Espectacular imagen de una maniobra de la Patrulla Águila en Aire 25

Espectacular imagen de una maniobra de la Patrulla Águila en Aire 25Álvaro Delgado

Ejército del Aire y del Espacio  El fin de una era: la Patrulla Águila se despide

El cielo se cubrió de historia cuando el C-101 voló en formación junto al Sabre y al Pilatus PC-21, simbolizando el legado, el presente y el futuro de la aviación española

Aire 25. Dos palabras.

Dos palabras que, durante el último año, hemos oído repetidas como en un eco constante. Al principio, sonaban lejanas. Pero llegó. Y vaya si lo hizo. Y no solo se convirtió en realidad, sino que se elevó (literalmente) por todo lo alto.

El pasado 15 de junio, San Javier, San Pedro del Pinatar y los Alcázares levantaron la mirada y se encontraron cara a cara con un pedacito de su legado. Estos municipios costeros celebraron por todo lo alto una edición muy especial: Aire 25, el festival que, sin lugar a dudas, ha marcado un antes y un después en nuestros cielos.

Pero, ¿por qué es tan especial Aire 25?

Aire 25 ha sido una despedida y un homenaje. Un adiós a los míticos C-101, esos aviones que durante décadas han surcado el aire dibujando acrobacias imposibles con la Patrulla Águila a los mandos. Los «Culopollo», como se les conoce con cariño, rugieron una última vez, seguidos por decenas de miles de miradas que no podían despegar sus ojos de la estela de su vuelo.

Espectacular imagen de la Patrulla Águila durante su intervención en el festival aéreo Aire 25Álvaro Delgado

Al mismo tiempo fue un cumpleaños: 40 años desde que la Patrulla Águila despegó por primera vez y comenzó a escribir con humo blanco (y rojo y amarillo) su historia en el aire.

El festival Aire 25 se fue fraguando a fuego lento pero haciendo mucho ruido, como los propios motores de nuestros cazas. Se preparó con mimo y dedicación y el resultado no podía ser otro: el mayor espectáculo aéreo que ha visto nuestro país en años.

Porque ese día, en las playas del mar Menor, no solo volaron aviones.

Voló la memoria. Voló la emoción.

Voló el orgullo de un país que mira al cielo con devoción... y sabe reconocer a sus héroes.

Desde todos los rincones de España (e incluso desde fuera de nuestras fronteras), los aficionados llegaron en masa. Los hoteles de la zona colgaron el cartel de completo para acoger a los más de 500.000 asistentes que, pese a la distancia, no quisieron perderse esta cita tan esperada.

Impresionante maniobra de dos cazas de la Patrulla Águila en Aire 25Álvaro Delgado

El ambiente ya comenzó a caldearse el 14 de junio, cuando decenas de miles de visitantes se acercaron a la Base Aérea de San Javier para disfrutar de una jornada de puertas abiertas. Allí pudieron contemplar de cerca esos aviones que, pocas horas después, surcarían el espacio aéreo en una de las exhibiciones más esperadas del año. El aperitivo perfecto para lo que estaba por venir.

Y entonces llegó el gran día.

Los primeros rayos del sol del domingo 15 de junio no solo trajeron consigo ese calorcito tan característico del litoral del mar Menor, sino también a miles de apasionados de la aviación dispuestos a no perderse ni un solo segundo del espectáculo. Y es que madrugar no era solo una opción: sino casi una obligación. Obligación que se vio recompensada al asegurarse un sitio privilegiado en primera línea de playa desde donde pudieron disfrutar del rugido y las estelas de colores de sus aviones favoritos.

La emoción se respiraba en el ambiente. Aplausos, vítores y una energía colectiva que se contagiaba con cada audaz maniobra. Porque en Aire 25 no solo fueron protagonistas nuestros aviones y sus pilotos, sino también el público: miles de personas que vivieron el festival con los brazos abiertos y el corazón en alto. Esta increíble fusión convirtió este momento en mucho más que una exhibición aérea: fue una celebración de identidad, de unidad y de ese orgullo patriótico que despierta al ver nuestros cielos surcados por quienes defienden y honran nuestros colores.

C-101, los famosos «culopollos», en pleno vuelo durante el festival aéreo Aire 25Álvaro Delgado

Tras varias horas de sol y expectación, con el agua, la arena y el paseo marítimo repletos de aficionados, el cielo dio la bienvenida oficial al festival. El acto, presidido por el Rey Felipe VI, arrancó con una espectacular apertura a cargo de los paracaidistas de la PAPEA que ejecutaron unas impresionantes acrobacias y tiñeron el litoral del Mar Menor con humo rojo y amarillo, mientras ondeaban las banderas al viento. Una apertura por todo lo alto.

Y mientras el público seguía con la mirada cada salto, nuestros oídos empezaban a prepararse para lo que venía. El F-18 rompió el horizonte con su rugido sobre el mar, seguido por el elegante vuelo del Saeta, que nos recordó con nostalgia los orígenes de nuestra aviación.

Imagen de la despedida de la Patrulla Águila durante el festival Aire 25Álvaro Delgado

La multitud estallaba en aplausos ante el despliegue de nuestra flota aérea. Entre las joyas que sobrevolaron el festival, destacó el imponente helicóptero Chinook, con sus dos rotores girando en sentido contrario para mantener la estabilidad (una imagen icónica que muchos asocian al cine y a las operaciones militares más exigentes). También desfilaron raudos por las alturas el ágil F-5 y veteranos como el Bücker, el T-6 y el Mentor, que evocaron otra época sin perder un ápice de protagonismo.

La flota aérea dio paso a la Patrulla Suiza, formada por seis F-5E Tiger II: cazas ligeros pero supersónicos, que demostraron una precisión milimétrica y un dominio perfecto del aire. Sus maniobras imposibles mantuvieron al público conteniendo el aliento, culminando con su característico cierre: una estela roja y blanca que tiñó el cielo azul con los colores de la bandera suiza.

Tras la elegancia desplegada, llegó el turno de la potencia. Nuestro Eurofighter Typhoon surcó el aire con una demostración de agilidad extrema, dejando claro por qué es uno de los cazas más avanzados del mundo. En Aire 25 actuó en solitario, en una exhibición de alta intensidad que impresionó por su velocidad, sus virajes cerrados y el rugido de su twin-engine.

Como curiosidad, el Eurofighter es el único caza europeo que incorpora control por voz en cabina y gafas con pantalla integrada. Además, cuenta con sistemas inteligentes capaces de detectar, interceptar y neutralizar amenazas sin la intervención del piloto. Tecnología de vanguardia, al servicio de una maniobrabilidad brutal.

Adiós a los míticos C-101, los aviones de la Patrulla ÁguilaÁlvaro Delgado

Y entonces, el horizonte se vistió de verde, blanco y rojo. La Frecce Tricolori, el mayor equipo acrobático del mundo, desplegó con su impecable formación de seis MB-339. Con su habitual sincronización, dibujaron la bandera italiana sobre San Javier. Un alarde de talento, coordinación y belleza aérea en un espectáculo sin parangón.

En una entrada que deja claro por qué, en la enseñanza, ha tomado el relevo del C-101, el PC-21 hizo su aparición estelar. Esta bestia moderna combina un rendimiento excepcional con aviónica propia de un turbohélice, lo que permite a los pilotos en formación entrenar en condiciones casi idénticas a las de un reactor de alta gama. Los propios pilotos lo describen como «un jet disfrazado de hélice».

Y tras una entrada de lujo, llegó el momento que todos estábamos esperando… ¡La exhibición de la Patrulla Águila!

El cielo se cubrió de historia cuando el C-101 voló en formación junto al Sabre y al Pilatus PC-21, simbolizando el legado, el presente y el futuro de la aviación española. Tres generaciones de aeronaves compartiendo espacio en un mismo vuelo, en un homenaje único que emocionó a todos los presentes.

Además, el Sabre fue pilotado en su día por el Rey Juan Carlos, el C-101 por el Rey Felipe VI durante su formación, y si la Princesa Leonor sigue la tradición, será sobre el Pilatus donde aprenda a volar. Un guiño al linaje, al compromiso y a la continuidad de quienes, desde las alturas, representan a nuestro país.

Mil datos fascinantes se pueden contar sobre la historia de nuestra Patrulla Águila, pero hay tres que brillan con luz propia y que merece la pena recordar.

En 2004, durante el 25º Aniversario, uno de sus aviones fue instalado en Alcalá de Henares en honor a un compañero caído.

En 2010 la Patrulla lució una insignia con el emblema «World Champion 2010», tras ganar un torneo aeronáutico y recibir el reconocimiento del equipo neerlandés.

Y, quizá el más impresionante; es la única patrulla acrobática del mundo que realiza la compleja maniobra de aterrizar sus siete aviones en formación cerrada, una seña de identidad que solo está al alcance de los mejores.

La formación cruzó de punta a punta el mar Menor dejando tras de sí los colores rojo y amarillo, como si escribieran su legado en el aire. Un broche final perfecto para su despedida tras décadas de historia, abriendo paso a una nueva generación.

En Aire 25 todo giraba en torno a los C-101 y la Patrulla Águila: su historia, su legado… y ese último rugido que ya no es solo un sonido que atraviesa el espacio aéreo, sino un eco grabado para siempre en la memoria de un país que, por unos instantes, contuvo el aliento y miró al cielo con orgullo.