades que van por una línea de señorío triunfan sin duda.
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-¿Esto es posible hoy día, cuando el concepto Córdoba queda diluido?
-Sí, estamos en la aldea global. Aún así creo que Córdoba tiene unas señas de identidad propias. Ahora que tengo la suerte de vivir en Sevilla y puedo comparar perfectamente Sevilla y Córdoba veo que son dos ciudades totalmente distintas, dos caracteres distintos, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Y Córdoba, aunque estemos en la aldea global y en muchas cosas seamos iguales a otras ciudades tiene ese toque de discreción, de saber valorar el trabajo bien hecho. En Córdoba se valora el aplauso silencioso. El aplauso sonoro no tiene mucho recorrido, sin embargo que te digan que has hecho algo bien, no en los titulares de un periódico, sino a pie de calle tiene un gran valor. Apuesto por las hermandades que poco a poco van haciendo un trabajo discreto, honesto, siguiendo un camino, una meta, formar un cortejo importante y dar testimonio de religiosidad.

Los sevillanos le tienen una cierta envidia al paisaje del casco histórico cordobés"

-Eso sería individualmente. ¿Colectivamente podemos marcar un antes y un después con la carrera oficial en la Catedral y su entorno?
-De muy niño vivía cerca de la Catedral y recuerdo que unos años hubo carrera oficial allí y luego se pasó al centro. Esto es un debate que en otras capitales de Andalucía no se tiene, porque se asume que las hermandades tienen que llegar a la Catedral, que es el gran templo de la Diócesis. En Córdoba es verdad que hay mucho debate por todo. No creo que el principal debate de la Semana Santa de Córdoba sea si tiene que ir a la Catedral o no. Creo que sí, que tiene que ir a la Catedral y lo digo a título personal porque en Jaén van, en Sevilla también, en Granada y porqué no en Córdoba si la Catedral tiene ese peso espiritual y, encima, en Córdoba la Mezquita Catedral es un puntal de nuestro patrimonio. Creo que es bueno que se baje a la Catedral.
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-Ya que lleva cuatro años viviendo en Sevilla, ¿qué se valora allí de la Semana Santa de Córdoba?
-Curiosamente se habla bien de la Semana Santa de Córdoba. De hecho, al pregón vinieron varios compañeros míos de Sevilla, no obligué a ninguno y vinieron ‘motu proprio’, lo que me alegró muchísimo. En Sevilla reconocen que Córdoba es una ciudad cargada de historia. Los sevillanos le tienen una cierta envidia al paisaje del casco histórico cordobés porque Córdoba ha sabido conservarlo mucho mejor que Sevilla. De todos es sabido que en 1926 la Alcaldía de José Cruz Conde se acoge a un Real Decreto del Gobierno de Primo de Rivera que protegía los cascos históricos. Córdoba se acoge y Sevilla no y sigue tirando iglesias, conventos, murallas, puertas y en Córdoba no. En cuanto a hermandades ellos saben perfectamente que aquí están Las Angustias, Los Dolores, El Caído, Ánimas. Valoran mucho la Semana Santa de Córdoba y le tienen un respeto porque es la Semana Santa de una ciudad que, por lo menos en el ambiente que me muevo, cae bien, con respeto y admiración.
-¿Valoran lo diferente?
-Claro, lo valoran. Aquí ya sabemos que muchas hermandades han cogido el modelo sevillano pero en la variedad está el gusto. En Sevilla valoran lo diferente que se hace aquí y aquello que se hace pareciéndose a Sevilla que se haga bien, no una copia.
-¿El haber sido pregonero va a cambiar sus hábitos durante la Semana Santa? ¿Verla de otra manera?
-Creo que el pregón, que reconozco que me hacía ilusión que me lo encargaran, ha llegado en un momento de mi vida que creo que es el adecuado. He escrito libros como ‘Paseando por Córdoba’, ‘Córdoba ciudad eterna’, ‘Iglesias de Córdoba’, que me dieron un bagaje importante del mundo de las hermandades. Luego, he colaborado con muchas revistas de hermandades, he escrito artículos y todo eso me ha dado un bagaje importante. No voy a ver la Semana Santa de una manera distinta. Voy a seguir disfrutando en mi casa, porque pasan muchas y tengo muchos amigos. La Semana Santa es también compartir desde la esquina de una calleja al balcón de tu casa si puedes. En Sevilla me dicen vaya algún día a ver su Semana Santa y les digo que me encantaría pero coinciden los mismos días con la de Córdoba. Para cada uno su Semana Santa es su Semana Santa. Habré visto mil veces la Caridad pero quiero seguir viendo la Caridad. Habré visto mil veces los Dolores y quiero seguir viéndola. También, esa ruta de las mañanas, de visitar las iglesias, recorrer el Jueves Santo los Monumentos, me lo enseñaron de niño pero luego lo he ido implementado como joven historiador y ya como persona madura.

Creo que de 50 años para acá se ha dado un salto espectacular en el cuidado del patrimonio"

-Porque la Semana Santa es el reencuentro con el niño o el joven que se fue y se busca revivir lo que ya se vivió.
-Esos nazarenos de terracota con los que hacía las procesiones. Los cuidé tan bien que luego se los legué a mi hijo y jugaba a hacer procesiones y hacía, como yo, unos pasos en miniatura. Creo que al final, como decía Rainer Maria Rilke «la patria de un hombre es un infancia». Y es verdad. Lo que tú amas de niño, lo que tú quieres de niño, luego lo germinas de mayor. De niño me gustaba mucho la Semana Santa y la religiosidad porque sabía quién era Cristo, que moría en la cruz o que iba en el Santo Sepulcro. Sabía quien era María, que iba llorando pero luego me gustaban los olores, los sonidos, los colores y las vivencias con mis padres, con mi tío, con amigos que venían a casa. Al final todos revivimos los primeros amores a la vida y a la luz que es la Semana Santa.
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-Como director del IAPH, ¿qué valoración hace de la conservación del patrimonio que en estos días se ve en la calle?
-Se ha sabido cuidar muchísimo, muchísimo. Tengo esa atalaya privilegiada para ver el patrimonio cofrade andaluz, aunque en el IAPH acogemos cualquier tipo de patrimonio. El 60 por ciento de las intervenciones que hacemos tienen que ver con arte sacro. También formamos a muchos restauradores particulares que trabajan para las hermandades. Veo una preocupación grandísima desde el más sencillo pueblo a la Macarena de Sevilla, que acuden a consultarnos, nos traen sus piezas para que las intervengamos. Creo que de 50 años para acá se ha dado un salto espectacular en el cuidado del patrimonio, como la conservación preventiva, que es mucho mejor antes que tener que restaurarlo y en esa línea Córdoba es puntera. Es la primera capital andaluza que ha organizado un curso de restauración. Durante un mes estuvimos viniendo técnicos del IAPH a un curso en colaboración con la Agrupación de Cofradías y el Ayuntamiento de Córdoba en la Caja Rural. Estaba preocupado porque era una experiencia pionera y la hacíamos en Córdoba, que encima es mi ciudad y estaba siempre lleno. Durante un mes todas las sesiones estuvieron llenas de cofrades que querían preocuparse por saber cómo conservar su patrimonio. Creo que vamos bien.

Estas piezas en un museo no cumplen la misión para la que están diseñadas"

-Eso es sembrar para el futuro.
-Totalmente. Creo que el Cristo de Borja no se repite, por lo menos aquí en Andalucía. Nosotros defendemos mucho la conservación preventiva, cómo guardar un manto, cómo conservar una imagen, cómo cuidar la orfebrería. Cuando nos contratan volvemos una vez al año para hacer el mantenimiento pero la didáctica que tenemos consiste en una serie de criterios de conservación preventiva.
-Cuando se implantó la restauración con criterios científicos se aplicaba el criterio de que algunas piezas restauradas no podían volver a cumplir su misión en la calle, que es para lo que nacen. ¿Ha cambiado esa mentalidad?
-Totalmente de acuerdo. Eso es algo que repito mucho y digo que está hecho para estar en la calle. Un Cristo, un manto, una Virgen, un palio, no están hechos para estar en un museo. Su función es una catequesis plástica que se hace en la calle y no pasa nada con el cuidado debido. Si llueve hay que protegerlo y también de la cera, del humo. Tiene que estar muy mal un manto para que se quede sin salir. Estas piezas en un museo no cumplen la misión para la que están diseñadas, que es que se prendan de miradas ardientes, de plegarias encendidas.
-¿Tiene solución todo lo que entra por la puerta del IAPH?
-Nos llaman el hospital del arte. Allí se arregla todo lo que llega. Tiene que estar muy mal para no arreglarse pero hasta ahora no hemos dado ningún caso por perdido desde que estoy allí. No se ha perdido ningún paciente.
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