El estrés influye en la alimentación

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Cómo influye el estrés y la ansiedad en nuestra alimentación

Artículo elaborado por la Dra. Nuria Martínez Sáez, profesora de Nutrición y Bromatología de la Universidad CEU San Pablo

Jornadas maratonianas de reuniones en la oficina, nevera vacía, actuación de fin de curso de tus hijos, clase de spinning martes y jueves, entrega del proyecto en el que has estado trabajando durante meses, quedada con los amigos de toda la vida, y comida de cumpleaños de tu suegro de la que no te puedes escapar. Así comienza una nueva semana. Y es que vivimos a contrarreloj, vivir con prisas se ha convertido en un estilo de vida.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera el estrés como una de las principales «enfermedades del siglo XXI». De acuerdo con los datos publicados por la organización Gallup en su informe de 2021, en la que participaron 116 países, el 40 % de los encuestados refirieron haber experimentado estrés el día anterior, lo que se traduce en un incremento del 5 % en el último año. Así mismo, en la última Encuesta Europea de Salud en España (EESE) realizada en el año 2020 se destacó la ansiedad como uno de los problemas de salud mental más frecuentes, con un 6 % de la población diagnosticada de ansiedad crónica. Por su parte, la obesidad es un problema de salud pública a escala mundial. Según datos de la OMS, en 2016, el 39 % de la población mundial adulta tenía sobrepeso, un 13 % padecía obesidad, y en 2020, se estimó que, 39 millones de niños menores de 5 años tenían sobrepeso u obesidad. A nivel europeo, el sobrepeso y la obesidad afectan al 60 % de los adultos, según datos recientemente publicados en el último informe de la OMS (WHO European Regional Obesity Report 2022).

La comida como «automedicación»

La evidencia muestra que existe una relación entre la salud mental y la alimentación, y es común ver cómo, en ocasiones, manejamos estas situaciones de estrés a través de la comida, a modo de «automedicación». Tras hacer una revisión de la literatura científica más reciente encontramos que tanto el patrón alimentario («qué comemos») como el comportamiento alimentario («cómo comemos») se ven afectados. Los estudios reflejan un deterioro de la calidad dietética con el estrés, ya que ingerimos más alimentos procesados como por ejemplo snacks salados, bebidas azucaradas, bollería y pastelería, y menos alimentos como frutas, verduras, legumbres y frutos secos. Es decir, hacemos un mayor consumo de alimentos hiperpalatables, que estimulan mucho nuestros sentidos y nos invitan a comer por encima de nuestras necesidades, con un alto contenido de sal, grasas saturadas y azúcares añadidos. Además, la población universitaria es especialmente vulnerable, recurriendo en gran medida al consumo de comidas preparadas y alimentos con azúcares añadidos en presencia de estrés y de ansiedad. Un dato destacable es que la probabilidad del antojo por dulces, se triplica en personas que sienten ansiedad en su día a día.

Efecto recompensa

La expresión de ciertas conductas alimentarias como la alimentación emocional, la desinhibición alimentaria, o aquella más centrada en el gusto y placer está condicionada por el estrés y la ansiedad. Ante el estrés crónico tendemos hacia una menor restricción cognitiva, controlando menos nuestra dieta y desinhibiéndonos más, lo cual conduce a un efecto hiperfágico (comer más y sobre todo alimentos hiperpalatables). El estrés, además, incrementa el efecto de recompensa que sentimos al ingerir este tipo de alimentos, generando sensación de alivio a nivel emocional. Es por ello por lo que debemos emplear las estrategias adecuadas para afrontar el estrés y la ansiedad, ya que técnicas basadas en la toma del control para solucionar el problema, se relacionan con una mejora de la calidad dietética
A veces tenemos temporadas en las que comemos de una forma que no es la habitual en nosotros, incluso puede que ni nos percatemos de ello, pero que, si parásemos e hiciésemos el ejercicio de analizar un poco más en detalle, probablemente nos diésemos cuenta de cómo la vorágine del día a día está impactando sustancialmente en nuestra alimentación, y, por ende, en nuestra salud. Cuidémonos a diario de una forma más integral, entendiendo nuestro contexto particular, ya que así podremos disfrutar mucho más del preciado binomio bienestar físico y mental.
Revisión bibliográfica realizada por la estudiante Clara Aguado en su Trabajo Fin de Grado (junio 2022) bajo la dirección de la profesora Dra. Nuria Martínez Sáez, del Grado de Nutrición Humana y Dietética de la Universidad CEU-San Pablo.
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