tribuna libreLuis Marín Sicilia

Yo no he dicho nada

Ese tipo de políticos creen que unos votos les legitiman para hacer lo que les venga en gana

Actualizada 05:00

Quien oyera en directo las palabras de la ministra de Hacienda y vicepresidenta primera del Gobierno sanchista, la lenguaraz Montero, diciendo con total desenvoltura que no había dicho nada respecto a la filtración de datos de la inspección fiscal de un ciudadano anónimo para dañar a una adversaria política, recordaría de inmediato que le oyó cuarenta y ocho horas antes decir con total desenvoltura lo que ahora negaba.
De todo el barrizal en que un Gobierno minoritario ha convertido la política, los últimos acontecimientos están llegando al paroxismo, algo que ocurre cuando no hay más política que la obsesión ilimitada de mantener el poder a cualquier precio. Si hay que embarrar el terreno de juego, se embarra. Si hay que pactar con los enemigos de la unidad nacional, se pacta. Si hay que rendirse a los golpistas, se rinde. Si hay que falsear la realidad, se falsea. Si hay que romper con los principios democráticos y la presunción de inocencia de los ciudadanos, se rompe. Si hay que decir blanco donde media hora antes se dijo negro, se dice. Llevamos el camino más seguro para todo lo contrario de esa convivencia y normalidad que lo que queda de socialismo español dice ser la razón de la impunidad con la que se ha comprado la permanencia de Sánchez en el palacio de la Moncloa.
Debemos estar preparados porque los fulleros no suelen irse sin caer en la tentación de nuevas fullerías. Algunos, si pudieran, no dudarían, como hace Maduro, en ilegalizar partidos e inhabilitar adversarios. Incluso, como hace Putin, eliminar adversarios y promover teóricos opositores que den apariencia de competencia democrática. El problema para ellos es que aún quedan instituciones independientes y profesionales dignos en España. La anunciada querella contra la ministra de Hacienda y la Fiscalía por atentar a los derechos básicos de un ciudadano y por revelación de secretos tendrá el recorrido que el orden legal determine, pero es una muestra de que ha llegado la hora de poner freno a las apetencias de los autoritarios, ese tipo de políticos que creen que unos votos les legitiman para hacer lo que les venga en gana.
El llamado caso Koldo, cada día más caso PSOE, nos va a reproducir espectáculos ya vividos en Andalucía con el escándalo de los eres y otras derivadas. Ya van desapareciendo misteriosamente documentos, móviles y otros elementos probatorios. En Andalucía se perdían documentos en los juzgados y trabajaban a destajo las destructoras de papeles. Todo el mundo recuerda a la juez Alaya concurriendo al juzgado con su maleta trolley donde desplazaba los documentos esenciales del sumario. Sabía del riesgo de que desaparecieran «misteriosamente», razón por la que convivían con ella las veinticuatro horas del día.
Cuando jueces, fiscales, abogados, altos cuerpos de la Administración y juristas de prestigio han advertido sobre la gravedad de la ley de impunidad, llamada de amnistía, son conscientes del daño grave que se está infringiendo al Estado de Derecho. Cuando la Abogacía, la Fiscalía y la jefatura de la inspeccion tributaria se han posicionado claramente contra el atentado perpretado contra los derechos de un ciudadano sometido a inspección fiscal, la posible responsable de unos hechos repudiables no puede tomarnos el pelo diciendo, como el niño malo cogido in fraganti, que ella no ha dicho nada. Por mucho que se haya pretendido actuar de forma abusiva y totalitaria, la razón, el derecho y la ley se van a ir imponiendo.
Pese a tantos intentos fallidos, tengo el convencimiento de que el cuerpo social reaccionará ante tanto desafuero y ningún villano conseguirá doblegar a la España democrática de hoy, por mucho que lo esté intentando. Porque todos van entendiendo que la democracia no habilita a los gobernantes a hacer lo que les venga en gana sino a hacer aquello que las leyes permiten. Unas leyes iguales para todos y no aquellas que benefician a unos pocos a costa de la dignidad de la mayoría y del debilitamiento de las instituciones. Así será mientras haya hombres libres y unas normas generales de obligado cumplimiento.
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