Exaltación a San Álvaro de Córdoba, en imágenes
600 años de Vía Crucis: San Álvaro y Córdoba
La huella dejada por el fraile dominico no sólo se mantiene en la ciudad, sino en otros lugares de España
Si se sitúa a Córdoba como el origen del rezo del Vía Crucis en occidente, el lugar concreto donde se verificó por primera vez esta práctica piadosa está a una legua del casco urbano, en plena sierra, en unos terrenos conocidos como la torre Berlanga que adquirió San Álvaro para reproducir a pequeña escala lo que había visto en Tierra Santa y que aún le tenía impactado.
Si el convento de Scala Coeli era Jerusalén, a su alrededor se encuentra el torrente del Cedrón, la Vía Dolorosa y todos los aditamentos necesarios para que San Álvaro comenzara en 1425 a recorrerlos en un Vía Crucis de sólo ocho estaciones -«esencial», lo llamó fray Albino- y que con el tiempo, además de crecer hasta las 14 estaciones, no sólo se irradió al resto de Europa sino que también cruzó a América.
Este aniversario es el que justifica que la ciudad de Córdoba saque pecho hoy con el Magno Vía Crucis que va a recorrer las calles ofreciendo a propios y extraños lo mejor de su religiosidad popular. Salen a la calle 34 pasos, de los que casi un tercio llega de otros puntos de la Diócesis, para mostrar la riqueza tanto material como inmaterial con que se interpretan los misterios pasionistas.
Una canonización frustrada
En el centro de toda esta celebración se encuentra la figura de San Álvaro y por esta razón el Vía Crucis Magno estará presidido por la milagrosa imágen del Crucificado en que se convirtió un mendigo que un día recogió en el camino a Córdoba.
A lo largo de estos seis siglos, su ejemplo se expandió por toda España. La canonización no se llegó a rematar por un cambio en las disposiciones de la Santa Sede, y en el expediente, según se cuenta, se recoge un milagro obrado por este fraile dominico en un niño llamado Luis de Góngora que estuvo al borde de la muerte y que sanó gracias a su intercesión. Pero el traspiés administrativo no importó mucho a los cordobeses que desde entonces lo consideran santo aunque técnicamente sea beato.
El nombre de Álvaro
La fama de santidad no quedó circunscrita a Córdoba, sino que se expandió por toda España. Según datos del INE, en la actualidad hay casi 170.000 españoles que se llaman Álvaro y la mayoría son muy jóvenes, ya que la edad media de todos ellos está en los 25 años. En la provincia, el 10,6 por mil de la población lleva este nombre, que, curiosamente, no es el más numeroso, ya que otras provincia tienen una ratio más alta, como es el caso de Sevilla, Cádiz, Madrid, Burgos, Salamanca, Ávila o Valladolid.
En todos estos lugares lo consideran santo, como ocurrió en Córdoba hasta hace casi tres décadas. En 1998, el entonces obispo de Córdoba, Javier Martínez, decidió crear una parroquia para descongestionar la de Huerta de la Marquesa y la consagró como del Beato Álvaro. Esta medida, totalmente acorde con las normas de la Iglesia, creó desconcierto en una ciudad que lleva siglos reconociendo como santo a este fraile dominico.
La huella en la ciudad
El obispo fray Albino, que también era de la misma orden, nunca dudó en apearle el tratamiento y hasta fundó un equipo de fútbol con el nombre de San Álvaro sin temblarle el pulso. Como ya existía una calle con ese nombre junto a San Miguel, le puso el nombre a un colegio en el Campo de la Verdad que ahora es un instituto.
Además de una hermandad que le rinde culto en el santuario de Santo Domingo de Scala Coeli, así se llama también en Córdoba una gasolinera, una clínica, una panificadora y hasta unos apartamentos turísticos, entre otros muchos tipos de negocios de lo más variado.
Todo esto demuestra la pujanza que en la ciudad ha tenido esta figura religiosa a la que seis siglos después se le recuerda en la efemérides de ese Vía Crucis que, sin saberlo, plantó en Córdoba pero que ha llegado a los más lejanos confines de occidente.