Viñedo de Airén
Castilla-La Mancha pone en valor su mayor tesoro vitivinícola… y no es el Tempranillo
La región dedicará el 30 de noviembre a la Airén, la uva blanca que cubre sus campos y que, tras siglos de silencio, empieza a hablarle al mundo en forma de vino
Durante décadas, la uva Airén ha sido un gigante dormido. Una uva silenciosa, modesta, sin aspavientos ni campañas de marketing. La ves en cada rincón de Castilla-La Mancha, cubriendo el horizonte como un mar de vides doradas, pero rara vez se pronuncia su nombre con admiración. Eso está a punto de cambiar.
El Gobierno de Castilla-La Mancha ha aprobado la declaración del 30 de noviembre como el Día de la Uva Airén, una fecha para celebrar, visibilizar y reivindicar esta variedad autóctona, la más cultivada de la región y, paradójicamente, una de las más desconocidas fuera de nuestras fronteras.
El anuncio lo ha hecho el consejero de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, Julián Martínez Lizán, tras el Consejo de Gobierno regional. Y no es casualidad: la Airén representa mucho más que cifras. Es identidad. Es territorio. Es una manera de entender la vida.
Reina sin trono: cifras que hablan de identidad
Los datos hablan con elocuencia: el 42% del viñedo de Castilla-La Mancha está plantado con Airén. Eso se traduce en 182.000 hectáreas, casi la mitad de toda la superficie vitícola de la comunidad autónoma. A nivel nacional, el dato es aún más abrumador: el 98% del Airén plantado en España está aquí.
Pero más allá del número, está la resistencia. La Airén ha sabido adaptarse al clima extremo, al viento, a la sequía, al abandono. Ha sobrevivido al olvido sin quejarse. Y ahora, que comienza a demostrar su verdadero potencial enológico, merece más que nunca un reconocimiento público y anual.
El renacer del Airén: de la sombra al prestigio
¿Y cómo es el vino Airén? A menudo se le ha subestimado. Se le ha considerado un comodín, útil para destilados o mezclas, pero poco más. Sin embargo, cada vez más bodegas están apostando por sacar lo mejor de esta variedad. Y lo están logrando. Bodegas con visión y raíces están vinificando la Airén con mimo, sacando lo mejor de una uva resistente al calor, al estrés hídrico y al paso del tiempo. Las bodegas están demostrando que esta variedad no solo puede dar vinos dignos, sino vinos excelentes, frescos, equilibrados, con aromas a manzana, hierba seca, hinojo o incluso plátano maduro.
Los blancos de Airén sorprenden por su frescura, equilibrio, aromas frutales y esa personalidad sincera que recuerda a la tierra de la que nacen. No buscan ser ostentosos, sino honestos. Cada sorbo es un paseo por el campo, una brisa seca del mediodía, una vendimia al alba.
«El Día del Airén será una oportunidad para reconocer el trabajo de nuestros viticultores y bodegas, y para seguir impulsando la identidad vitivinícola de Castilla-La Mancha en el mundo», ha subrayado Lizán. Porque el vino no es solo producto: es patrimonio vivo, es cultura embotellada, es relato colectivo.
Viñedo Airén
La Airén ya no es solo la uva resistente que lo aguanta todo. Es también la que emociona en boca, la que refleja el carácter austero y noble de esta tierra. Una uva capaz de contar una historia con cada trago.
Vino blanco de secano: una joya de identidad manchega
La uva Airén no presume, pero habla claro. No necesita complejidad para emocionar. Su frescura y su elegancia, su carácter sincero, lo convierten en una joya del viñedo que por fin está encontrando altavoz. Es el vino blanco de los abuelos, de los almuerzos en bodega, de las vendimias al amanecer.
Esta variedad no solo ha sido clave en el abastecimiento de la industria vinícola nacional durante décadas, sino que sintetiza como ninguna otra la identidad de Castilla-La Mancha: una tierra de sol, de esfuerzo, de raíces profundas y sabores que no se olvidan.
Del olvido al homenaje: un día para brindar con orgullo
Instituir un Día de la Uva Airén no es solo un gesto institucional. Es un acto de justicia histórica. Significa reconocer a tantos viticultores que, generación tras generación, confiaron en esta cepa sin pedir nada a cambio. Es levantar la copa por lo nuestro, por lo que resistió sin hacer ruido. Por lo que supo esperar.
Y es, también, una oportunidad para el enoturismo, para la promoción internacional, para que los blancos manchegos compitan sin complejos en mercados donde el Airén, hasta hace poco, era un nombre impronunciable.
El turismo del vino sigue en auge, y Castilla-La Mancha tiene en el Airén un estandarte único. Auténtico. Diferente. Mientras otras regiones miran al exterior en busca de glamour, aquí la riqueza está bajo los pies, creciendo en silencio desde hace siglos.
El futuro se bebe en blanco (y con raíces)
A partir de este 30 de noviembre, Castilla-La Mancha tendrá su fiesta del vino blanco por excelencia. Una fecha para redescubrir lo que siempre estuvo, para dar visibilidad a una uva que es territorio, esfuerzo y alma líquida. Y quizás, también, para reconciliarnos con esa parte de nuestra identidad que alguna vez ignoramos.
Vino blanco
Porque cuando el vino habla de verdad, no necesita etiquetas de moda: necesita memoria, manos curtidas y copas llenas de historia. Chinchín.