DivisaderoAntonio Pérez Henares

La mayor amenaza para Sánchez

La debacle de Galicia anima a quienes le resisten en todos los frentes en los que está metido. Su intento de asalto y control del Poder Judicial va a tener una cada vez más enconada respuest

Actualizada 01:30

Lo peor que le ha podido pasar a Sánchez en las elecciones gallegas, más peligroso aún que dejar hecho una piltrafa a su partido, es que ha devuelto la esperanza a una gran cantidad de gente que desde el 23-J y conseguir mantenerse en Moncloa, la tenía casi perdida. El 18 de febrero ha resucitado en toda España a todos cuantos creen que para poder seguir existiendo una patria común y vivir en igualdad y convivencia en ella, es él quien ha de desaparecer de la escena política. Ese cambio de percepción es su mayor amenaza.
Han vuelto a pensar de nuevo que es posible vencerlo e impedirle que, en connivencia con todo «diablo» que le ofrezca trato (lo vino a decir y lo ha demostrado con sus actos), desguace nuestra nación, expropie nuestros derechos y nos convierta en siervos que hemos de pagar tributo a quien él nos ha vendido. Tomar Galicia, entregándosela al BNG, era la siguiente argolla que buscaba colocarnos para completar la cadena del separatismo del que ahora es Adelantado.
Ese era el objetivo de su operativo, sacrificando una vez más lo que fuera, siglas incluidas, para asestar un golpe demoledor a la oposición, dejar roto a Feijóo y al PP en la más impotente melancolía. Y aparecer él, exultante y riéndose a carcajadas, como el indestructible caudillo que gana cuando pierde y acaba batiendo al enemigo. Ese era el plan al que se destinaron todas las energías, medios, ponzoñas, poderes, agitación, propaganda y sublimación de la mentira hasta alcanzar el cenit acusando a los otros de ser lo autores de las suyas. Debió llegar hasta creérselo él mismo, pues se ha implicado, con su ahora su gran gurú y lugarteniente, Zapatero, hasta las trancas.
Hizo de la campaña una cacería de Feijóo pero es a él a quien le ha reventado la escopeta en la cara. Las cañas se le han vuelto lanzas y la derrota no solo deja al descubierto un PSOE destrozado en todo el territorio y donde no le queda una almena (las de Page no son muy suyas) sino a él desnudo y con las vergüenzas al aire: un perdedor entregado a los separatistas, que solo por ellos y a sus ordenes sobrevive y que ahora tiene por delante un panorama donde puede ir de derrota en derrota. El calendario que asoma es temeroso. En las elecciones europeas puede sufrir un batacazo estatal y personalizado y en las vascas, habrá de poner la vela a uno de los dos que lo tienen cogido del pescuezo, el PNV y los herederos, como poco políticos, de ETA que bajo su amparo y arrumacos amenazan la hegemonía de los anteriores y el que se quede sin ella se cabreará mucho. Muy peligroso porque los votos de los dos le son imprescindibles.
La debacle de Galicia anima a quienes le resisten en todos los frentes en los que está metido. Su intento de asalto y control del Poder Judicial va a tener una cada vez más enconada respuesta. La Unión Europea está en creciente alerta, y la Justicia no se arredra ante sus intentonas y responde con la ley a sus desafueros. El sartenazo del Supremo a la cesión a la exigencia de Bildu, que sumó a la entrega de la alcaldía de Pamplona, de expulsar a la Guardia Civil de Navarra, declarándola nula por no ajustarse a derecho, era preciso para ello una ley Orgánica, fue el colofón el lunes de un domingo negro para el Gobierno. La ley de amnistía, tras cumplir con todas las exigencias y haberla hecho a la carta y al dictado de los amnistiados y los prófugos, está ahora empantanada al exigir todavía más inauditos desafueros, añadir los delitos de terrorismo y los de alta traición al Estado. Y está ya tan metido en la ciénaga que no tiene salida buena. Ya está Bolaños viendo cómo se hinca de rodillas y que no se note mucho. Pero el tufo es cada vez más apestoso y de difícil aguante.
El 18 de febrero, fue una jornada aciaga para el Gobierno sanchista. Para el PSOE, pero para sus coaligados casi aún peor todavía. Ni un escaño que llevarse a la boca. Yolanda recogió menos votos que ella y sus acólitos bolitas de plástico en las playas y a los de Podemos no les votaron ni los desmayados afiliados que aún le quedan. Para colmo, quien podía desde el otro costado y a veces así sucede, echarles una mano confundiéndose de enemigo, este Vox tan desnortado en ese norte, ha firmado otro fiasco.
Todo ello ha hecho asomar un panorama que podría haber sido en verdad siniestro y de oscura noche de haber conseguido sus designios, pero el guantazo ha supuesto exactamente lo contrario y quizás parezca haber comenzado a sonreír el alba. Porque quienes creen en España y estaban desalentados ante quienes tienen como meta cada vez más cercana el desguazarla, han recuperado la esperanza. Y eso sí que es peligroso para Sánchez.
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