Narciso Michavila

Narciso MichavilaPaula Arguelles

Narciso Michavila, sociólogo y presidente de la consultora GAD3

« La clase política está quebrada»

Michavila ofrecerá una conferencia el próximo jueves en la Universidad Loyola Andalucía organizada por los antiguos alumnos de ETEA

El próximo jueves 14 de diciembre los antiguos alumnos de ETEA, la actual Universidad Loyola, celebrarán un encuentro en el que contarán con la presencia del sociólogo Narciso Michavila (Madrid, 1965), presidente de la consultora GAD3. Michavila participa de este modo en un ciclo particularmente mimado por los alumni de la Loyola y que ya ha acercado hasta Córdoba al economista José María Gay de Liébana, el entrenador Toni Nadal o el ex seleccionador nacional Vicente del Bosque.
Narciso Michavila es comandante de Artillería en excedencia, y entre los años 1999 y 2004 fue el responsable de opinión pública y proyectos estadísticos del Ejército de Tierra. También ha sido analista principal del Instituto Español de Estudios Estratégicos del Ministerio de Defensa.Colabora como profesor en varias Universidades como la UNED, la Carlos III o la Universidad de Granada. Desde 2006 preside GAD 3, una consultora de investigación social y comunicación estratégica. La charla que va a ofrecer en el salón de actos de la Universidad Loyola Andalucía (Campus de Córdoba), lleva por título «Censura y crispación: la muerte de la razón».
Narciso Michavila

Narciso MichavilaPaula Arguelles

- La crispación parece clara en la actualidad ¿no?
- Vivimos en las democracias occidentales un momento de crispación en buena parte fruto de la madurez democrática. La clase política se ha ido volviendo cada vez más tribal. Como cada vez es más complicado gestionar y resolver los problemas de los ciudadanos, lo que pretenden es que en lugar de tener un voto racional, basado en resultados y gestión, al final sea algo totalmente emocional, y de ahí que necesiten esa polarización que en el fondo es crispación. Es una crispación fabricada por las élites que buscan esa emotividad no para votar ‘a favor de’ sino ‘por miedo a’. Para eso es fundamental la diabolización del adversario, algo que ha ocurrido en toda la historia de la humanidad. Unos a otros se diabolizan y para eso necesitan, por ejemplo, cordones sanitarios.
- Rodríguez Zapatero ya reconoció en su momento, ante un micrófono accidentalmente abierto, que era buena la tensión en la opinión pública, que eso le favorecía. El discípulo Sánchez no solo lo ha superado, sino que lo ejerce con ademán impasible.
- La estrategia del ‘no es no’ de Sánchez, sin entendimientos entre los dos grandes partidos, la sigue manteniendo cuando dice que «es que no llega a acuerdos con el PP». O Patxi López, que sostiene que el problema de la oposición es que «no soportan un gobierno progresista». Lo dice uno que fue lehendakari gracias al voto del Partido Popular y siendo portavoz de un partido que gobierna en la segunda capital del país gracias al apoyo del PP. Para el elector conservador es más importante la igualdad de todos los españoles, y por tanto aceptan mejor el entendimiento con un partido socialista que con partidos como Bildu, Esquerra Republicana o Junts.
- ¿La censura tiene que ver más con la espiral del silencio o cada vez se impone más, ladinamente, desde las instituciones?
- Espiral del silencio ha habido siempre. Toda la vida se ha tendido a emitir las opiniones de manera pública cercanas a lo más deseable socialmente. Pero siempre ha habido, y sigue habiendo, una labor de censura de forma muy clara. Para que haya crispación fabricada tienes que diabolizar al contrario, y en ese proceso es muy importante no dar nunca voz al que piensa diferente de ti y lo hace de forma argumentada, razonada y moderada, porque al enemigo lo tienes que presentar siempre como si fuera un talibán, un loco o un cavernícola.
- Al hilo de esa demonización que comenta ¿Es Vox el partido más diabolizado a izquierda y derecha?
- Entre el nacionalismo Vox es el más diabolizado. Los extremos suelen ser los más diabolizados. Pero los extremos, y ahí está Vox también, juegan a esa diabolización más que ningún otro. Es curioso porque hace cincuenta años en las democracias asentadas los politólogos se quejaban de que los grandes partidos apenas se diferenciaban y que eso no era bueno para la democracia. Ahora, sin embargo, vamos viendo cómo todos los partidos de gobierno, los grandes, se han ido yendo a los extremos precisamente por la presión de Podemos o de Vox, y cada vez son, por ejemplo, más complicados los pactos entre republicanos y demócratas en el bipartidismo de EEUU.
- Usted sostiene que el votante de izquierdas es «más estratégico». ¿Cómo es el votante español de derechas?
- En términos generales, el votante de izquierdas está más pendiente de lo público, espera más de las administraciones y está más implicado en ese debate. El votante de derechas, conservador, tradicionalmente está menos implicado en debates públicos. Sigue menos la política. Eso hace, por ejemplo, que el elector de izquierdas se sepa mucho mejor la ley electoral. También porque en el caso de España lleva cuarenta años con más opciones dentro de la izquierda y por lo tanto ha aprendido a usar un voto estratégico. La derecha, sin embargo, en los inicios de la democracia tuvo varias opciones pero luego gobernó porque se quedó con una opción solo. Tuvo con Ciudadanos, sobre todo, tres opciones, con lo que el votante se volvía más estratégico. Pero no se sabe la ley electoral como el de izquierdas, claramente.
- Ya que ha mencionado a Ciudadanos ¿Se ha quedado huérfana una gran parte del electorado español?
- Sí. En cierto modo el centro se ha quedado huérfano sobre todo de un ‘partido bisagra’ que ayudara un poco a moderar a los dos grandes. Y también hay otra parte del electorado en Cataluña que se ha quedado sin un partido catalanista, que defendiera los intereses de Cataluña pero sin romper con el resto de España. No hay una oferta electoral ahora mismo en esa dirección, y menos aún desde que el PSC ha asumido los argumentos de Junts.
- Pedro Sánchez parece conocer muy bien a la sociedad española, Ha dicho que esto de la amnistía se asumirá y olvidará después de tres días, entre caña y caña.
- Eso no es verdad y la prueba de ello es que perdió las elecciones simplemente con un indulto. Es el primer gobierno que no sale revalidado a la primera en una época con gran apoyo económico internacional. Si le pasó factura fue en gran medida por los indultos. El elector es desmemoriado pero no amnésico, y es miope pero no ciego. Hay determinados temas que la gente, llegado el momento, no los ignorará porque de hecho no los ha olvidado. El partido de Pedro Sánchez, con su estrategia, ha perdido prácticamente todo el poder regional, salvo el caso de Emiliano García Page que es quien se ha distanciado más de esa estrategia sanchista. Ha perdido también casi todo el poder municipal y es porque el votante, precisamente, puede ser desmemoriado pero no amnésico.

El elector es desmemoriado pero no amnésico, y es miope pero no ciego.

- Ha recordado usted, que en efecto, los socialistas perdieron las generales. ¿Cómo ve un sociólogo esa labor de hipnotismo que ejerce Pedro Sánchez para hacernos creer que ganó las elecciones?
- Bueno, cuando después le preguntas al elector resulta que no lo cree. Muy buena parte de la imagen que tienen los políticos, no solo Pedro Sánchez, es una imagen absolutamente artificial que existe en los platós de televisión. En esa propia burbuja se retroalimentan. Ha pasado con todos los grandes líderes. Pero luego aterrizas en la calle y descubres que la gente sabe muy bien qué se promete en campaña, quién lo hizo, y quién ha ganado las elecciones. La capacidad de los líderes mediáticos, políticos o no, de cambiar valores fundamentales de la sociedad es muy limitada. Al andaluz no le vas a convencer ahora de que Puigdemont va a hacer una política de progreso que va a ir muy bien para Andalucía, porque en realidad la imagen que tienen de Puigdemont no va a cambiar por muchos telediarios que se emitan intentándolo ensalzar.
Narciso Michavila

Narciso MichavilaPaula Arguelles

- Por retomar el tema de su conferencia sobre la crispación. ¿Está quebrada, de alguna manera, la sociedad española?
- No, ni mucho menos. Está quebrada la clase política. Vivimos una época muy buena en Occidente y en concreto en la sociedad española. Ocurre que los problemas de cada segmento de la sociedad española muy pocas veces están en los debates y ahí, ojo, el periodista tiene mucha responsabilidad, de forma muy especial en España. Hablamos mucho más de los problemas del político, como si fuera un ser superior, que de los problemas del día a día del ciudadano.
- ¿Cataluña es ya irrecuperable?
- Para el independentismo sí. Ya pueden olvidarse de una república independiente porque han visto que, en un mundo global, la tesis que mantiene el procés, pensando que el asunto se lo va a resolver la clase política, no funciona. Los grandes problemas sociales no se pueden resolver nunca de espaldas a la sociedad, y por lo tanto el independentismo ha perdido la posibilidad de la independencia de Cataluña. El referéndum del 1 de octubre de 2017 lo convocó Puigdemont cuando vio que el tren de la independencia ya lo perdía. El procés comenzó teniendo un origen económico, cuando mucha población catalana lo estaba pasando muy mal. El mensaje que se lanzó desde parte de su clase política fue el de que la solución a sus problemas consistía en la ruptura con el resto de España.
El problema de la sociedad catalana ahora es que está viendo cómo Madrid o Málaga, por poner un ejemplo, les está superando en todos los aspectos, culturales, económicos y sociales, porque la sociedad andaluza o madrileña no se está perdiendo en debates identitarios internos. La prueba es que andaluces y madrileños han dado su voto masivo a partidos que van a defender sus intereses como región. En Cataluña la independencia es imposible porque siempre hay una pelea entre varios partidos políticos para ver quién es más rupturista. Ahora el independentismo ha vuelto a emerger de forma transitoria, pero la tendencia social de largo plazo va en contra totalmente de la ruptura de la igualdad de todos los españoles. Quien ha salvado a Puigdemont ha sido Sánchez, anteponiendo sus intereses a los del partido y a los de España.
- ¿Qué opinión tiene de las concentraciones en Ferraz?
- Esto lo hemos testado. La mayoría de los españoles están a favor de manifestaciones pacíficas, las entiende y las apoya. Pero una vez más, la inmensa mayoría de los españoles está en contra del empleo de la violencia, y además son muy conscientes de que estas manifestaciones son muy parecidas a las que había en Barcelona a favor de la independencia. El estudio nos dice que no se apoya la violencia ni para el independentismo catalán ni para el nacionalismo español. Son manifestaciones minoritarias y además están muy dirigidas desde arriba.

No se apoya la violencia en las manifestaciones ni para el independentismo catalán ni para el nacionalismo español.

- ¿Se ha vuelto usted más cauto desde el 23-J?
Sí (ríe). En Colombia hemos tenido elecciones y al alcalde de Bogotá le informamos de que ‘probablemente’ no habría segunda vuelta, que ya no podíamos decir que ‘claramente’ no la habría.
- ¿Se atreve a hacer un pronóstico de cuándo tendremos de nuevo elecciones generales?
- Eso es más complicado. Estas últimas de julio han sido las elecciones en las que ha sido más fácil saber lo que iban a decir los políticos. El 7 de julio yo publicaba, y lo tengo fijado en mi cuenta de Twitter, que no iba a haber repetición, porque a Sánchez no le quedaba más remedio que ceder a todo lo que pidieran. No sabemos cuánto va a durar la legislatura, pero sí sabemos seguro que no va a haber capacidad de gobierno, porque cuando se depende de la minoría que se tiene en un gobierno de coalición tan inestable, con cuatro partidos con intereses tan absolutamente opuestos al conjunto de la nación y entre ellos también peleados, es muy difícil poder legislar, poder gobernar y resolver los problemas de los ciudadanos.
Pero a Sánchez parece que le vale todo ¿no?
No lo dicen los demás, lo dice él mismo. Es él el que se ríe en la tribuna de los diputados creyendo que todo el mundo está dispuesto a cualquier cosa con tal de ocupar un puesto. Además piensa que el resto no tiene ningún poder de contención. En el libro Cómo mueren las democracias los autores hablan de la importancia de dos temas. Primero, la tolerancia, y después la contención del poder. Tolerancia es lo contrario de la diabolización y la crispación, es decir, es dar por hecho que tú puedes opinar de distinta manera que el contrario pero no pasa nada porque el contrario gobierne. Sin embargo hemos llegado a un punto en el que se trata a toda costa de que el fin justifique los medios. Cualquier medio es válido con tal de retener el poder. Y el otro tema, la contención, es algo que está pasando sobre todo en España. En todas y cada una de las instituciones se están viviendo cosas absolutamente impropias de cualquier otra democracia. Pongo de ejemplo al CIS, que es el que conozco. Por tanto, no hay una contención del poder. Es el poder por el poder.
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