Puerta grande de saldo

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Crónica

Puerta grande de saldo

Lo mejor de la tarde corrió a cargo de Juan Ortega

La inclusión en la terna original de Morante de la Puebla por el lesionado Manzanares, terminó conformando el mismo cartel de toros y toreros que el año pasado. Así las cosas, si repetimos el camino, lo más normal es que lleguemos al mismo destino. Es para hacérselo mirar. ¿No hay otros toreros ni otros toros? La frustrante realidad es que el espectáculo ofrecido en Los Califas ni de lejos corresponde a una plaza de primera categoría. Ganado mal presentado, un día más, sin raza, sin acometividad, sin emoción alguna que permite a los toreros plantear trasteos cómodos, insustanciales, cuando no, directamente mentira. Da lo mismo. El público lo consiente y lo premia todo. La música perpetra sus pasodobles en todos los toros. Siempre. Inmisericorde. Sin criterio. No hace falta que lo pida nadie. Toca porque tiene que tocar, porque ha venido a eso. Un horror. Se premia lo insustancial, la circunstancia, la anécdota. Que el caballo se cae, se aplaude. Que no se cae, se aplaude. Se mezclan los reconocimientos a toro y torero sin otra causa que seguirle la corriente al primero que se lanza a aplaudir. Se deja de exigir la presencia de un encierro mínimamente presentable a una plaza de primera, anunciando pesos del ganado por debajo de lo permitido por el reglamento. Perfectamente podía firmar la crónica del año pasado cambiando los vestidos de los toreros. Y, de todo esto, no sólo la empresa es la culpable, aunque sea la principal responsable.

Y como el camino era el mismo del año pasado, la historia fue la misma. Morante saludó con gusto a su primero, un toro falto de empuje al que quitó por chicuelinas en un palmo de terreno y replicó Ortega por verónicas y una excelente media. El inicio del trasteo de muleta por alto fue prometedor, terminando el mismo con un pase del desprecio de cartel. Dos buenas series por la derecha, con tanto temple como falta de emoción completaron el trabajo, porque con la izquierda sólo hubo pruebas y desacoples por lo andarín del toro.

Al segundo bis no lo quiso ni ver. Es cierto que el toro no tenía fuerza, ni raza, ni nada de nada, pero el de La Puebla, como en tantas ocasiones, optó por abreviar, cosa que se agradece en estas tardes, pero que no fue del agrado del respetable, que hizo saber su disconformidad ante tanta renuncia.

El lote de Juan Ortega no se distinguió del resto de la camada. Su primero, sin emoción, escarbando y reculando en lugar de embestir, poco pudo hacer. Una tanda por el pitón derecho entonada, mientras tocaba la música, eso sí, fue lo poco que pudo anotarse.

Lo mejor de toda la tarde, el toreo más caro, llegó en su segundo, al que saludó, pasada la efervescencia de las dos primeras carreras por la plaza, con un mazo de verónicas hermosísimas, sobre todo tres, más dos medias de cartel. Con la franela inició el trasteo rodilla en tierra a dos manos de bella factura. Tomó la muleta con la izquierda y se sucedieron los mejores naturales de la feria. Lentos, bien rematados, con empaque y sabor, pero el toro dio los primeros síntomas de agotamiento y al tomar la muleta por la derecha, ya no pasaba, aunque la música seguía sonando.

Y por fin Roca Rey, que volvía por la misma senda del año pasado y que tan buenos resultados le dio. ¿Para qué mudar el itinerario si por este transito bien? La nada como concepto. Más de lo mismo y por partida doble. Repetición de la jugada en los dos toros en todas la ferias. Muleta manejada como un látigo y despegue absoluto sin entrar jamás en jurisdicción. Se premia y distingue el banderolazo, el vacie del toro para afuera, el situarse fuera de cacho, el desplante en la cercanía del moribundo que no va a embestir porque no puede ni con el rabo. Pero eso a la gente le gusta, así que el equivocado debo ser yo.

Una cosa positiva tiene esta circunstancia, cuando el año que viene se repita la misma combinación de toros y toreros, sólo tengo que cambiar la fecha de la crónica.

Ficha de la corrida

Coso de Los Califas. Tres cuartos de entrada. Tarde de agradable temperatura con algo de viento. Al inicio del festejo el alcalde, José María Bellido, entregó el trofeo municipal Manolete a Roca Rey triunfador de la feria del año anterior.
Toros de Domingo Hernández. Mal presentados, sin transmisión y faltos de raza.
Morante de la Puebla (De plomo y oro). Bajonazo (Saludos desde el tercio). Media estocada saliéndose de la suerte (Bronca).
Juan Ortega (De esmeralda y plata). Estocada (Ovación). Dos pinchazos (Aplausos).
Roca Rey (De teja y plata). Estocada (Oreja). Estocada trasera (Dos orejas).
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