Diana Morant, y José Luis Ábalos, tras registrar la candidatura del PSPV-PSOE pro Valencia al 23-J

Diana Morant y José Luis Ábalos, tras registrar la candidatura del PSPV-PSOE por Valencia al 23-JEuropa Press / Rober Solsona

El caso Ábalos embarra el congreso del PSPV en el que Morant se erigirá líder

Pedro Sánchez y la ministra de Ciencia preveían un cónclave a modo paseo militar, pero el estallido del caso de corrupción por las mascarillas ha dinamitado sus planes

No corren buenos tiempos para el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Sin apenas tiempo para reponerse de la derrota con estrépito en las elecciones gallegas, el caso PSOE, que ha desembocado en la marginación más absoluta del exministro de Transportes y secretario de Organización de los socialistas, José Luis Ábalos, le ha dinamitado todos los planes que tenía previstos. El escándalo es mayúsculo a nivel nacional, pero también tiene su particular derivada valenciana que en nada desmerece.
El ahora ocupante de un escaño de los del Grupo Mixto en el Congreso de los Diputados no es un parlamentario más, del mismo modo que no es un dirigente al uso en el PSPV-PSOE. De hecho, años atrás se quedó a tan solo diez votos de dirigir la federación socialista y es uno de los principales aliados del secretario provincial de Alicante, Alejandro Soler, quien se llegó a presentar a las primeras de la organización el pasado mes de febrero hasta que Ferraz dijo basta.
A poca gente se le escapa que la designación de la actual ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, ha sido un dedazo por parte del Ejecutivo. Lo que Sánchez quería era un Congreso Extraordinario de la filial valenciana en el que el nombramiento de la exalcaldesa de Gandía fuese poco menos que un paseo militar, un ladrillo más en su particular muro divisorio de la sociedad. Sin embargo, todo apunta a que esa ensoñación del líder del PSOE distará mucho de cumplirse, puesto que los presuntos tejemanejes de su antiguo número dos están embarrando el cónclave cuando todavía quedan menos de 20 días para su celebración.

Morant se aferra al argumentario

Cabe recordar que, por más que se empeñe en negarlo, la relación de Morant y Ábalos está ahí. Ella fue quien encabezó la lista de la organización del puño y la rosa en las elecciones generales del 23 de julio por la circunscripción de Valencia. Justo debajo de ella, el segundo en la papeleta y a modo de 'ticket electoral' aparecía un nombre: José Luis Ábalos Meco, el mismo que tuvo como hombre de su más estrecha confianza a Koldo García.
Diana Morant, junto a José Luis Ábalos

Diana Morant, junto a José Luis ÁbalosEuropa Press / Rober Solsona

Como buena alumna 'monclovita', la ministra se ha sumado a la estrategia del Gobierno de poner en marcha el ventilador y lleva varios días en los que repite el argumentario redactado en el Palacio de la Moncloa. El «caiga quien caiga» no es suyo. Ya lo dijo el propio Sánchez días después de estallar mediáticamente la trama. Aun con todo, la titular de Ciencia sigue creyendo que el supuesto de caso de corrupción a la hora comprar mascarillas en el peor momento de la pandemia a cambio de mordidas no va a minar su credibilidad por mucho que nunca haya renegado de Ábalos (al menos en público).
Entre las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo y las generales del 23 de julio apenas distaron dos meses. Tanto en una campaña como en otra, el compadreo fue total y absoluto. No se recuerda ningún mal gesto ni incomodidad alguna entre ambos candidatos, como tampoco los ha habido durante los casi siete meses que la legislatura lleva en marcha. Cero.
Al exprimer ministro británico Winston Churchill se le atribuye la frase de que «el político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene, y de explicar después por qué no ha ocurrido». Sin duda, el expremier lo dijo sin conocer la deriva en la que está inmerso el PSOE.
En cuanto al PSPV, el contexto no puede ser peor: pérdida de poder más que mayúscula, descabezamiento de la cúpula del partido y, por si no fuera suficiente, un Congreso Extraordinario manchado por una amplia sombra de corrupción por parte de uno de sus gerifaltes. Morant, aún en los vestuarios, comienza perdiendo el partido.
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