De la parálisis económica de Sánchez que ya tumbó a Zapatero a las buenas noticias de Puig
La cacofonía monclovita repite una y otra vez que el PIB y la Bolsa marchan para que nadie dude de lo bien que van nuestras empresas, cuando la realidad es otra
Cuando un Gobierno no es capaz de sacar adelante sus Presupuestos es normal que, antes o después, llegue una crisis. Se puede vestir de lo que se quiera, pero la realidad es que el gobierno de Pedro Sánchez no tiene apoyos necesarios para poner en marcha su principal instrumento de política económica. Esto viene a cuento de la parálisis que vive nuestro país, aderezada con argumentos peregrinos que no son razones sino falsas razones.
En lo que a la situación económica se refiere, hay dos argumentos que parecen contradictorios pero que en absoluto lo son. Por un lado, los malos datos económicos, y por otro, la buena marcha de la Bolsa. Creo que es fácil explicarlos alejado del ruido mediático y político de este fin de semana.
Parece que se repite la historia de los brotes verdes que predicaba José Luis Rodríguez Zapatero
Lo primero es cada vez una obviedad más evidente. Todo el mundo sabe que la caída de José Luis Rodríguez Zapatero se produjo por aquellos «brotes verdes» que el gobierno de entonces predicaba cuando la crisis económica era un hecho. Hoy parece que la historia se repite: un gobierno que funciona a toque de consigna se empeña en ver el crecimiento de España como un éxito mientras el resto de los indicadores dicen lo contrario. ¿Y qué dicen? Pues que la Seguridad Social -cuya reforma se ha cargado Bruselas- gasta ya casi 13.000 millones al mes en pensiones: el doble que hace quince años. Que nuestro país perdió en este primer trimestre de 2024 tres empleos a jornada completa por cada puesto de trabajo que se creó a tiempo parcial. Que la tasa de paro sube hasta el 12,3 % con 117.000 desempleados más. ¡Las benditas reformas de Yolanda Díaz! Que el IRPF y las cotizaciones suponen ya en España el 40,2 % del salario bruto de los trabajadores: una carga fiscal que supera la de Dinamarca o Noruega. Y esto lo dice la OCDE, no la prensa antigubernamental que tanto preocupa al Gobierno. Con esta regulación disparatada es fácil entender que haya caído un 45 % la inversión de fondos en empresas españolas. Y recordemos que tres de cada cuatro euros que se invierten en España provienen de fuera de nuestro país.
Los datos son los que son, y entonces, ¿por qué la Bolsa está en máximos desde hace nueve años? Naturalmente, la cacofonía monclovita repite una y otra vez este mantra para que nadie dude de lo bien que marchan nuestras empresas cuando la realidad es otra. Y vamos con tres ejemplos de esta misma semana.
Cepsa dio a conocer hace unos días sus resultados hasta marzo. Y aunque fueron un 97 % menores que en el mismo periodo del año pasado, la realidad es que ha perdido ocho millones de euros. La petrolera de Maarten Wetselaar achacó la pérdida a los 122 millones que pagó en febrero a cuenta del impuestazo de Teresa Ribera, feliz candidata europea. Feliz sobre todo para empresas del sector, claro. Esta vez le tocó a Wetselaar tomar el relevo de Josu Jon Imaz, ceo de Repsol, y cargar contra el gravamen a la política energética nacional: «Hemos alcanzado hitos claves (…) a pesar del impacto continuado del impuesto extraordinario, mal diseñado en España», y dejó en el aire su proyecto de hidrógeno verde en Andalucía. ¿Alguien tiene dudas de lo que hará el gobierno andaluz con tal de salvar esa inversión? Lo veremos.
Esta vez le ha tocado al consejero delegado de Cepsa cargar contra el Gobierno a cuenta del impuesto energético
Dos: Bruselas ha pedido a Iberia nuevas garantías para aprobar la compra de Air Europa. Sus dudas radican lógicamente en la competencia. Que se fusionen las dos aerolíneas españolas puede provocar una clara reducción de los vuelos nacionales, especialmente en Baleares y Canarias. Y Bruselas ha decidido preguntar a Ryanair, Volotea y Binter. Ya se imaginan lo que van a decir estos operadores sobre la fusión. Hasta el 10 de junio no se decidirá nada, pero el holding IAG, propietario de Iberia, ya ha quitado hierro a la decisión europea diciendo que la consulta es un proceso normal dentro de una fusión de estas características, y que tiene previsto renunciar a «más del 40 % de los vuelos de Air Europa en 2023, al igual que los horarios de vuelo en las franjas más demandadas». Veremos si este argumento basta a los operadores. El lío en la Bolsa está servido.
Y tres: vamos con Puig. Como saben la empresa de cosmética y fragancias, que incluye nombres tan icónicos como Carolina Herrera, Paco Rabanne, Jean Paul Gaultier o Nina Ricci, saldrá a Bolsa el próximo viernes 3 de mayo a un precio que oscilará entre los 22 y los 24,5 euros la acción, según dice su folleto entregado en la CNMV.
Marc Puig ha gestionado una empresa con un enorme éxito
El próximo martes conoceremos realmente el precio de colocación definitivo según las órdenes de compra que los bancos hayan recibido en las últimas semanas. Pero precisamente son los intermediarios financieros los que ya han advertido de que hay una sobredemanda de acciones, lo que asegura que la Bolsa española va a vivir, no solo su primera OPV (oferta pública de venta) desde julio de 2022 —el desembarco de Opdenergy– sino también la operación de mayor tamaño desde la salida a bolsa de Aena en 2015 con una cifra que rondará los 3.000 millones.
Marc Puig, presidente ejecutivo del grupo familiar Puig, no solo ha gestionado una empresa con enorme éxito, sino que va a protagonizar una de esas salidas a Bolsa que convierten a este mercado en un aliciente para los inversores en un momento en el que la inestabilidad política permite pocas opciones más. Y aunque el minorista no podrá comprar hasta el 3 de mayo, el crecimiento sostenido de la empresa familiar, que sitúa en los dos dígitos, sigue resultando una inversión muy atractiva en un momento en la rentabilidad de otras inversiones sigue cuestionada.
Hay además otros alicientes para invertir en el mercado de la cosmética, y no solo por la razonable diversificación. Normalmente este sector crece por encima del PIB mundial y, al ser tan reconocidas las marcas propias de Puig –la mayoría de sus competidores trabajan con licencias–, tiene un potencial de crecimiento muy interesante. No todo van a ser malas noticias. ¡Y además Teresa Ribera se va a Bruselas!