Carles Puigdemont en un acto de Junts en el sur de Francia
El annus horribilis de Puigdemont por culpa de Sílvia Orriols
El declive del expresident y el ascenso de la nueva derecha independentista
Un año después de la vuelta de Puigdemont a Cataluña nos preguntamos si sirvió de algo, cómo han evolucionado las encuestas y el dolor de cabeza que le proporciona Sílvia Orriols.
La política del perro del hortelano
Se cumple un año desde que el expresidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, reapareció en un acto en el paseo Lluís Companys, rodeado de seguidores, ante los que reivindicó el derecho a la autodeterminación. Esto ocurrió pocas horas antes del pleno para nombrar a Salvador Illa como presidente de la Generalitat. Hubiera podido decir como Julio César «veni, vidi, vici», pero no hubo victoria. Aquel acto fue una sacudida de 15 minutos sin efecto sobre la política real.
Al final la vida continuó e Illa fue nombrado presidente. El mundo sigue adelante a pesar de los esfuerzos de Puigdemont. Aunque piense que es el centro del mundo, su tiempo ya ha pasado. Con la perspectiva que da un año, podemos afirmar que nada ha cambiado. Es cierto que el Tribunal Constitucional ha avalado la ley de amnistía y que está preparando un recurso de amparo tras el rechazo definitivo del Tribunal Supremo a perdonar la malversación del procés. También es verdad que la vuelta de Puigdemont ha provocado algunos titulares.
La realidad es que él sigue fugado de la justicia y cada día tiene más complicado volver, en honor de multitudes como en su momento Josep Tarradellas, sin acabar en prisión. Sánchez, Illa y Puigdemont lo saben, pero gracias a este tema esconden problemas reales que son incapaces de resolver. Para España, Puigdemont no es un problema: es una anécdota.
Durante este último año, Puigdemont ha puesto contra las cuerdas a Sánchez gracias a sus siete diputados. En diciembre de 2024 desestructuró el Consell de la República, eso que decía ser el verdadero gobierno de Cataluña. Pidió entrevistarse con el PSOE en Suiza. Primero estuvo Santos Cerdán y ahora tendrá a José Luis Rodríguez Zapatero. Vota a favor o en contra en el Congreso dependiendo de sus intereses. Las negociaciones se hacen con un verificador internacional. En definitiva, toda una serie de despropósitos para conseguir, según dicen, el hecho diferencial para Cataluña. La realidad es que Puigdemont, Nogueras y sus acólitos solo piensan en su interés personal. Cataluña les importa muy poco.
Evolución de las encuestas
Las encuestas del último año no le son nada favorables a Junts ni a Puigdemont. Actualmente, tiene en el Parlamento catalán 35 diputados. En junio de 2024 la intención de voto era del 22,7 %, habiendo aumentado desde las elecciones del 12 de mayo, donde obtuvieron el 21,61 %. Podría parecer que su regreso había disparado la intención de voto. Sin embargo, la encuesta de julio de 2024 la redujo al 19 %, casi cuatro puntos menos. En noviembre de 2024 era del 18,7 %.
El 2025 no ha sido mejor para el partido de Puigdemont. El CEO de marzo le daba un 17 %, con una horquilla de 27 a 29 diputados. En el de julio obtenía 17,5 % y pasaba a 28-30 diputados. En poco más de un año desde las elecciones, Junts podría perder entre cinco y ocho diputados.
Respecto a la valoración de los líderes políticos, en marzo de 2025 Puigdemont obtenía un 36 %, por detrás de Salvador Illa, Oriol Junqueras, Jessica Albiach de Comuns y Laia Estrada de la CUP. En julio subía a un 40 %, manteniendo el mismo cuarto puesto.
Es destacable un dato vinculado con la valoración. Si en marzo Puigdemont tenía el 36 %, la líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, obtenía un 35 %. Lo mismo ocurre en julio: Puigdemont 40 % y Orriols 39 %. Este dato es clave para lo que analizaremos a continuación. A esto debemos añadir que un 52 % de los catalanes están en contra de la independencia.
La sacudida no realzó su figura
El tema de Puigdemont se ha convertido en una lacra no solo para Cataluña, sino para España. Es un asunto cansino con muchas incógnitas. Hemos dicho que su tiempo ha pasado y esta es la realidad. Junts es un partido presidencialista que no deja destacar a nadie más. Fuera de Puigdemont y algunos líderes que siguen viviendo de la política, como Jordi Turull, impiden tener un líder que pueda reactivar el partido y alejarse de esta caída libre. Puigdemont es la cabeza indiscutible del partido y cualquier intento de regenerarlo es una utopía.
Hemos hablado de la valoración de los partidos y del aumento más que significativo de Sílvia Orriols. Esta es la clave. Aliança Catalana, un partido municipal que nació para ganar unas elecciones en Ripoll, donde algunos de sus miembros provienen de Estat Català y partidos ultraindependentistas, dio el salto a la política catalana y consiguió dos diputados. Lo que parecía un espejismo que acabaría desapareciendo se ha convertido en un problema.
Este problema lo tienen Junts y ERC. En mayor o menor medida también el PSC, aunque la afectación electoral está más dirigida a los partidos que tienen como bandera la independencia de Cataluña. Hemos visto cómo en el último año Junts puede perder entre cinco y ocho diputados. Estos los recoge Orriols, que en la última encuesta, la de julio, ya obtiene entre 10 y 11 diputados que salen de Junts y de ERC.
A medida que pasan los días, Orriols crece y, en unas próximas elecciones autonómicas, puede llegar a 15 e incluso algunos se arriesgan a darle 20 diputados. Esto puede significar un triple empate técnico entre los tres partidos independentistas con representación en el Parlament catalán.
La sacudida de hace un año, en vez de disparar las encuestas a favor de Puigdemont, ha tenido el efecto contrario. A esto hay que añadir que Orriols se ha crecido en los últimos meses, en cierta medida gracias a sus choques dialécticos con el presidente Illa. Orriols se ha convertido en una ilusión dentro del caos. Es significativo que bastantes afiliados de Junts hayan roto su carnet y ahora lo tengan de Aliança Catalana. El futuro de Puigdemont pasa por apartarse y dejar paso. Esto no ocurrirá porque su mesianismo le impide ver la realidad y el futuro de Junts.