Muchos cargadores terminan vandalizados antes de ponerlos en funcionamiento

Un cargador vandalizado al que han arrancado las mangueras de conexión

Electrificación

Mentiras y medias verdades de conducir un coche eléctrico en España

Autonomía, cargadores, incendios, precio... todo vale para desacreditar una tecnología que está llamada a protagonizar el futuro del automóvil

El coche eléctrico ha provocado un cisma entre los conductores. La imposición del coche eléctrico que han tratado de llevar a cabo desde instancias políticas europeas ha abierto una brecha entre seguidores y detractores, que se posicionan en visiones extremas de una realidad llamada a protagonizar los próximos años del automóvil mundial.
El coche eléctrico no es ángel ni demonio, sino que es una solución más de movilidad que como tal acabará encontrando su espacio natural en el abanico de opciones que se abren a los conductores.

Una solución más

Conviene eso sí que quién decide de motu propio dar el salto al coche eléctrico conozca y pondere las virtudes y los defectos de una tecnología que, a día de hoy, es una gran desconocida para la mayoría, pues mucha de la información que sale a la luz sobre los coches eléctricos, en sentido positivo o negativo, es falsa sin más.
Un León de gasolina con el cable de carga metido en el vano motor

En España es habitual encontrar coches de gasolina que simulan ser eléctricos para aparcar

Desafortunadamente en España los problemas de los propietarios de coches eléctricos comienzan desde el concesionario, pues el Gobierno promete unas ayudas vía plan Moves 3 que no están mal en su cuantía, entre 4.000 y 7.000 euros, pero tardan hasta dos años en cobrarse. Además de cotizar en la declaración de la renta, lo que supone que tendremos que pagar por ellas como un ingreso atípico.

Más problemas

En España el problema continúa tan pronto como agotamos la primera batería y queremos recargar. Los únicos datos oficiosos, porque no existen oficiales, hablan de unos 30.000 puntos de recarga sobre lo que deberían ser unos 50.000 según las previsiones.
Además, miles de ellos no funcionan correctamente y no hay manera de saber el estado de los mismos hasta que llegas al lugar, ya que no existe ningún listado oficial serio, –el que acaba de anunciar la DGT es de broma–. La realidad es que cargar es un acto de fe, pues lo normal es recorrer varios puntos de carga hasta encontrar uno que funcione.
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Una vez encontramos un cargador, hay que 'aprender' a pagar

Una vez allí, se produce un problema insólito debido a que no permiten pago directo con tarjeta de crédito o en efectivo. La única posibilidad de pagar es a través de una complicada red de aplicaciones de móvil que son las que hacen que el cargador se ponga en marcha. Mientras, países como Portugal disponen de una única aplicación para pagar en todos los postes de carga del país.

Mucho frío

Hasta aquí todo facilidades, y eso que todavía no hemos superado las primeras 24 horas al volante de un eléctrico.
A la mañana siguiente descubriremos con pavor que el simple gesto de encender la calefacción del coche eléctrico merma hasta un 20 % la capacidad de la batería, con lo que si decides hacer un Madrid-Burgos deberás decidir entre parar a cargar por el camino o pasar frío. Exactamente, lo mismo que pasa con el aire acondicionado.
La autonomía de un eléctrico es poco real en muchos casos

La autonomía de un eléctrico es poco real en muchos casos

Podemos decir que no existe un problema de autonomía sobre el papel con los coches eléctricos, pues se mueven ya en unas medias más que aceptables. El inconveniente es que en muchos casos esta autonomía no es real y gastan mucho más de lo que prometen.
Ya a medio plazo, hay otra serie de preocupaciones como los incendios relacionados con los eléctricos. El Departamento de Bomberos nos explica que los coches eléctricos no arden con más facilidad que los de combustión, de hecho su incidencia es hasta ocho veces inferior que en los coches gasolina y diésel.
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Sin embargo, esto no quita que sean mucho más peligrosos que los de combustión por un doble motivo. Por un lado, arden incluso en parado cuando están aparcados en una plaza de garaje, algo que nunca ocurre con un gasolina, y una vez que arden son casi imposibles de apagar. De acuerdo con los bomberos, la única solución es sumergirlos en agua y esperar que se apaguen, pues ni la espuma antiincendios ni las mantas térmicas sirven.
En paralelo, sus emisiones son muy peligrosas para el ser humano. De hecho, los bomberos tienen que ponerse siempre el traje de respiración autónoma antes de intervenir en un incendio de estas características.

La obsolescencia

Por último, hay un problema de los que muy pocos se preocupan que está relacionado con su brutal depreciación. La vertiginosa evolución tecnológica de las baterías provoca que un coche eléctrico de hace solo un año sea hoy una antigualla con un valor de mercado ridículo frente al precio nuevo, pues seguro que la marca ya lo ha actualizado con una batería más ligera y con superior autonomía. Es un modelo parecido a los móviles.
Todo esto no significa que los coches eléctricos sean buenos ni malos, sino que a día de hoy no son para todos los conductores ni para todos los usos.
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