Convento de la Asunción de Calatrava, Almagro, Ciudad Real
Así será la gran transformación del convento de las monjas calatravas que cambiará el futuro de Almagro
Un Bien de Interés Cultural del siglo XVI se convertirá en un gran centro de formación sanitaria por el que pasarán unos 2.500 profesionales cada año
Almagro vivió hace unos días una escena que, aunque discreta, podría marcar el rumbo de su patrimonio y de su futuro. El empresario Víctor Madera, presidente de Global Hattina y de la Fundación Salud Nest, se reunió con el alcalde, Francisco Ureña, para entregarle el primer borrador del proyecto que busca devolver la vida al Convento de la Asunción, un BIC del siglo XVI que durante décadas ha permanecido atrapado entre ecos del pasado y un lento deterioro.
La reunión, celebrada en el Ayuntamiento, sirvió para confirmar que la recuperación del complejo ya no es un deseo lejano, sino un plan detallado que aspira a unir patrimonio, innovación y utilidad social en un mismo espacio.
Un centro que atraerá a miles de profesionales cada año
El borrador plantea una rehabilitación integral del edificio conocido como los Dominicos para acoger un centro de formación sanitaria gestionado por la Fundación Salud Nest. Según las previsiones, alrededor de 2.500 sanitarios pasarán cada año por sus instalaciones, que incluirán aulas, salas de estudio, comedor, cafetería y habitaciones individuales.
Convento de la Asunción de Calatrava
El proyecto se sustenta en el acuerdo firmado el pasado octubre entre el Obispado de Ciudad Real y la Fundación, un pacto que despeja el camino para rescatar este monumento de primer nivel y dotarlo de un uso que garantice su futuro.
La pieza central será la iglesia del convento, ya desacralizada, que se transformará en una gran sala de conferencias y espacio de usos múltiples, destinada a convertirse en el corazón del nuevo complejo.
El investigador y periodista almagreño Francisco José Martínez Carrión recuerda que el convento fue, desde el siglo XVI hasta el XIX, hogar de las monjas calatravas de clausura, patrocinadas por la influyente familia Padilla, uno de los linajes más poderosos ligados a la Orden de Calatrava y al entorno de Carlos I.
Convento de la Asunción de Calatrava
La historia dio un vuelco en 1814, tras la Guerra de la Independencia, cuando las religiosas fueron expulsadas y la Orden de Calatrava instaló en el inmueble su Sacro Convento, la última sede oficial de su historia. A la llegada de la desamortización de 1836, el edificio pasó a manos del Estado, que lo destinó durante años a cuartel de caballería.
En 1903, los dominicos de Andalucía tomaron el relevo gracias a una cesión conjunta del Obispado y el Estado. Habitaron el inmueble, lo reformaron —a veces con intervenciones poco respetuosas con su estructura original— y permanecieron allí hasta comienzos del siglo XXI. Entonces abandonaron el lugar, llevándose parte del patrimonio artístico, aunque cedieron las huertas al Ayuntamiento.
En las últimas décadas, una parte del convento funcionó como hospedería y restaurante, pero acabó cerrando y entrando en un deterioro progresivo que parecía conducirlo al olvido.
El renacer de un gigante dormido
El proyecto presentado por Víctor Madera supone cambiar esa narrativa. Recuperar el convento no solo significa restaurar su arquitectura, sino devolverle un propósito. En lugar del eco de un pasado inmóvil, las aulas y pasillos podrían llenarse pronto de voces jóvenes, de investigación, de conocimiento compartido y de una nueva vida que beneficie a Almagro y a toda la región.
El convento de la Asunción, testigo de cinco siglos de historia y silencio, parece dispuesto a abrir una puerta al futuro. Y Almagro, que tantas veces ha demostrado que sabe cuidar de sus tesoros, se prepara para acompañarlo en este renacimiento.