Setas en una cesta de mimbreEfeagro

Las mejores rutas micológicas y las setas que no te puedes perder este otoño en Galicia

El micoturismo gana adeptos cada año, y no solo atrae a los amantes de la gastronomía sino a aquellos que buscan conectar con la naturaleza desde otra perspectiva

Galicia, con sus bosques, humedad y suelos fértiles, se ha consolidado como uno de los principales parajes micológicos. Cada otoño, los gallegos y visitantes se preparan para una de las tradiciones más esperadas de la región: la recolección de setas.

En este contexto, el micoturismo, una modalidad de turismo centrada en la búsqueda, recolección y disfrute de las setas, ha ganado cada vez más adeptos en los últimos años. No solo atrae a los amantes de la gastronomía, sino también a quienes buscan conectar con la naturaleza y descubrir los paisajes otoñales gallegos desde otra perspectiva.

Las especies más apreciadas

Las condiciones climáticas juegan un papel determinante en la abundancia y variedad de setas de cada temporada. Sin embargo, el otoño siempre deja su impronta en los bosques gallegos, desde los pinares y castañares hasta los robledales más recónditos.

Durante estos meses, los montes se llenan de una diversidad de setas aunque los expertos insisten en la necesidad de extremar las precauciones: no todas las setas son comestibles.

Entre las setas comestibles más comunes en Galicia destacan algunas variedades imprescindibles para cualquier aficionado. Los níscalos (Lactarius deliciosus) son los reyes de los pinares y uno de los hongos más valorados por su sabor intenso y su característico tono anaranjado.

Muy presentes también están los boletus (Boletus edulis y Boletus reticulatus), inconfundibles por su carne firme y su aroma a frutos secos, protagonistas indiscutibles de la cocina otoñal.

Boletus edulisWikipedia

La seta de cardo (Pleurotus eryngii) es otra joya de los campos gallegos, especialmente en zonas húmedas y con abundantes lluvias. Las macrolepiotas, conocidas popularmente como zarrotas o choupíns, crecen en praderas soleadas y pueden alcanzar dimensiones sorprendentes. Tampoco faltan los cantarelos (Cantharellus cibarius), de sabor delicado y forma inconfundible, ni las linguas (lenguas) de gato o de vaca (Hydnum repandum), que aparecen más tardíamente y aportan un toque gourmet a muchos platos.

Los mejores lugares para buscar setas

Los amantes del micoturismo tienen en Galicia diferentes destinos donde disfrutar de la recolección de setas, desde sierras interiores hasta bosques atlánticos junto al mar.

En la provincia de Lugo, la Sierra del Courel se alza como uno de los epicentros micológicos por excelencia. Con más de 20.000 hectáreas de extensión, sus devesas de Folgoso y Seoane ofrecen un hábitat ideal para especies como las lepiotas, níscalos, boletus o amanitas. También en Lugo, la comarca de O Incio combina bosques de robles, nogales y castaños donde abundan los cantarelos el boletas o las coloridas rúsulas.

En Orense, los alrededores de La Puebla de Trives y la Fraga da Pena son paradas obligadas para los buscadores de setas. Allí, entre castaños centenarios, es posible encontrar especies como el champiñón de campo (Agaricus campestris) o el parasol (Macrolepiota procera).

Muy cerca, la Sierra del Suído, compartida entre Orense y Pontevedra, ofrece un paisaje de robles y campos donde brotan boletus, rúsulas y lenguas de gato.

La provincia de Pontevedra concentra algunos de los enclaves costeros más productivos, como los pinares en El Grove**, Sangenjo o la Isla de Arosa, donde los níscalos y cantarelos crecen entre la arena y el pinar.

También destacan los bosques del Lago Castiñeiras o del Monte Castrove, ideales para una jornada micológica combinada con rutas de senderismo. En el interior, la Fraga de Catasós, en Lalín ofrece un entorno de robles y castaños perfecto para encontrar boletus, amanitas o también lenguas de gato.

En el extremo norte, la Sierra de la Capelada, en La Coruña, es otro clásico entre los aficionados. Los montes que conducen a San Andrés de Teixido se llenan de buscadores cada otoño, atraídos por los níscalos y boletus que crecen bajo los pinos y por las vistas únicas al Cantábrico.

Por último, la Ribeira Sacra se suma a esta lista como uno de los destinos micológicos más completos, tanto por su diversidad de especies como por su paisaje. Los bosques de coníferas y robles albergan muchas especies. Eso sí, cabe recordad que la normativa gallega limita la recolección a dos kilos por persona y día.

En definitiva, el otoño gallego representa un momento destacado para el aprovechamiento de los recursos naturales y gastronómicos ligados al mundo de las setas, con un papel cada vez más relevante en la oferta turística de la comunidad.