Madrid cuenta con dos premios Nobel: ninguno de ellos es Vicente Aleixandre

El pasado 30 de enero se hizo una subasta judicial por la casa de Vicente Aleixandre, el famoso sevillano que ha hecho de España un país con mayor patrimonio literario. Pues el caso es que nadie quiso comprarla.

Hasta ahora son ocho los españoles que han sido distinguidos con el galardón del Premio Nobel, seis en Literatura y dos en Medicina. De esos ocho, dos son madrileños: Jacinto Benavente (1922) quién cultivó todos los géneros teatrales y otros no teatrales como cuento, poesía y periodismo. Fue crítico de teatro en el periódico El Imparcial, además de director, guionista y productor de cine. Y, José Echegaray el primer español que obtuvo un Premio Nobel, considerado como el mayor matemático español del siglo XIX, también destacó por ser un buen dramaturgo y político. Un hombre cuanto menos polifacético, llegó a ser ministro de Fomento y de Hacienda de la mano de Manuel Ruiz Zorrilla.

Muchas de las casas de grandes referentes literatos, como Lope de Vega o Miguel de Cervantes en el Barrio de las Letras de Madrid , son espacios que se han cuidado mucho por su importancia cultural. Estos lugares deben cuidarse, son parte de la historia de la ciudad. Por ejemplo, en Londres uno de los sitios más visitados es la casa de Sherlok Holmes.

¿Qué pasa con Velintonia?

Velintonia es el nombre que recibe la residencia del Premio Nobel de Literatura, Vicente Aleixandre. Desde 2007 la familia heredera, cuatro primos y la hija del literato han fallidamente intentado vender la casa, no solo por los recursos que se necesitan para mejorar su estado, sino para fomentar la cultura y memoria de su padre y abuelo. Vivió en esta casa hasta 1984 cuando falleció con 86 años por tuberculosis. Su hermana Conchita residió también en este lugar hasta 1986, fecha en la que falleció.

Fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC), y su estructura Bien de Interés Patrimonial (BIP) por el Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid en 2021. El inmueble cumple con los requisitos establecidos por la Ley de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid en cuanto a los Bienes de Interés Patrimonial, que son aquellos que poseen una especial significación histórica o artística.

El pasado 30 de enero el inmueble salió a subasta judicial por un precio base de 3.1 millones de euros, importe equivalente al 70 % del precio de tasación, que inicialmente eran 4.5 millones de euros. Sin embargo, nadie ha pujado por ella, ya que la semana pasada los hermanos Usera Estirado (herederos) redactaron un comunicado en el que afirmaban que ningún organismo, ni administración pública había manifestado interés por adquirirla.

«Las administraciones tienen la obligación moral de adquirir la casa y convertirla en algo cultural. Pero a estos políticos la cultura les viene grande»,Fuente: El MundoHeredera Amaya Aleixandre que ostenta el 60% de la propiedad.

El pasado 6 de febrero, la Consejería de Cultura de la Comunidad d Madrid informó de la solicitud al Ministerio de Cultura el compromiso de adquirir la casa para crear un espacio de actividades culturales. De hecho, Yolanda Díaz afirmó que «sería un orgullo para España que el Gobierno central adquiriera Velintonia para evitar que pase a manos privadas».

En su momento se encontraba en la zona donde se encontraba la élite empresarial. Número tres de la calle Vicente Aleixandre, ubicado en el barrio de Vallehermoso (distrito de Chamberí), es una una parcela de 799 metros cuadrados, donde se erige la propia casa en una superficie de 630 metros cuadrados divididos en tres plantas. Con una terraza que se cae a pedazos, persianas verdes desvencijadas, baldosas rotas y arracadas este inmueble se va desmoronando ante la pasividad de las instituciones.

Este inmueble fue construido en 1930, y hasta la actualidad ha sufrido varias alteraciones. Durante la Guerra Civil (1936-39) la casa fue completamente destruida por causa de bombardeos, de hecho, el escritor se vio obligado a mudarse con sus tíos a la calle Españoleto (distrito de Chamberí). En 1940 se volvió a construir la casa, y el autor pudo regresar con su inseparable hermana a la residencia, quien se ocupaba de los asuntos domésticos. Como dato curioso, cuando regresó plantó un cedro libanés en el jardín para simbolizar su renacer después de la guerra.

Debido a los problemas de salud del literato, ya no podía salir a su amado país del que cogió más que inspiración para escribir sus obras. Por ello, se dedicó a recibir a varios referentes literarios como Rafael Alberti, Gerardo Diego, José Hierro, Federico García Lorca y otros tantos pertenecientes a la generación del 27 en su casa. Este inmueble se convirtió en la pura libertad en medio de la censura franquista.