Demetrio Fernández, obispo de la diócesis de Córdoba, daba ayer una noticia feliz con el nombramiento como obispo de Alcalá de Henares del sacerdote cordobés Antonio Prieto. El Papa Francisco ha nombrado a quien hasta ahora ha ejercido de vicario general de la diócesis, canónigo magistral y moderador de la Curia Diocesana, y con una larga y fructífera trayectoria sacerdotal desde que fuera ordenado en el año 2000. Un rambleño nacido en 1974 que ha agradecido la confianza que ha depositado en él Su Santidad y que vive este momento «con verdadero temor y temblor» debido a la responsabilidad que le es encomendada aunque, eso sí, «con la confianza puesta en el Señor».
Y con este nombramiento, ya son cuatro los habidos en el clero cordobés desde el año 2008, cuando Mario Iceta, actual arzobispo de Burgos, fue nombrado obispo auxiliar de Bilbao. Posteriormente llegaría el de Santiago Gómez Sierra como obispo auxiliar de Sevilla y ahora de Huelva. Y tras él, el de Francisco Orozco, nombrado en octubre de 2018 para la sede de Guadix-Baza, en la que continua.
Se puede decir, por tanto, que la diócesis de Córdoba sigue dando frutos que son de verdadera importancia en estos tiempos complicados en los que, a pesar de las dificultades y los giros que la sociedad ha dado, las vocaciones se mantienen y la Iglesia, con los sacerdotes y los seglares, dan verdadero testimonio cada día de la Palabra del Señor,en un claro ejemplo de la sinodalidad a la que el papa Francisco exhorta como «el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio».
Dijo ayer monseñor Demetrio Fernández - al que el nuevo prelado complutense ha calificado de «padre, amigo y ejemplo»- que este nombramiento es «un motivo de gozo grande, con un poco de dolor, aunque es mayor el gozo». Y no nos cabe la menor duda que para monseñor, así como para toda la feligresía, debe ser un motivo de gran satisfacción ver cómo esta diócesis sigue, de manera patente y viva, dando sus frutos. Ahora con un nuevo obispo al que le deseamos todo lo mejor.
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