Un cuquillero manchego

Para vivir esta cacería hay que saber y distinguir cantos de cañón, cuchichíos, embuchadas o el final de humo

Act. 23 sep. 2025 - 08:53

Caza con reclamo

Caza con reclamoReal Federación Española de Caza

La voz cuquillero no está reconocida por la RAE aunque lo está cuco y cuclillo como aves e, inesperadamente, como «marido de la mujer adúltera». La verdad que es mucho más aceptable este vocablo que el sonoro habitual.

Cuquilleros son los enamorados de la caza de la perdiz con reclamo y viene de llamar cuco a la perdiz doméstica. El reclamo de perdiz es arte antiguo y nuestra literatura tiene abundante muestra con ese título como proclaman los libros de Manuel Moriano bajo el seudónimo de A+B, Jara Ortega, González Borreguero y Ruiz Constantino y otros al que acompaña un subtítulo diferenciador tal que: Experiencias de un viejo cuquillero de Enríquez Vallejo, Diccionario del pajaritero de Moreno Chacón, o el más extenso de Bustos Fernández, Novedades y experiencias interesantes para la práctica de la caza del cuco y el cuido y adiestramiento del reclamo. Consejos, recuerdos y tretas del cuquillero. Por último libros como el de Alarcón Diaz, Historias de mis reclamos y muy especialmente Sánchez-Casas: Reclamos y recibos (memorias de un cazador de reclamo). Los citados son solamente un indicio pues la bibliografía del reclamo es abundantísima y ahora, muy recientemente se ha editado De la caza de la perdiz con reclamo obra de José Antonio Sauco Sánchez-Casas.

Precisamente ese libro me mueve a escribir de los pajariteros, raza de las más nobles de la cofradía de San Huberto.

Su antigüedad es tanta que existen mosaicos romanos que muestran a perdices en su jaula de mimbre. Es práctica mediterránea, es decir culta, porque la perdiz roja vive en tierras que baña el mar de la cultura; en España se ha usado y usa en todo lo que está al sur de Somosierra, especialmente La Mancha, Extremadura y Andalucía.

En esencia quien caza es el reclamo, el humano es como el sacerdote en el matrimonio, testigo indispensable

Sauco es un manchego cabal, es decir con orgullo de serlo y con la prudencia de no alardear de ello y, claro es pajaritero. Empieza el libro con un canto a su tío Paco, que fue su maestro, en el que expresa uno de los fundamentos de toda cacería, la identidad con la afición. A continuación expone la doctrina de la caza con reclamo: no cuenta el número, ni los puntos, ni el trofeo (…) solo el lance. No dice «he matado tres» sino «le he matado tres al Califa, al Viejo…» así de sencillo y así de cuquillero.

Luego viene el texto De pájaros, puestos y fincas, para ilustrar lo que es esta caza. En marzo, quizás a finales de febrero, las perdices sienten la proximidad de la primavera y entran en celo (algo semejante a los humanos con la feria de Sevilla) y buscan pareja acudiendo los machos al desafío que canta el intruso que es nuestro aliado.

Las llamadas del reclamo, cuco, pájaro o perdigón, la inventiva del español no se acabó con Quevedo, son muy variadas -Sauco reconoce 16- y según sean de desafío, de recibo o finales son muy distintas y el pajaritero ha de conocerlas para poder seguir la acción, ya que en eso radica el meollo de esta cacería.

En esencia quien caza es el reclamo, el humano es como el sacerdote en el matrimonio, testigo indispensable. Y para vivir esta cacería hay que saber y distinguir cantos de cañón, cuchichíos, embuchadas o el final de humo. Es acción de mucha intensidad, sensorial para el cazador y vital para el reclamo, que cuando ve muerto a su rival se alza trinando con toda la gallardía del triunfador.

El libro de José Antonio no es uno más de los que se editan todos los años, no se reduce a contar sus «experiencias» como gustan de hacer los que han vivido una semana en Namibia, es la obra de la vida de un cazador y para explicar su afición y la caza de la perdiz requiere de autoridades como Juan José Cabrero: Escribo no para iniciar a nadie, sino para compartir mi afición, o el embajador Cuenca Amaya: ese oculto pellizco de misterio que, como el flamenco, sólo pega a quienes han tenido la fortuna de sentir su escalofrío. Y con ellos Paco Basarán, el doctor Muños Seca que hablaba de asistir a la tragedia de celos que es la lucha de una perdiz brava con un reclamo valiente, Julián aquel pastor poeta que alegró los montes de Toledo en los años cuarenta, y otros tantos hasta dolerse porque Miguel Delibes no entendió este modo de cazar y los cazadores padecen la ausencia de su bien decir en esta disciplina.

Esta obra se enriquece con magníficas reproducciones de varios artistas, Luis Caresma que irrumpe de pronto entre las páginas como lo hacen las perdices en el campo, Miguel Ángel Moraleda el vate manchego con pinceles que lleva la luz blanca de Toledo en su mirada y Manuel Sosa, internacional del arte, todos presididos por Barca que retrata a José Antonio Sauco, es decir no solo devuelve el parecido, comunica también su alma.

El libro contiene una completa bibliografía de la caza con reclamo (conozco el esfuerzo de tiempo y trabajo que supone porque he contemplado el empleado por el Conde de Trastámara en la suya), un estrambote sobre especies señeras: urogallo, avutardas, osos y linces porque su belleza le conmovió a José Antonio y hasta tres recetas para disfrutar en la mesa con las perdices: estofadas, en escabeche y fiambre.

Se termina con un delicioso manuscrito de 1892 en el que el bisabuelo del autor Francisco Sauco López-Brieva Laus solicita en verso licencia para cazar el pájaro, que estaba entonces prohibido por ley; un poema lleno de gracia, ironía y buen humor.

El marqués de Laserna es académico de honor de la Real Academia de la Historia

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