Joven cazador kazajo con su águila dorada.Getty Images/iStockphoto

Kazajistán, el fascinante país que asomó al mundo tras la última goleada de Champions del Real Madrid

Paisajes de ciencia ficción y leyenda, cañones rojizos, lagos sumergidos y águilas doradas convierten este territorio de Asia Central en el diamante en bruto del turismo de naturaleza

A pesar de ser el noveno país más grande del mundo por superficie y líder mundial en la producción de un material estratégico como el uranio, el nombre de Kazajistán se cuela en los titulares sólo muy de cuando en cuando: un aniversario de su pasado soviético, una cumbre internacional sobre tierras raras, una goleada de Champions (el Real Madrid derrotó recientemente por 0-5 al equipo local Kairat Almaty)…

El noveno país más grande del mundo por superficie es líder mundial en la producción de uranio

Más allá de lo meramente circunstancial y de aquello que la historia y la geografía le han deparado, se extiende un territorio cinco veces mayor que España, un país inmenso, seguro y sorprendentemente acogedor, que empieza a perfilarse como el gran diamante en bruto para los amantes del turismo de naturaleza.

El gran cañón de Kazajistán

El espectacular Cañón de Charyn.Getty Images/ Savvapanf

A sólo tres horas de Almaty, la capital económica del país, se encuentra una de sus imágenes más espectaculares, el Cañón de Charyn, una garganta de piedra roja esculpida por el viento durante millones de años que a menudo se compara, con razón, con el Gran Cañón de Colorado y que ya empieza a aparecer en publicaciones internacionales de viajes.

Camino por el Cañón de Charyn.Getty Images

Su tramo más célebre, el Valle de los Castillos, parece un decorado de otro planeta: torres, murallas y criaturas de roca que cambian de color con la luz, un poco al estilo de los Dolomitas. Es un destino popular para los locales, por lo que cuenta con cierta infraestructura de alojamientos, principalmente pequeñas cabañas de madera o de tela más o menos lujosas estilo glamping inspiradas en las célebres yurtas, tiendas de campaña de forma circular muy relacionadas con la vida nómada en la estepa y con la Ruta de la Seda. En total ausencia de contaminación lumínica, o de cualquier otra, el cielo es aquí tan despejado que se dice que la Vía Láctea se refleja en sus limpios lagos.

El bosque sumergido

Lago Kaindy en las montañas de Tien Shan.Getty Images/Maxim Petrichuk

Algo más al norte se encuentra precisamente el más sorprendente de todos ellos, el lago Kaindy, que guarda un secreto hipnótico: un bosque sumergido tras un terremoto que provocó un deslizamiento de rocas, bloqueó el valle y las aguas heladas sepultaron los abetos. Hoy, los troncos emergen como mástiles fantasmales, inmóviles bajo el espejo turquesa.

Un terremoto que provocó un deslizamiento de rocas bloqueó el valle y las aguas heladas sepultaron los abetos en el lago Kaindy

Lago Kolsay, otro paisaje espectacular de Kazajistán.Getty Images

Es también en esta zona donde los pueblos cercanos, los nómadas kazajos, levantan sus yurtas en verano y ofrecen té con leche o kumis, la bebida ancestral de yegua fermentada. Los incipientes turistas internacionales, en sus circuitos organizados de varios días por el país, combinando unas jornadas en la moderna Almaty o en la futurista Astaná, suelen incluir alguna jornada en esta naturaleza virgen y profundamente auténtica que permite además este tipo de experiencias como sacadas de un antiguo relato de viajes de la época de Marco Polo.

Tradiciones milenarias

Decoración interior de una yurta de Kazajistán.Getty Images/iStockphoto

Kazajistán fue una de las grandes escalas de la Ruta de la Seda, y recorrer sus montañas y estepas es asomarse a un paisaje que parece detenido en el tiempo, donde pastores, artesanos y jinetes conservan tradiciones milenarias. Algunos turoperadores que empiezan a trabajar el destino para el mercado español incluyen ya estas experiencias, por aquello de traerse a casa ese sabor local tan demandado ahora en los viajes.

Cazador con su águila real y su caballo.Getty Images

Entre ellas, la más fascinante, sin duda, son los encuentros con los berkutchis, los cazadores que entrenan águilas doradas para cazar zorros en invierno. Esas imágenes que hemos visto en documentales, el hombre cubierto de pieles, el ave desplegada sobre su brazo, los trajes que evocan a Gengis Khan o a los relatos de Marco Polo, pertenecen precisamente a estas tierras.

Kokpar, el juego de los nómadas a caballo.Getty Images

Cada invierno, el país celebra un festival que reúne a más de un centenar de cetreros llegados de toda Asia Central, herederos de una cultura que sobrevive desde hace más de dos mil años. En las llanuras, otros jinetes disputan el kokpar, un juego ecuestre ancestral que mezcla fuerza, destreza y estrategia, algo así como un rugby a caballo en el que dos equipos de jinetes compiten por llevar el cuerpo de una cabra hasta la portería rival. Es el pulso vivo de una nación que combina la emoción del presente con el eco de su pasado nómada.

Destino en auge

Astaná, la futurista ciudad de Kazajistán.Getty Images/iStockphoto

Durante el invierno, la nieve cubre las montañas del Tien Shan, y el viajero puede esquiar en Shymbulak o Ak-Bulak, estaciones a media hora de la ciudad. Muy pronto abrirá el ambicioso proyecto Almaty Superski, como se ha anunciado recientemente, diseñado con criterios ecológicos y sostenibles para convertir al país en un referente del turismo de montaña en Asia Central, una especie de los Alpes para las pujantes clases media china e india.

El país dispone de un fabuloso presupuesto para megaproyectos que sale de los recursos de esta vasta tierra: petróleo, gas y uranio, principalmente

Su fabuloso presupuesto para estos megaproyectos sale de los recursos que guardan las entrañas de esta vasta tierra: petróleo, gas y uranio, principalmente. La energía permite las fuertes inversiones actuales en infraestructuras y promoción turística. El país se ha beneficiado además del extraordinario desarrollo de Oriente Medio como nuevo «hub» mundial. A tan solo cuatro horas de vuelo de la hiperconectada y futurista Dubái se encuentra esta naturaleza que conserva su pureza original donde la autenticidad no es precisamente una creación del marketing.

Lanzamiento de una nave espacial Soyuz desde Baikonur.Getty Images

En estas mismas estepas, donde los berkutchis adiestraban sus águilas doradas y los jinetes disputaban el kokpar, pasaron los mercaderes y exploradores de la Ruta de la Seda que unieron Oriente y Occidente. Siglos después, desde este mismo horizonte despejado partieron los cohetes del cosmódromo de Baikonur, donde el Sputnik y Yuri Gagarin, el primer hombre en el espacio, inauguraron otra ruta: la del cielo.

Teleférico sobre Almaty, la capital de Kazajistán.Getty Images

Se diría que se prepara para un nuevo capítulo de esta peculiar geografía de viajeros y que vienen y van, como destino de naturaleza, aventura y autenticidad con el encanto de lo inexplorado y ese plus, que han perdido destinos como Venecia o Formentera, que nos permite esa ligera vanidad que se busca en el lujo, en lo exclusivo, y que confiere ir a un lugar fascinante antes que los demás.