Monasterio de Rila, en Bulgaria.Getty Images/iStockphoto

Iván de Rila y el monasterio que salvó el espíritu de Bulgaria

En el corazón de las montañas de Rila, en un profundo valle, su espectacular monasterio transmite la emoción de estar en un lugar sagrado muy vinculado a la historia, la fe y la identidad de Bulgaria

Era Iván un monje con poderes sanadores, todo un líder espiritual, carismático y muy querido en tiempos del Primer Imperio de Bulgaria. Cuentan que un día no pudo salvar a un niño y esta tragedia, unida a su protesta por la supresión de las normas morales del cristianismo, lo llevó a las montañas de Rila, donde se dedicó a la oración, aislado en una cueva, en busca de la perfección espiritual. Halló a Dios en el silencio de las montañas, pero su legado, que sostiene el alma de Bulgaria, es hoy el monasterio más grande y respetado del país balcánico.

El legado del monje Iván es hoy el monasterio más grande y respetado del país balcánico

Nació hacia el año 876 en una Bulgaria que recién abrazaba el cristianismo ortodoxo y, tras escoger la soledad de la montaña, transformó la historia. Se cree que, ya cerca de su cueva, existía una pequeña comunidad de eremitas a la que Iván acudía para compartir sus enseñanzas. Campesinos, nobles e incluso —dicen— el rey Pedro I lo buscaban en las montañas para encontrar la paz de sus palabras y el bien más escaso: la coherencia. En el siglo X, sus discípulos y peregrinos fundaron un asentamiento monástico junto a su cueva.

El yugo turco

El Monasterio de Rila a vista de dron.Getty Images

Tras su muerte, aquel lugar recibía cada vez más peregrinos hasta que en el siglo XIV, y con la ayuda del señor feudal de la zona, se construyó un gran conjunto fortificado y una imponente torre defensiva (que aún se conserva), donde se guardaban provisiones para sobrevivir a los frecuentes ataques de ladrones y quizá como previsión ante lo que vendría poco tiempo después: el yugo turco. Poco a poco, el monasterio fue convirtiéndose en el corazón espiritual de Bulgaria y en un baluarte de identidad en los momentos más oscuros.

Cuando los otomanos culminaron la conquista del país a finales del siglo XIV, fue aquí donde se mantuvo la dignidad

Cuando los otomanos culminaron la conquista del país a finales del siglo XIV, fue aquí donde se mantuvo la dignidad. Se preservaron la lengua, el sentido de nación y la fe ortodoxa búlgara. En su biblioteca se copiaron manuscritos, se guardaron libros y evangelios, y los cimientos del monasterio se afianzaron con oraciones y esperanza. Rila fue el corazón vivo de un país donde todo parecía morir.

Maravillosos frescos

Vista de la vibrante decoración del Monasterio Ortodoxo de Rila.Dennis van de Water

El monasterio se amplió varias veces hasta que, en 1833, un incendio lo devastó casi por completo. Fue una tragedia nacional de tal magnitud que miles de voluntarios se ofrecieron a trabajar gratuitamente para reconstruirlo. La Iglesia de la Natividad de la Virgen es una obra maestra única en los Balcanes: una construcción neobizantina del maestro Pavel, que había trabajado en el monte Athos. Entonces impactó, y hoy sigue deslumbrando al visitante. Aquí se encuentra el cuerpo incorrupto de San Iván de Rila, junto con uno de los más impresionantes relicarios ortodoxos, y también el corazón del rey Boris III, que descansa en la capilla del Santo.

Fresco que detalla el entierro de San Iván de Rila.Carla Royo-Villanova

En sus bóvedas, los soportales de entrada y el interior de la iglesia destacan los frescos pintados por Zahari Zograf, su famosa familia de pintores y otros maestros. No son solo de una belleza extrema: son plegarias abiertas, enseñanzas morales y representaciones bíblicas que conmueven por su color vibrante, expresión y dramatismo. El dorado iconostasio del altar, esculpido en madera como un tapiz celestial de filigrana, refleja la luz de las velas y parece susurrar al peregrino: «Aquí vive el alma de Bulgaria». Los mejores talladores de la escuela de talla búlgara tardaron tres años en culminarlo.

En un Parque Natural

Torre defensiva, iglesia y celdas del monasterio.Carla Royo-Villanova

Fuera, el gigantesco patio empedrado, rodeado de celdas enmarcadas por arcos policromados, se recorta bajo las montañas que lo rodean. No en vano, el pico Musala, el más alto de la península de los Balcanes, se encuentra en la cordillera de Rila. Es posible subir hasta su cumbre (2.925 metros), y también hay rutas más sencillas para practicar senderismo. En la carretera de acceso al monasterio se encuentra la oficina de turismo del Parque Natural de Rila.

Rila albergó la primera biblioteca pública del país y es, aún hoy, la más valiosa de los Balcanes

Cuando finalmente, tras casi cinco siglos de ocupación, los turcos fueron expulsados de Bulgaria, el monasterio fue epicentro del Renacimiento Nacional y el centro de alfabetización más importante del país. Ya tenía su propia imprenta —algunos de los grabados pueden verse en el museo del monasterio— y a Rila acudieron maestros, ilustradores y escritores para recuperar la memoria y la identidad del pueblo. Neófito de Rila, gran educador del Renacimiento, catalogó la biblioteca para el uso y disfrute de los miles de peregrinos que acudían diariamente: fue la primera biblioteca pública del país y es, aún hoy, la más valiosa de los Balcanes. Se conservan obras eslavas y griegas que datan desde el siglo XI.

Patrimonio de la Humanidad

Iconostasio de madera tallada en filigrana.Carla Royo-Villanova

El conjunto fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1983. Llegó a albergar hasta 300 monjes, y siempre hubo celdas destinadas a peregrinos, que aún hoy se mantienen activas para quienes buscan la paz y el sosiego de este entorno detenido en el tiempo. Para conseguir alojamiento hay que contactar directamente con los monjes.

El monasterio dispone de celdas para el alojamiento de peregrinos, que hay que consultar directamente con los monjes

En una de esas celdas solía inspirarse Iván Vazov, figura clave del Renacimiento Nacional búlgaro. Su obra más célebre, Bajo el yugo, relata la vida bajo la opresión turca y está considerada piedra angular de la literatura nacional. En Rila, Vazov encontraba aislamiento, silencio y una paz espiritual que armonizaban con los temas que atravesaban su obra: la resistencia cultural, la memoria histórica, la identidad y la libertad: «En Rila se oye el eco de siglos que no han muerto; se siente el alma de un pueblo que, en silencio, nunca se rindió.» Aún puede visitarse su celda y la mesa donde escribía. Los reyes de Bulgaria, ya en el siglo XX, también estuvieron estrechamente vinculados a Rila. Luego llegó el comunismo, relegando la religión al ámbito privado, pero Rila también sobrevivió.

Valiosos tesoros

El monasterio iluminado de noche.pxhere.com

Hoy, peregrinos, creyentes y no creyentes acuden al monasterio fascinados por su enclave, su arquitectura, los vivos colores de sus frescos y la historia identitaria que allí se respira. El museo del monasterio conserva valiosos tesoros: regalos que sultanes otomanos supersticiosos hacían a los monjes, armas de fuego usadas para defenderse (entre ellas, un mosquete español), libros, la imprenta original con sus planchas de bronce, iconos, ornamentos litúrgicos y presentes de nobles, peregrinos y de otros países. Una de las piezas más impresionantes es la cruz tallada en madera de boj, única en el mundo por estar hecha de una sola pieza. El monje que la esculpió dedicó doce años a completar esta obra maestra del arte en miniatura.

La Federación Internacional de Escritores y Periodistas de Viajes (FIJEST) distinguió al monasterio con la Golden Apple, su máximo galardón al turismo cultural

El Monasterio de Rila conserva la esencia de su origen y la emoción de estar en un lugar sagrado, profundamente vinculado a la historia, la fe y la identidad de Bulgaria. También es posible pasear hasta la cueva original del ermitaño y sentir lo que, hace más de mil años, Iván de Rila percibió en aquellas montañas: un espacio de contemplación desde el cual fue capaz de sembrar eternidad. En 1980, la Federación Internacional de Escritores y Periodistas de Viajes (FIJEST) distinguió al monasterio con la Golden Apple, su máximo galardón al turismo cultural. No hay otro lugar en Bulgaria que resuma con tanta intensidad el espíritu de la nación.