Un hombre pasa junto a una pancarta que representa misiles a lo largo de una calle de Teherán

Un hombre pasa junto a una pancarta que representa misiles a lo largo de una calle de TeheránAFP

Opinión

El conflicto no es bélico, es económico

«En economía, las cosas tardan más en pasar de lo que pensabas, y después ocurren más deprisa de lo que creías» Rudiger Dornbusch

Hace escasamente unos días estalló un conflicto bélico entre Irán e Israel que ya veremos cuál es su desenlace, pero, sinceramente, no pinta nada bien. Un conflicto que no es bélico sino económico, como anticipa el titular de este artículo, y estoy seguro de que muchos de los lectores no comprenderán muy bien el porqué.
En los últimos tiempos estamos asistiendo como testigos a una serie de tensiones y conflictos geopolíticos y bélicos que han conseguido sembrar el miedo en medio mundo, pero ¿realmente la raíz de todos los conflictos y enfrentamientos creen que no tiene que ver con la economía? ¿Verdaderamente somos conscientes del punto en el que se encuentra la partida de ajedrez geopolítica global? ¿Y nosotros como país, en qué punto nos encontramos?
España y Europa atraviesan una situación económica más compleja que complicada, más difícil que dura, y créanme, no es lo mismo. Muchos consideran que lo peor ya ha pasado, que al final no ha sido para tanto o que simplemente los bancos centrales (BCE y FED, entre otros) tienen mecanismos para amortiguar cualquier situación y que pueden evitar cualquier crisis. Podría ser así si se hubiesen corregido todos los desequilibrios del sistema financiero y más aún, si se hubiese corregido la dirección por la que camina la economía.
Como apuntaba el economista Rudiger Dornbusch, al que hemos citado al comienzo de este artículo, muchas de las políticas adoptadas por gobiernos actuales no tendrán una repercusión económica real hasta pasado cierto tiempo. Por ejemplo: aquellos que celebraban una «vivienda más justa y digna» para todos, debido a los controles de precios del alquiler y de la vivienda, antes en Cataluña y posteriormente en el resto de España, no los veremos hoy sacando pecho por los datos, ya que estos no los avalan. Desde el año 2020 la oferta de viviendas en alquiler ha caído en España un 30%, casi nada. Y desde la aplicación de la nueva ley de vivienda del año 2023 entorno al 15% ,una auténtica barbaridad.
Además del ejemplo del mercado de alquiler de vivienda podría poner otros tantos de otros mercados y sectores para ver de manera irrefutable que efectivamente, en economía, las consecuencias de unas u otras políticas no son inmediatas, pero si inminentes. Hay ya una famosa frase que deambula por todos los rincones de Córdoba y España como es; «¿Por qué los bares están llenos? No debe haber una crisis tan grande si los restaurantes y hoteles están llenos». Y sí, todo eso es cierto, los bares, restaurantes y hoteles están a reventar, pero todo ello no responde a que no estemos en crisis. Muchos dicen que las crisis afectaban más a otras generaciones porque bares y restaurantes están ellos y que lo que tenemos que hacer todos es consumir para «mover el dinero» y así impulsar la economía… ¿Os suena? Pues atentos, porque ni el consumo es la base de una economía fuerte y desarrollada, ni que la sociedad gaste su dinero de forma masiva en ocio -en detrimento de otras opciones- significa que no estemos en crisis.
Los comportamientos de los ciudadanos de hoy son fruto de la frustración de no poder adquirir una vivienda en propiedad, de no poder generar un ahorro, de no poder acometer ciertas inversiones que generaciones pasadas nuestras familias hicieron sin problema y frente a ese problema ¿Qué solución escogemos? Gastar, consumir y vivir como si cualquier tiempo futuro fuese a ser mejor y lo que se nos olvida a veces, y solo a veces, es que lo que fue mejor fue cualquier tiempo pasado.
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