Boda bilingüe en la Catedral de Valladolid
Mitad inglés, mitad español: la boda bilingüe celebrada en la Catedral de Valladolid que propició la conversión de la novia
¿Por qué o por quién suenan las campanas? Es la pregunta que, incluso, llegó a la Delegación de Medios de Comunicación Social cuando el mediodía del pasado 28 de junio repicaron con júbilo, durante varios minutos, las campanas de la Santa Iglesia Metropolitana Catedral de Valladolid.
La última vez que habían resonado, recientemente, con similar fuerza fue por la elección de un nuevo Papa. Sin embargo, y pese a las dudas de quienes llegaron a cuestionarse si se habría producido algún nombramiento diocesano o vaticano, el motivo por el que tañían las campanas de la Seo vallisoletana, confirmaba el deán, era otro: la boda de una novia inglesa con un novio español.
Durante los preparativos, los novios y el sacerdote que los casaría, Juan Molina, a quien conocieron durante la Catequesis de adultos, se aseguraron de que los invitados, especialmente los de la novia, por ser anglicanos, se sintieran «acogidos» e «involucrados».
Y, así, en la Liturgia de la Palabra se hizo «una lectura en castellano y otra en inglés», recuerda Molina, que se estuvo «auto traduciendo» durante toda la homilía. También las peticiones se dividieron al 50 por ciento e, incluso, el libreto se imprimió en formato bilingüe, anunciando la entrada del novio y de la novia en la columna de la derecha y, en la de la izquierda, «groom’s» y «bride’s entrance».
Libreto de la boda de Valladolid en español e inglés
En un primer momento, los novios barajaron una celebración mixta, no solo en cuanto al idioma sino también empleando el rito previsto por la Iglesia para unir en matrimonio a dos personas bautizadas cuando una de ellas no es católica. Algo que «es posible», remarca Molina. Sin embargo, «lo que ha pasado aquí», celebra el párroco de Rueda y otros pueblos del Arciprestazgo de Medina, «es muy bonito».
La importancia de la Catequesis
Hay que remontarse a la Catequesis de adultos. Al exponer el novio que su futura esposa era inglesa y anglicana, Molina le propuso invitarla a una catequesis «para que habláramos de la diversidad de confesiones cristianas». Finalmente, no fue a una catequesis, sino a dos.
«Se creó un lazo majo» entre los tres. Tanto, que le pidieron a Molina que los casara. Pero, ¿qué contestaría ella a una de las preguntas que se plantean durante el Sacramento del Matrimonio: estáis dispuestos a recibir de Dios los hijos y educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia? «Y, entonces», recuerda Molina, «ella contestó: yo quiero educar a mis hijos en la Fe católica».
Conversando con la novia, y significando las diferencias entre las iglesias Católica y Anglicana, la novia insistía: «Si es que yo creo en eso». «¿Pues, entonces?», repite Molina tras casarlos, evocando la pregunta que provocó que la invitara a confirmarse junto al que hoy es su esposo y, recitando el Credo, se convirtiera al catolicismo pese a haber sido bautizada, por tradición familiar, como cristiana anglicana contestaría ella a una de las preguntas que se plantean durante el Sacramento del Matrimonio: estáis dispuestos a recibir de Dios los hijos y educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?
«Y, entonces», recuerda Molina, «ella contestó: yo quiero educar a mis hijos en la Fe católica». Conversando con la novia, y significando las diferencias entre las iglesias Católica y Anglicana, la novia insistía: «Si es que yo creo en eso». «¿Pues, entonces?», repite Molina tras casarlos, evocando la pregunta que provocó que la invitara a confirmarse junto al que hoy es su esposo y, recitando el Credo, se convirtiera al catolicismo pese a haber sido bautizada, por tradición familiar, como cristiana anglicana.
La anécdota
Más allá de la alegría, la emoción y la belleza del amor que se manifestó por medio de los novios, para Molina la «peculiaridad» de esta boda «fue el sentir a la Iglesia Católica como una madre que acoge», sinónimo de «universal» porque «todos son bienvenidos».
Las arras pusieron la nota anecdótica porque los invitados de tierras británicas «no acababan de entender lo que significaban». Se tradujeron al inglés como «coins», pese a que los novios pasarían a compartir muchos más que unas monedas, todos sus bienes. No solo los económicos, también su Fe.