La calle principal de Calatañazor, en Soria
El diminuto pueblo soriano detenido en la Edad Media donde el poderoso moro Almanzor «perdió el tambor»
Esta bella localidad de 43 habitantes es la protagonista de la tradición soriana que sostiene que «en Calatañazor perdió Almanzor el tambor», que es tanto como decir que perdió su talismán de imbatible y que resultó derrotado
Corría julio del año 1002 y el canciller del Califato de Córdoba, Almanzor «el victorioso» era de facto el líder de la Iberia musulmana. El político y militar castigaba a los reinos cristianos en distintas campañas hasta que en la pequeña localidad soriana de Calatañazor, que suma hoy en día 43 habitantes, se vio obligado a huir tras luchar contra los ejércitos de Castilla, León y Navarra.
En la cruenta batalla, entre la historia y la leyenda, se estima que los moros perdieron unos 40.000 jinetes y 70.000 infantes. Según la tradición, «en Calatañazor Almanzor perdió el tambor». O sea, que perdió la alegría de vivir a consecuencia de la derrota. El todopoderoso caudillo moro, en todo caso, murió enfermo un mes después en Medinaceli tras proferir unas palabras proféticas: «Esta me parece la primera señal de la decadencia que aguarda al imperio».
Hoy, una estatua del poderoso dirigente de Al-Ándalus, que hasta entonces no había perdido una batalla, se puede ver en este diminuto pueblo que parece haberse quedado congelado en la Edad Media. La villa, asentada sobre una peña junto al río Milanos conserva la esencia de la época gracias a su rico patrimonio arquitectónico y su rica gastronomía tradicional castellana, a base de migas de pastor, carnes a la brasa, torreznos o setas.
Estatua de Almanzor en Calatañazor, Soria
Ubicado a 33 kilómetros de la capital soriana y rodeado de un frondoso paisaje del que destaca su sabinar milenario –considerado uno de los mejor conservados del mundo–, sus calles empedradas, sus casas de adobe y madera con unas peculiares chimeneas cónicas son testigos de otro tiempo que convierten a este pueblo en una reliquia que atrae cada año a numerosos turistas, que 'escalan' la villa dispuesta en lo alto de una roca.
El Valle de la Sangre
Y en lo alto del todo, con un mirador con unas vistas espectaculares al Valle de la Sangre, se encuentran los restos del castillo, que invita a imaginar cómo serían aquellos tiempos difíciles en una tierra fronteriza forjada a hierro y fuego.
Vista de la villa soriana de Calatañazor, donde «Almanzor perdió el tambor»
De esta fortaleza apenas queda un lienzo de pared y la cimentación del patio de armas, pero sigue siendo un lugar de gran interés para los visitantes que, de camino, haciendo un alto en el camino de subida, pueden adquirir productos típicos de la tierra, degustar la cocina soriana o comprar algún artículo de cerámica.
El pueblo cuenta con otros edificios interesantes, como la iglesia románica de Nuestra Señora del Castillo o, en las afueras, su Ermita de la Soledad, del mismo estilo arquitectónico. Además, en los alrededores se encuentran los restos de Voluce, un asentamiento celtibérico asimismo cargado de historia y de leyenda.