La Macarena, con su rostro de siempre, vive en una casa de Camas (Sevilla)Fermín Cabanillas / EFE

Sevilla

Una casa de Camas se transforma en lugar de culto con una réplica de La Macarena «con su rostro de siempre»

Una habitación de una vivienda de esta localidad sevillana congrega a los fieles de la Esperanza Macarena que se consuelan mientras dura la restauración de la imagen viendo una réplica casi a tamaño real de esta virgen

Para quien lo desconociera, basta mirar a la que se montó con los fallidos trabajos sobre el rostro de La Macarena para saber lo que significa esta virgen para muchos sevillanos.

El restaurador Pedro Manzano, que dirige la restauración para rebajar los trabajos que cambiaron el semblante de la virgen el pasado verano, ha asegurado recientemente que ha conseguido recuperar la mirada original de la imagen.

Manzano ha informado de que se han retirado «regruesos de pasta» que había en el rostro de la virgen, con lo que se ha conseguido «alcanzar la línea original del párpado», de modo que «su mirada ha cambiado, se ha recobrado esa impronta que la virgen tenía».

La restauración comenzó en agosto pasado, cuando la empresa extremeña Semitech tuvo a la virgen en una cámara sin oxígeno 24 días para eliminar los insectos xilófagos que pudieran afectarle.

Una réplica en Camas

Una habitación de una casa de Camas (Sevilla) se ha transformado en un lugar de culto para muchas personas, sobre todo para las fieles de la Esperanza Macarena, que, se consuelan mientras dura la restauración de la imagen viendo en esta casa una réplica casi a tamaño real de esta virgen sevillana.

Y algo así es posible gracias a Ana Santamaría, una vecina de esta localidad que ha colocado en una habitación esta imagen, incluso bendecida, junto a la de la Esperanza de Triana, un Cristo cautivo y una Virgen de la Soledad.

Comparaciones con la original

«Yo abro la persiana por la mañana, pongo marchas de Semana Santa y esto es como si fuera el Jueves (Santo), con todo el mundo mirando», explica Ana a EFE, que no oculta su devoción por la Esperanza de Triana, que es la virgen que se ve de frente desde la calle, y de la que, además, tiene todo su ajuar, el mismo que se custodia en su capilla de la calle Pureza de Sevilla.

Sí admite que quienes van a ver a La Macarena no pueden evitar compararla con el rostro de la virgen original, cuya restauración provocó tantas protestas el pasado julio, tras colocarle unas pestañas y cambiar su expresión facial. «La gente entra y dice, ‘mira, así las tenía (las pestañas) la Esperanza Macarena’», afirma, pero confía en que «Pedro Manzano –el restaurador que ahora trabaja con la imagen– lo va a recuperar todo, porque está en muy buenas manos».

La devoción le viene desde pequeña. Lo de Ana no ha surgido con la madurez, sino que es algo que toda la vida ha llevado dentro. Recuerda que, cuando era pequeña, cogía las muñecas en su casa, las vestía como una virgen de palio y las sacaba en procesión por las calles de su barrio, que entonces era el Polígono San Pablo sevillano.