Rafael Navas Ferrer

Apagón de alimentos

Lo sucedido el pasado 28 de abril debería hacernos reflexionar sobre las políticas que se están llevando en muchos de los ámbitos que nos afectan a todos los ciudadanos

El apagón eléctrico del pasado 28 de abril, además de ser un hecho lamentable, debe hacernos reflexionar como sociedad sobre las políticas que se están aplicando en muchos ámbitos que nos afectan a todos los ciudadanos. Y digo esto porque se están tomando decisiones inspiradas exclusivamente en postulados ideológicos y dogmáticos, en lugar de basarse en el rigor científico, bajo la excusa de defender el medioambiente. Podrán estar cargadas de buenas intenciones (o no), pero lo que sí está claro es que también están cargadas de peligrosos efectos negativos para todos, como ya se ha evidenciado. Y lo peor es que determinados grupos no permiten que se puedan criticar, porque ello supondría ir en contra de lo políticamente correcto, concepto que ellos mismos han definido.

Por ello, insisto: este apagón eléctrico debe ser un punto de inflexión para reflexionar y empezar a analizar las cosas con rigor científico y sin complejos ideológicos ni dogmáticos.

Este apagón eléctrico ha puesto en jaque uno de los paradigmas de lo políticamente correcto, aunque todos los expertos serios digan que es un dislate: que solo deben utilizarse energías renovables, rechazando la nuclear, la hidroeléctrica y las de combustibles fósiles. Todo ello en una supuesta e irreal defensa del medioambiente. Un disparate, como ha quedado demostrado. Y no se menciona la alteración del medioambiente que está provocando el llenado de nuestros campos con placas solares y parques eólicos, destruyendo literalmente paisajes y ecosistemas únicos. Además, y peor aún, con las consecuencias negativas que esto tiene en la capacidad de producir alimentos.

Las políticas impuestas al campo por las distintas administraciones genera el abandono de muchas explotaciones

Eso mismo lo venimos denunciando en Asaja desde hace años respecto a las políticas impuestas al campo por las distintas administraciones, especialmente la europea y la nacional: el Pacto Verde; acuerdos comerciales sin cláusulas espejo; falta de controles en las fronteras; y una PAC ideológica impuesta con menos recursos, una burocracia excesiva y obligaciones supuestamente ambientales que están fuera de la realidad, lo cual genera menores producciones y el abandono de muchas explotaciones agrarias. A ello hay que añadir el sinsentido de perder capacidad productiva de alimentos mediante la expropiación, en contra de sus propietarios, de fincas agrarias para instalar placas solares.

Todo ello con los mismos argumentos que en el caso de la energía: postulados ideológicos, dogmáticos y carentes de rigor científico, con la irreal excusa de una equivocada defensa del medioambiente que, como ya he comentado, está tan cargada de supuestas buenas intenciones como de peligrosos efectos negativos para todos.

El apagón del 28 de abril dejó sin luz a toda España durante un día, y nos hizo darnos cuenta de la importancia de la energía. Pues bien, ¿se imaginan qué pasaría si tuviéramos un «apagón de alimentos»? No podemos ni debemos olvidar que la primera necesidad de las personas es alimentarse, y ello es posible gracias a todos los agricultores y ganaderos.

Hoy en día no tenemos garantizada una producción propia de alimentos, y mucho menos la tendremos si seguimos desmantelando el sector

Y, aunque algunos afirmen que no es posible quedarnos sin alimentos para todos, la realidad es que sí puede ocurrir. Hoy en día no tenemos garantizada en la Unión Europea una producción propia de alimentos, y mucho menos la tendremos si seguimos desmantelando nuestro sector agrícola y ganadero. Recuerden que esos mismos también decían que era imposible un apagón eléctrico, y ya ha ocurrido.

En España, el 85 % de la población vive en entornos urbanos. El 15 % reside en el medio rural, y una parte importante de estas personas son agricultores y ganaderos, los únicos que, cultivando sus campos, criando sus animales y conservando ecosistemas y paisajes únicos, tienen la capacidad real de alimentar al conjunto de la población y de conservar el medioambiente. No hay mayor ecologista que un titular de una explotación agrícola, ganadera, cinegética o forestal.

Es decir, toda la alimentación de nuestra sociedad española y europea está en manos de los agricultores y ganaderos, a quienes se maltrata y complica constantemente desde las distintas administraciones, en lugar de ayudarlos a fortalecerse para garantizar su capacidad de proveer alimentos para todos. El día que ellos se detengan, el apagón de alimentos será una realidad.

Por ello, todos los ciudadanos –más aún los del entorno urbano– debemos reivindicar ante todas las administraciones el papel estratégico de la agricultura y la ganadería, no solo como proveedores de alimentos en tiempos de normalidad, sino como garantes de alimentos suficientes ante futuros y no deseados conflictos, guerras o crisis logísticas, energéticas o climáticas.

Es imprescindible que la sociedad tome conciencia de que hay que exigir a las administraciones un cambio de sus políticas actuales

Es imprescindible que la sociedad en su conjunto, aunque solo sea por interés propio, tome conciencia de que hay que apoyar al campo y exigir a todas las administraciones un cambio total de sus políticas actuales para garantizar que, si Dios no lo quiera, se presenta alguna situación indeseada, tengamos alimentos en nuestras mesas.

«Con las cosas de comer no se juega». Algunos, desde las administraciones, llevan tiempo haciéndolo de forma muy irresponsable. A ver si el apagón eléctrico los ilumina para que nunca tengamos un apagón de alimentos.

Rafael Navas Ferrer es igeniero agrónomo y secretario general de Asaja Córdoba