Mesa vasca
Hay miles de actividades que dependen en exclusiva de la caza para subsistir, como son la guardería, empresas cárnicas y veterinarios dedicados únicamente a la carne de caza, taxidermistas, gestores rurales, piensos para animales cinegéticos, y tantos otros ejemplos
Cazador con zahones de cuero (Imagen creada con inteligencia artificial)
España abrasada por las altas temperaturas y los incendios, y yo en San Sebastián, donde este año también se nota el calor, aunque es más llevadero. En las comidas, sin saber cómo, siempre acabamos las mujeres por un lado y los hombres en el otro extremo de la mesa. No es premeditado, pero a nuestra más que mediana edad, nos parece una distribución muy agradable. Ya no tenemos tanta necesidad de mezclarnos, y las conversaciones con las personas de nuestro género nos suelen divertir más.
En una de las cenas coincidí con varias mujeres, de las que ninguna era cazadora, pero todas tenían un vínculo estrecho con la actividad cinegética, y la noche estuvo muy animada. El tema surgió por la indignación del efecto de los incendios en todo lo que rodea la actividad rural en general y a la cinegética en particular, mostrando que si bien no ejercen el arte venatorio, profesan una afición muy superior a muchos de nuestros compañeros de afición.
Estudios como el de Artemisan el año 2023, sobre el impacto económico, social y ambiental de la caza, demuestran que en esta actividad están involucradas muchísimas personas no cazadoras, que no ven únicamente a la caza como un disfrute o un entretenimiento, sino como una actividad necesaria para la economía rural y la conservación del medioambiente.
Los cazadores dependemos de todos ellos, como ellos dependen de nosotros. Es una simbiosis que hay que cuidar y fomentar. Aquellos que vivimos en las ciudades y nos tenemos que desplazar para poder practicar nuestra afición no sabríamos qué hacer sin los hosteleros, restaurantes y gasolineras que nos acogen, al igual que muchos de estos comercios viven casi exclusivamente de la clientela que aporta la caza. Es un ejemplo muy obvio, pero qué decir tiene de la necesidad que tenemos de otros oficios, que las personas alejadas de nuestro mundo, ni siquiera se plantean como indispensables para la caza. Huyendo de las más evidentes, quiero mencionar entre otros la talabartería, y aunque la ropa técnica está desplazando los materiales tradicionales, muchos cazadores no conciben sus zahones, polainas, morrales o fundas de cualquier tipo si no son de cuero. Todos conocemos pueblos dedicados casi en exclusiva a este arte, y únicamente pensando en los cazadores. Sin duda, sin nosotros esta actividad estaría mucho más cerca de su extinción.
Pero es que hay miles de actividades que dependen en exclusiva de la caza para subsistir, como son la guardería, empresas cárnicas y veterinarios dedicados únicamente a la carne de caza, taxidermistas, gestores rurales, piensos para animales cinegéticos, y tantos otros ejemplos.
Mantienen sus cazaderos limpios y vigilados, por lo que también pueden llegar a detectar un incendio en sus primeros estadios
La caza aporta un beneficio evidente a las zonas rurales más pobres y rústicas, aquellas que no se han dedicado a la agricultura u otros aprovechamientos más rentables, y por ello se han dejado al monte y a las especies cinegéticas, al no ser provechosos para otros menesteres, ayudando a fijar la población en estas zonas más desfavorecidas. Son áreas que suelen coincidir con los paisajes más requeridos por todo tipo de turismo, así que, indirectamente, también la caza favorece a ese turismo rural tan demandado ahora por los habitantes de las grandes urbes. Como también ayuda a prevenir incendios. Todos sabemos que los cazadores cuidan el objeto de su disfrute, en las zonas más secas propiciando puntos de agua donde los animales puedan beber, en las de monte más cerrado abriendo cortafuegos, que aunque el fin del cazador sea poder acceder y ver a su presa, son una ayuda indiscutible para poder llegar en caso de un fuego, y atacar desde allí para evitar su propagación. Mantienen sus cazaderos limpios y vigilados, por lo que también pueden llegar a detectar un incendio en sus primeros estadios, único momento en él que te puedes hacer con él.
En definitiva, al final los cazadores no somos más que un elemento más del medio rural, y como la propia definición de la ecología indica (ciencia que estudia los seres vivos como habitantes de un medio, y las relaciones que mantienen entre sí y con el propio medio), mantenemos una relación con nuestro medio, interactuamos con él y somos básicos también para su conservación. También mantenemos esa relación con los vecinos del entorno rural, nos necesitamos los unos a los otros y por eso incluso los que no son cazadores, entienden y defienden nuestra actividad.
Clara Moreno de Borbón es vicepresidente del Real Club de Monteros y vocal de la Junta Nacional de Homologación de Trofeos de Caza