Alfonso de Borbón junto a la princesa de Ucrania-Ruthenia, Beatriz Romanov y su hijo el principe Alexis de Anjou, el día de su boda en agosto de 1984..
Crónicas castizas
Un general Borbón y un niño de regalo
Tras conocer al general yemení de aristocrático apellido, al día siguiente en el desayuno, el anfitrión que representa al imán se muestra triste y se lamenta ante el periodista quien ha rehusado el regalo de su excelencia, un «ali aksa»
El periodista tiene mucho mundo musulmán recorrido a las espaldas, pero nunca deja de sorprenderse de los nuevos encuentros, viejos mitos con sabor a filfa, desde los niños dormidos de las tribus tuaregs y otros moros que están largo tiempo ausentes de sus hogares y se encuentran a su regreso con sus esposas embarazadas o con bebés de cierta edad y saben, porque así lo dice la tradición, que son niños dormidos que han esperado a nacer más de lo habitual. o menos, según convenga a la paz familiar.
Ahora llega con su Nikon y su curiosidad el reportero al Yemen de entonces dividido en dos, el Sur era un estado marxista, camuflado bajo el nombre de república democrática popular de lo que no tenía nada. Otro residuo sanguinolento de la acción del imperio británico allende sus fronteras.
Yemen del Norte, independiente tras la implosión provocada en el imperio otomano, quedó a merced de la acción de los oficiales libres de Nasser y el nacionalismo árabe lo que llevó a la guerra civil.
El periodista encuentra que uno de los líderes militares de los musulmanes de Yemen del Norte atiende al nombre de Alfonso de Borbón también conocido como Bruce Alonso Borbón de Condé (alias Alfonso Yorba), un antiguo oficial del ejército de Estados Unidos, del equipo del general Clark durante la invasión del Norte de África. Cuentan que Alfonso llegó a general del ejército monárquico durante la Guerra Civil de Yemen del Norte entre monárquicos musulmanes y republicanos arabistas.
Alfonso de Borbón Condé comienza su carrera en el país con el grado de teniente coronel, aunque tras algunos combates alcanza la graduación de general de división, ayudante de campo de su excelencia el imán y consejero del ministerio de Comunicación, además de ministro de Defensa, y pasa a controlar la publicidad yemenita contra los intentos de invasión del ejército egipcio de Gamal Abdel Nasser presidente de la efímera República Árabe Unida en aquellos momentos. A pesar de todos los esfuerzos, al fin fueron derrotados las fuerzas reales por los republicanos en el momento en el que se encontraba el general Borbón visitando Arabia Saudí intentando conseguir ayudas para la causa. El Gobierno saudí reconoció inmediatamente la nueva república, por lo que fue detenido para ser entregado a las nuevas autoridades, pero por fortuna pudo ponerse en contacto con el rey Fadh, que le facilitó un salvoconducto con el que pudo llegar al Líbano, evitando su ejecución. Tras dejar ese mundo mítico y atroz a la par, se abría nuevamente un paisaje de aventuras, sin dinero, sin nacionalidad y sin documentos, pero con vida.
El imán yemení, cuando consiguió escapar del Yemen, invitó a su general a acompañarle a su exilio en Inglaterra, pero Alfonso optó por viajar hasta España en 1970 instalándose en Granada para profundizar la cultura árabe que tanto le enganchó. Ya se había convertido al Islam y realizado la peregrinación a la Meca. Alfonso de Borbón, en 1984, se casa con la princesa de Ucrania-Ruthenia, Beatriz Romanov, madre del príncipe Alexis de Anjou.
Años después el militar arraceno Muere en Tánger, donde le fulmina un infarto y los marroquíes saquean su cadáver. Sus honras fúnebres se realizaron en la iglesia ortodoxa griega, religión que jamás endosó, sita en la madrileña plaza del Perú. Sigue a la espera de un biógrafo, pero la historia de hoy es otra.
Una noche en Yemen
Pues aún en los tiempos del reinado del imán, antes del cambio de régimen, el periodista de nuestra historia llega a Yemen del Norte, donde conoce a este personaje citado que se decía primo de Juan Carlos I sin mucho afán por ser creído.
El viajero es agasajado, aunque se extraña de la inexistencia de radio y televisión en el país, la aplicación estricta de un salafismo radical impide el uso de esos medios que no eran usados en tiempos del profeta Mahoma, aunque tienen menos escrúpulos religiosos en usar armas automáticas o vehículos de motor que tampoco existían en tiempos del mensajero del Islam.
Entre los muchos regalos y otros presentes con que el anfitrión yemenita agasaja al periodista de nuestra historia hay uno que nuestro viajero rechaza enojado y es la presencia impuesta de un varón menor de edad en su alcoba, de la que le saca repetidamente y vuelve a entrar hasta que el escritor cierra puertas y ventanas.
Luego sabrá que allí existe la figura del ali aksa, el niño guapo con que se entretiene al adulto disoluto que quiere pagárselo hasta que aparece el vello en el chaval y le entregan el puñal que marca su mayoría de edad y el fin de la relación. La perversión no es exclusiva de Yemen, el cronista la encontrará de nuevo lejos, en Afganistán, y muy cerca, en Marruecos.
En el desayuno, el anfitrión que representa al imán ante su invitado se muestra compungido y se lamenta ante el periodista: ha rechazado el regalo de su excelencia, un ali aksa, el escritor está confuso hasta que entiende que la presencia del niño en su alcoba era el presente. No está por aceptarlo en ningún caso, pero sabe que tiene que dar una excusa válida para no ofender a los susceptibles árabes. Apela a tabúes de su propia religión, método que suele ser infalible, y su contertulio con gesto resabiado va descartando todas las negativas: «también han estado gentes de ese pensamiento y del otro que aceptaron y disfrutaron del regalo» hasta que finalmente el redactor recuerda y afirma ser «cristiano mozárabe» y su religión se lo veda. Ante el desconocimiento de esa fe española por parte del yemení el periodista se salva, luego le escandalizarán hablando del ali aksa y del ali hassan, niños más o menos graciados usados como juguetes sexuales hasta que llegan a la adolescencia y les licencian de esas perversiones sin que en ningún caso se sientan homosexuales ni los pederastas ni sus víctimas.
El informador finaliza su viaje, guarda sus carretes de fotos hechas con su Nikon FE y también su libreta de apuntes y se desprende del polvo de sus zapatos camino ahora del Mediterráneo.