Una nube rosada

Una tropa de jabatos cruzó una noche el corto tramo inundado que separa esta isleta del borde del pinar e irrumpió en la pajarera para disfrutar de un festín de huevos de flamenco, que tienen una clara muy transparente y una yema color rojo sangre arterial, probablemente a base de pigmentos procedentes de los microcrustáceos que constituyen su alimentación

Colonia de flamencos en el Espacio Natural de DoñanaCedida

Nunca los flamencos criaron con éxito en la Marisma, al menos desde que se tienen datos. A Abel Chapman (1851 – 1929), le costaron muchas intentonas y años descubrir una colonia o «pajarera» de flamencos. Y tenía gran interés en hacerlo por tal de rebatir aquel testimonio falso del pirata Dampier (1625 – 1715), que dijo que había visto a estas aves en la isla de Cabo Verde incubar los huevos subidas a horcajadas sobre unas estructuras troncocónicas de barro que construían a modo de nido. Pero los intentos de cría aquí siempre han sido esporádicos y muy dependientes de los niveles del agua y de la existencia de alguna elevación del terreno a modo de isla. Unas veces por inundación excesiva, otras por sequía o, como ahora, por predación, las tentativas casi siempre han terminado en fracaso. Yo he oído relatar a un viejo guarda cómo un cazador profesional de Trebujena había disparado con la escopeta gorda a una pajarera en la Isla Mayor, haciendo una verdadera carnicería y motivando que las aves abandonaran la colonia. Los ejemplares cobrados fueron desposeídos de cuellos y patas para ser vendidos como patos en el pueblo.

Esta primavera de abundantes lluvias, los pájaros se encontraron con las condiciones ideales para intentar la reproducción y por el mes de abril eligieron una reducida elevación de barro que emergía del agua en el límite sur del lucio del Membrillo. Unas 2.000 parejas construyeron los nidos en apretada formación, en los que depositar el único huevo. La localización era tan vulnerable que cuando vi la colonia pensé que iba a durar menos que un grillo en un gallinero… Y ocurrió lo que nos temíamos quienes conocemos la Marisma. Una tropa de jabatos cruzó una noche el corto tramo inundado que separa esta isleta del borde del pinar e irrumpió en la pajarera para disfrutar de un festín de huevos de flamenco, que tienen una clara muy transparente y una yema color rojo sangre arterial, probablemente a base de pigmentos procedentes de los microcrustáceos que constituyen su alimentación. Pigmentos como la cromatina, que también dan color a sus rosadas plumas. Tras el asalto cochinero las aves abandonaron la colonia y allí quedó un reguero de huevos y nidos destruidos.

Daños provocados por los jabaíes en el Espacio Natural de DoñanaCedida

Nuestros flamencos pertenecen a la población conocida en ámbitos ornitológicos como del Paleártico Occidental, que se mueve, dependiendo de la disponibilidad de agua, entre la Camarga francesa y Senegal, ocupando con preferencia los humedales litorales de los países mediterráneos. Los principales y más exitosos establecimientos de cría están en Camarga, Francia, la laguna de Fuente de Piedra, Málaga y las Marismas del Odiel, en Huelva.

A pesar de que las hembras de flamenco ponen un solo huevo y no todos los años, la población mediterránea parece gozar de buena salud

Cuando cazábamos patos al caer (al lubricán), en las salinas de mi familia, siempre entraban flamencos y los guardas nos animaban a que los tirásemos pues con su forma de alimentarse, a base de patalear en los fondos de los lucios para filtrar el plancton con su pico especializado, destruyen las plantas subacuáticas que comen los patos. Aun comestible, su carne no es atractiva y siempre muestra un «chero» al paladar que sin duda proviene de los microorganismos salinos que forman la base de su dieta. Yo los he comido cuando, viviendo en la Marisma, no disponíamos de otra cosa y puedo asegurar que tienen mucho que desear a las cercetas y otras delicadezas marismeñas.

Daños provocados por los jabaíes en el Espacio Natural de DoñanaCedida

A pesar de que las hembras de flamenco ponen un solo huevo y no todos los años, la población mediterránea parece gozar de buena salud. Son aves primitivas, casi fósiles vivientes, que resisten más que ninguna otra aguas con alta salinidad. Las heladas imprevistas pueden provocar mortandades, pero no son frecuentes en su ámbito de distribución geográfica. Además no sufren predación más que la ocasional destrucción de colonias por parte de zorros o jabalíes. Y pueden vivir muchos años como lo demuestran controles de aves marcadas que superaron el siglo.

Ya su caza furtiva no tiene interés porque en los pueblos perimarismeños, y no digamos en la ciudades, se ha perdido la costumbre de consumir carne de caza. Por todo ello, su censo, el de los flamencos, se mantiene o tiende a subir y hoy se pueden observar en cualquier charca o laguna, incluso las que están apartadas de la línea de costa.

Vadeando aguas someras resultan ya elegantes y misteriosos, pero cuando la bandada emprende el vuelo, se transforma en una nube que se torna rosada al describir algún giro bajo los rayos del sol sureño.

Javier Hidalgo de Argüeso es cazador, ornitólogo y jinete