Jack Russell

El perrero, al que llaman 'master', lleva a sus perros y todos los demás van acompañando, contemplando el esplendoroso espectáculo. Todos los obstáculos se superan: saltos, puertas, ríos, caceras, pueblos, setos… lo que sea. Nada detiene la cacería

Caza a caballo con un perro de la raza Jack Russell

Queridos incautos: Los Británicos llaman hunting a la caza a caballo. (¡Ay de ti! Si se te ocurre decir, Hunting pheasants en lugar de Shooting pheasants. )

El reverendo John «Jack» Russell (1795-1880) era vicario de Swimbridge y rector de Black Torrington, en North Devon. Esto está en el suroeste, donde más frío sopla el viento en toda Inglaterra. Era apasionado del hunting. Cuando a un sacerdote le gusta la caza es el más ferviente cazador. Y si es anglicano además se puede casar.

El objetivo del hunting es, como en toda la caza, la persecución de la presa. Para ello la madrugada antes de la cacería unos propios van recorriendo el campo y tapan todas las zorreras. Para que el zorro que ha estado cazando por la noche, se vea obligado a huir. Cuando lo localizan los hounds (mucho cuidado: nada hay más ofensivo para un inglés que llamar simplemente dog a un hound)

El zorro sale a la carrera. El perrero, al que llaman master, lleva a sus perros y todos los demás van acompañando, contemplando el esplendoroso espectáculo. Todos los obstáculos se superan: saltos, puertas, ríos, caceras, pueblos, setos… lo que sea. Nada detiene la cacería.

Sacan un burruño que son el perro y el zorro enzarzados en una pelea espantosa. Los consiguen separar. Y sueltan al zorro

Hay una regla de oro: Jamás hay que rebasar a los perros, pues se borra el rastro. Pero… a veces el zorro alcanza la madriguera, una que no encontraron y no consiguieron tapar… Y se acabó la fiesta. Para esto son estos perros.

El reverendo creó esta raza a base de terriers para llevarlos a caballo metidos en una especie de alforjas. Le compró una perra a un lechero local. Era blanca con pequeñas manchas y curiosamente se llamaba Trump. Es la matriarca de todos estos perros fuertes de patas cortas. Los sacaban de las alforjas y los metían en la zorrera. De repente se oía una ladra y una pelea a varios metros de la entrada.

Caza a caballo con un Jack Russell

Los ingleses se ponen a cavar como locos. Sacan un burruño que son el perro y el zorro enzarzados en una pelea espantosa. Los consiguen separar. Y sueltan al zorro… Zorro que se pensaba a salvo, y que… ¡otra vez a la carrera! Con toda la parafernalia detrás. Las trompetas del master llamando a los perros y toda la marabunta de caballos saltando por sitios imposibles, dándose unos batacazos de cuando en cuando. Porque lo importante no es cazar el zorro. Lo importante es la carrera.

Hoy día he visto ese espectáculo. Aunque ya no van dentro de las alforjas. Los llevan en un quad que lleva una especie de cesta delante. De donde sacan a la fiera. Mucho menos auténtico y muchísimo menos romántico.

Jack Russell no estaba muy interesado en fijar la raza. Solo quería cruzar para obtener buenos perros de caza, de pequeño tamaño. Y la parte más dura: cuentan que él mataba a todo perro que no era capaz de galopar en la montura. El reverendo era todo un carácter. Los propios ingleses le consideraban excéntrico. Se casó con una rica heredera, pero se pulió su fortuna rápidamente entre el hunting y los perros. Sus sermones solían ser muy cortos, especialmente para los estándares victorianos de la época. Pues siempre tenía aparejado el caballo con la montura, esperándole en el patio de su iglesia.

En su pueblo existe hoy un pub llamado Jack Russell Inn donde se conserva una copia de un cuadro de la perrita Trump. El original fue encargado por Eduardo VII siendo Príncipe de Gales y está colgado en Sandringham. Con el pasar del tiempo se convirtieron en perros muy populares. Los estándares de la raza la fijarían los australianos.

Los perros de caza no suelen ser buenas mascotas. La gravedad de su oficio les aleja del jugueteo inocuo con las familias. Pero en este caso la leyenda se contradice, pues por su tamaño, sus malabarismos, sus divertidas ocurrencias y sobre todo por ser tan sumamente simpáticos se han convertido en perros de referencia.

Si la iglesia es la institución más poderosa pues ha sobrevivido a todas las vicisitudes de la historia, es lógico que los perros del clero gocen de todas las prerrogativas… e incluso de indulgencias.

  • El conde de Teba, Jaime Patiño Mitjans, es arquitecto y ganadero