Este es el restaurante con la estrella Michelin más antigua de Galicia: cocina atlántica con alma canalla

Pepe Solla (59 años) jamás imaginó que acabaría haciéndose cargo de Casa Solla tras la jubilación de sus padres, José González Solla y Amelia González, en el años 2003. No le gustaba mucho el arte de cocinar, pero con el tiempo acabó cogiéndole gustillo a esta profesión que le ha dado tanto. Tampoco pensó que, a estas alturas, este restaurante siguiese ostentando el honor de tener la estrella Michelin más antigua de Galicia, que consiguieron en 1980.

Las décadas han pasado y aunque sigue manteniendo su alma, Casa Solla es hoy sinónimo de reinterpretación y adaptación a los nuevos tiempos gracias a su genialidad. Empezó como camarero, lo que le llevó a iniciarse en el mundo de los vinos. Eran tiempos en los que la figura del sumiller no existía en Galicia.

Poco a poco, le fue cogiendo gustillo y le surgieron ideas para el restaurante que aún regentaban sus padres. «Yo, que había empezado la carrera de Administración y Dirección de Empresas, pensé que para cambiar las cosas tenía que aprender a cocinar y me metí en cocina para aprender de los profesionales que teníamos en el restaurante. Primero en la parte dulce y luego la salada. Seguro que pensaban ‘ya está el hijo del jefe dando la lata’ y mis padres que ojalá me centrara», recordaba en una entrevista para El País.

Lo primero que hizo fue cambiar la carta del restaurante que, por aquel entonces, ya tenía una estrella Michelin. La cocina original de Casa Solla convivió con las ideas vanguardistas del chef que hoy regenta este templo imprescindible de la cocina clásica gallega. «En los noventa hice un lacón con grelos en una copa de cóctel que no sé cómo no acabé en la hoguera por hereje», afirmaba.

Una nueva era para Casa Solla

Ubicado en el municipio pontevedrés de Poio, Casa Solla es hoy un lugar con una carta que nada tiene que ver con la original. No ha perdido la conexión con sus raíces ni la salsa meunière, un homenaje a sus padres, pero el resto son creaciones propias de la maestría de Pepe Solla.

Hasta el local no parece el mismo. El chef apostó el pasado mes de agosto por crear un espacio con identidad propia dentro del propio restaurante: La Taberna. Lo que antes era un salón con una lareira, ahora es una tasca independiente para doce comensales, donde el vino y el tapeo son los protagonistas, además de la música. Puedes incluso llevarte tus vinilos preferidos y ponerlos.

La carta de vinos de este nuevo concepto, donde la intención es recuperar el papel tradicional de las tabernas como espacios de encuentro y disfrute, supera las 2.000 referencias y la de tapas varía en función de los productos de temporada.