La resaca de los fuegos

Poco dura la alegría en la casa del pobre. Con una primavera tan colosal nos hemos enfrentado al verano más doloroso. Noches de desenfreno, mañanas de ibuprofeno. Todo es un péndulo que tiene que compensar lo bueno de un año para que en verano se torne todo amargo

Monte quemadoEl Debate

El paisaje desolado me persigue todas las noches de verano cuando me sumerjo en mis sueños. Me levanto alterado y miro en la ventana nervioso porque he sentido a los perros ladrar. La quietud, el autillo y los grillos. A lo lejos las ranas que han callado al sentir el latir de los mastines. Mi pulso se serena a la par que la respiración. Imaginaba el entorno encendido en llamas, o el disparo callado de un furtivo, o un coche noctámbulo que se mete en lo ajeno para llevarse más de lo que trae. En el campo siempre andamos con miedos y tensiones, qué mundo tan desagradecido. Siempre mirando a los cielos para que llueva, para que pare de llover, para que no sople el viento, para que se otoñe la bellota o la luna de la berrea venga con tormentas para que no se alíen los lobos de dos patas con ella para cometer alguna zalagarda.

Así es el campo, siempre hay alguna tuerca que flojea, algo que se rompe o que alguien te rompe. Es un mundo sufrido, marginado y cuando no te da por saco el vecino llega la administración, el guardarríos, el forestal o la oficina comarcal agraria. El caso es que la mitad del planeta está para incordiar a la otra mitad.

Nos rodean los incompetentes y más nos costará plantarnos si dejamos que esto siga así

Poco dura la alegría en la casa del pobre. Con una primavera tan colosal nos hemos enfrentado al verano más doloroso. Noches de desenfreno, mañanas de ibuprofeno. Todo es un péndulo que tiene que compensar lo bueno de un año para que en verano se torne todo amargo. Maldito fuego. Me duele ver la sierra ardiendo. Me calma algo que el fuego se inicie por un cortocircuito, por un buitre que choca contra una torre eléctrica, por un rayo, por un camión que sueltas chispas… Son desgracias en las que no hay una intencionalidad detrás. En las que un accidente o dejadez crean el caos. Pero no hay un desgraciado armado con una cerilla y nocturnidad para causar el daño. En este último caso se me abren las carnes como a todos los que amamos el monte. Pena de muerte y castigo capital. No hay derecho a que por una pataleta, una rencilla o un problema alguien meta cerilla para vengarse. Creo que en esta sociedad hace faltar endurecerse para endurecer las penas, el carácter, las leyes, los castigos y la disciplina. Ese péndulo del que hablamos está ahora en la zona de vainillas, flojitos, antitaurinos, animalistas, ecolojetas, puteros y emputecidos. Nos rodean los incompetentes y más nos costará plantarnos si dejamos que esto siga así. El gobierno deja claro que le importa tres botijos el campo, ahí no hay votos, porque todo es culpa del cambio climático. Manda yemas el asunto.

Pero ahora llega cuando la matan ¿qué hacemos con lo que quemado está? Aquí se podría aplicar el sentido común -tan ausente como la honradez en la administración-. Está claro que hemos tenido una catástrofe, una crisis. Esto último en chino significa algo así como oportunidad. De un desastre tenemos que lograr algo positivo. Es el momento de aprovechar para recuperar esas zonas con arboleda autóctona, bosque y sotobosque, repoblar con quercíneas esa sierra de San Pedro asolada, con árboles genéticamente tratados contra la seca que es sin duda el mayor cáncer al que acecha a la dehesa. Aprovechar para hacer acuíferos para lo anfibios que no dejan de ser charcas echas con un bulldozer, para los pájaros y los mamíferos. Esas que la administración te deniega siempre porque dependen de la Confederación Patética del Guadiana. Llevar a cabo siembras para crear parcelas de pasto en esas zonas donde el monte era impenetrable. Un tablero de ajedrez donde haya variedad de todo. Pero para ello hace falta esfuerzo, ganas de hacer y sobre todo de mantener. No se trata de arrancar a andar, el camino hay que caminarlo todos los días. Trazar accesos y cortafuegos para acotar la desgracia en zonas atacables con medios terrestres sin tener que rezar a los cielos que caiga agua o cambien el aire. Esos terrenos ahora baldíos de ahora serán dañados por las lluvias que al no tener vegetación crearán correntías que arañarán la tez de la tierra, llevando a cabo tapones de lodo y ramas en los arroyos que terminarán en riadas en las poblaciones.

Animales en un incendioEl Debate

A tiempo estamos de prevenir males mayores y de que esos bosques que lucieron salud recuperen la esperanza de un futuro lejano que no veremos nosotros pero sí la siguiente generación. Decía mi amigo Antonio Amorim que el eucalipos se siembran para uno, los pinos para los hijos y los alcornoques para los nietos. Servidor prefiere decir una frase mucho más solemne y trascendental: el hombre que planta un árbol sabiendo que no va a disfrutar de su sombra, ha encontrado el verdadero sentido de la vida.

Hay empresas que llevan a cabo esos proyectos de recuperación del entorno. Porque el campo no es nuestro, es de nuestros nietos y hemos de pelear para que desastres así no se vuelvan a repetir.

Lolo De Juan es gestor agropecuario