Tras el abandono definitivo de la ciudad romana de Tiermes en el siglo XVI, varias aldeas de la comarca reutilizaron los sillares de sus ruinas. Entre ellas, Manzanares levantó la iglesia de Santa Catalina, probablemente en el siglo XVII o XVIII, utilizando esos materiales históricos.
Tiermes fue originalmente un asentamiento de la cultura arévaca, uno de los pueblos celtíberos más destacados de la Meseta. Tras su conquista por Roma en el siglo I a.C., se transformó en una ciudad romano-celtibérica que alcanzó gran relevancia en la región. Lo que hace única a Tiermes es que gran parte de su urbanismo está excavado directamente en la roca arenisca roja: viviendas, aljibes, canales, escaleras, calles e incluso sistemas hidráulicos. Esta característica la comparte con la iglesia de Santa Catalina debido al expolio de las piedras romanas de la ciudad en la Edad Media.